La importancia de ser la última
Cuando llegó no sabía lo que le esperaba. Ni siquiera se le había pasado por la imaginación. Delante de ella iban otras y esperó pacientemente su turno. De pronto lo comprendió todo. Ella sería la última. De ahí su importancia. La importancia de ser... la gota que colmó el vaso.
Salvador, una genialidad. Esa última gota que a veces nos llega en el peor momento y que a la vez es la más importante la has descrito como no podía ser de otra forma, como uno de los mejores autores que leo cada mes.
ResponderEliminar¡Grande!
Un fuerte abrazo.
Pablo.
Me abrumas Pablo y más... siendo una de las últimas gotas que han llegado aquí. Gracias.
EliminarMe encanta!!!
ResponderEliminarGracias, Carmennnnnnn
EliminarCon ella se debordó la situación. ¡Y era solamente una!
ResponderEliminarVa mi "Me gusta", y como creo ser el primero, espero y deseo que vengan otros más.
Un saludo cordial acompañado de mi enhorabuena.
Gracias, José Antonio. No... ya van algunos. Espero que vengan más.
EliminarY es que siendo tan iguales, cómo puede cambiar la situación sin que nos demos cuenta. ¡Y de qué manera! A partir de ahora, creo que cuando espere mi turno se me van a pasar un montón de ideas acuosas por la cabeza.
ResponderEliminarFantástico, Salvador.
Un saludo.
Gracias, Margarita. Nunca sabremos cuándo será el momento. De ahí la impoirtancia del momento.
Eliminarextra Ordi NARIO!!!!
ResponderEliminarGrrrrrr aaaa ciassssssss, MAESTRA. jajajaja
EliminarMuy bueno! Enhorabuena!
ResponderEliminarSaludos.
Muchísimas gracias. Seguiré intentándolo.
EliminarYa sabes aquello de "los últimos serán los primeros". Muy bueno tu relato, pero me has puesto en un aprieto, Salvador. A partir de ahora, cuando quede en un plato una aceituna no voy a atreverme a cogerla, porque no me voy a considerar digno de esa importancia que tiene lo último y yo no imaginaba. Aunque también me sentiré muy honrado cuando alguien me dé la vez en alguna cola.
ResponderEliminarUn abrazo
¡¡¡Qué arte tienes!!!... incluso en un comentario. Te admiro.
EliminarBuen relato, Salvador. Me ha gustado.
ResponderEliminarTambién es mala suerte, pobre gota.
Jajaja... O buienaventurada... aveces es necesario desbordarse.
EliminarUfff los dedos... a estas horas de la noche no controlan y cometo errores.
EliminarEspero que tras su proeza no se olvidara de las primeras y de las de en medio.
ResponderEliminarEstupendo, Salvador. Cuando son visitados de una forma tan bella e ingeniosa, los tópicos se empiezan a ver de otra manera.
Enhorabuena y saludos.
Enrique.
Gracias por los elogios, Enrique.
EliminarLa última y la única que, sin duda alguna, siempre se recordará. ¡Bravo! Suerte, Salvador.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias, Fina... Siempre. Eso seguro.
EliminarMira, a pesar de ser la última, es la protagonista.
ResponderEliminar¡Cuántas veces hemos dicho esa frase! "La gota que colma el vaso", en la mayoría de las ocasiones es una gota insignificante pero adquiere todo el protagonismo.
Felicidades Salvador, me parece muy original el relato. Besos.
Malu.
Muchas gracias, Malu. ¡Cuántas veces y sin embargo... cuando nos llega... la importancia que cobra!
EliminarUna más, pero significada por su suma importancia. Me encanta tu relato, sencillo, minimalista y tan bien contado.
ResponderEliminarUn abrazo.
A veces, hay que rozar la sencillez, José. Yo la prefiero. Una simple gota... tan cotidiana y a la vez tan crucial, puede ser determinante.
EliminarMe encanta Salvador, pero algunas veces esa última gota te puede cambiar la vida, y para bien. Vamos a mirarlo así. Gracias por tus 50 palabras.
ResponderEliminar¡Cuánta razòn tienes! Se colma el vaso, empezamos de nuevo... y puede ssr distinto esta vez. Un abrazo.
EliminarSiempre con ese puntito de genialidad, Salvador.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias... te mando otro abrazo de vuelta.
EliminarHay veces que tardan en llegar pero cuando hacen su aparición, lo cambian todo. Un fantástico micro, Salvador. Un saludo.
ResponderEliminar;Muchas gracias. Lo cambia todo... todo... ¿todo? ¡Ojalá que para mejor!
EliminarMucha imaginación en estas 50 palabras que resuelve muy bien. Buen relato.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias. Me agrada que te guste.
EliminarBuena revisión del tópico, Salvador,
ResponderEliminarY además, da qué pensar: cualquier persona, por insginficante que pueda parecer, puede llegar a ser decisiva en un un momento dado. No hay que despreciar a nadie.
Saludos
Gracias por enriquecer el relato.
EliminarEnhorabuena, Salvador, por la genialidad de relato que has escrito. Me ha conquistado especialmente porque he sido incapaz de saber hacia dónde me dirigías hasta que he leído la frase final.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias... La intriga siempre me atrajo. Me agrada saber que estuviste así hasta el final.
EliminarUna interesante reflexión sobre la relatividad de los hechos y sobre cómo podemos afectar de la manera más insospechada en el todo.
ResponderEliminarSuerte Salvador
Un abrazo!!
Gracias por el comentario. Lo engrandecéis.
EliminarSaludos Salvador, curioso relato que gatillo dos asociaciones en mi.... A mitad del cuento me ha recordado uno de F. Brown que no creo que sea conocido, jajaja...
ResponderEliminarAl final me ha traido otro recuerdo de un político indignado que hablaba de otro político del partido rival, al que decía que sus actos eran "la guinda que rebalso el vaso", jajaja.
Me ha gustado mucho.