Lujuria (Pecados capitales III)
Demasiadas desavenencias y discusiones. Esta relación acabaría aquí, ahora. No más amarguras tras dulces reconciliaciones. ¡Estaba decidido!
Respiré hondo, apuré mi copa, me acerqué sorteando el gentío del cóctel y... ¡Dios, pero qué guapa estaba!
Aun así le eché agallas, pero se quedaron atrapadas en el anzuelo de su escote.
Respiré hondo, apuré mi copa, me acerqué sorteando el gentío del cóctel y... ¡Dios, pero qué guapa estaba!
Aun así le eché agallas, pero se quedaron atrapadas en el anzuelo de su escote.
Antonio, con esta serie magnífica vas a conseguir que me haga adicta (¿más?) a los pecados capitales, que dicho así de rotundo...
ResponderEliminarTus palabras están llenas de imágenes y de sonidos: música de fondo que se adivina tras el murmullo de las conversaciones, alguna carcajada que destaca entre el tintineo de las copas, trajes vaporosos y labios pintados, ojos vidriosos que miran de soslayo, manos en los bolsillos y cuerpos oscilantes,...
Y un final juguetón, de los que a mí me gustan, en el que las palabras se muestran desnudas, con todos sus significados al aire.
Permíteme que vaya a vestirme para la ocasión antes de presionar el "me gusta" con todo el glamour que mereces.
Un saludo.
¡Que pasada, Margarita! Le has compuesto una escena al relato que le ha sentado como un guante y con la que me siento muy halagado. Muchas gracias.
EliminarSeguro que el vestido que has elegido te queda espectacular, aunque la clase no se pierde ni con pijama y zapatillas.
Un abrazo.
Antonio, tras el gran comentario de Margarita poco más que decir. Que corroboro sus palabras y que eres un genio de las mismas. Me ha encantado y si hubiera botón de me encanta, le daría. ¡Ojalá hubieran cien pecados capitales para ver cien micros tuyos!
ResponderEliminarMuy bueno.
Saludos
Gracias Pablo, agradezco tus desmesuradas palabras que estoy seguro no merecer.
EliminarEres grande Pablo, por varias razones, pero sobre todo por el cariño que pones en todos los comentarios que regalas a los que escribimos en este oasis de creatividad que es 50 palabras.
Tenemos mucha suerte de que estés por aquí.
Un abrazo.
Una relación que no funciona, que debería de terminar, pero a la que el protagonista no pone fin, como desearía, llevado por ese deseo que le nubla el entendimiento. Me gustan especialmente esas agallas atrapadas en el anzuelo.
ResponderEliminarMuy buen relato, Antonio.
Un abrazo
Tampoco ayuda mucho ella, no creas. Lo malo de la lujuria es que los engancha a pares y, como dices, no parece que en este juego vaya a salir 'nones'.
EliminarMe alegro mucho de que te haya gustado
Un abrazo.
Hace cinco siglos, Cervantes ya lo dejó dicho: "El hombre es fuego y la mujer estopa y va el diablo y sopla". Con estos condicionantes, el protagonista de tu cuento está bien perdido, Antonio, condenadamente perdido.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Un tipo listo ese Cervantes.
EliminarPues sí, algo perdido si parece que esté nuestro protagonista. Yo de él agarraría el anzuelo, subiría por el sedal y pediría cuentas al que está tirando de la caña, que me da a mí que es el mismo que sopla la estopa.
Un saludo
Nada, que no pudo ser. Y ello a pesar de las agallas que puso. ¿Pero quién se puede resistir a un escote-anzuelo que vuelve una vez y otra a atraparte?
ResponderEliminarMuy buen microrrelato, Antonio. Te mereces mi humilde "Me gusta" y muchos otros más que irán sumándose a los que ya llevas registrados.
Saludos.
José Antonio, yo creo que a las fuerzas de la física debería sumarse la sexual, que es una fuerza curiosa, puesto que atraer a los polos cuando más calientes están.
EliminarGracias por tu apoyo. En este caso yo estoy de acuerdo con lo que se dice de la humildad, que es patrimonio de los grandes.
Saludos
Un escote, cuando la visión lo permite, así como cuando la piel lo permite, logra enmudecer y acaparar todos los sentidos, en este caso los "me gusta".
ResponderEliminarSaludos.
Gracias Ricardo por no enmudecer.
EliminarSaludos
Hay escotes que provocan lujurias y son una trampa para atrapar a los más desprevenidos. Buena historia, excelente manera de contarla.
ResponderEliminarSaludos.
Lo malo, o bueno nunca se sabe, de la lujuria es que te atrapa aún estando prevenido
EliminarMe alegro de que te haya gustado, Beto.
Saludos
Pero qué bueno Antonio, qué decidido está el protagonista, pero qué rápido pica en el anzuelo de ese escote.
ResponderEliminarMe gusta mucho la frase de las amarguras tras dulces reconciliaciones, un giro total a la típica frase de "después de la tormenta volvió la calma ". Y las agallas ya son la guinda de este relato tan magnífico.
No me canso de decirlo, ¡cómo está el mes de mayo!
Te mando mi enhorabuena y un beso fuerte.
Malu.
Caramba Malu, muchas gracias.
EliminarPues sí, a veces nos balanceamos entre un tira y afloja continuo hasta que se rompe la cuerda, si es que lo hace.
Eres un encanto por subrayar lo que te ha gustado. Te lo agradezco mucho.
Un fuere abrazo.
Formidable relato, Antonio, lleno de frases poderosas, todas, entre las que destaca la del final.
ResponderEliminar¿Algún rescoldo de amor bajo ese gran deseo cegador?
Enhorabuena y saludos.
Enrique.
¡Vaya! me has dejado clavado. Muchas Gracias, Enrique. Te agradezco mucho tus generosos adjetivos.
EliminarMe temo que no Enrique, el amor es otra cosa, aunque a menudo se confundan corazón y entrepierna. Cuando la química toma el control, ni el resto de asignaturas juntas pueden con ella, por bueno que sea el plan de estudios.
Un abrazo.
La imagen potente del anzuelo se hace con las riendas del relato y de la relación, me gusta la idea y cómo la has plasmado. Me gusta para tu idea.
ResponderEliminarSaludos de novata.
Gracias por tu comentario, Paloma y por decir que te ha gustado el qué y el cómo; ahí es 'na'.
EliminarPor cierto, hay estrenos que le convierten a uno, en este caso a una, automáticamente en veterana ;-)
Un saludo.
Poderoso lo que vio en ese escote, ya sabes el dicho... "tiran más dos tetas..." Pero no te creas a las que somos muy de verdad, no nos gustan que nos "soporten" solo por eso... jajaja
ResponderEliminarMe ha gustado leerte.
Abrazos
Sólo cuando las hormonas te dejan en paz, puedes distinguir que la parte más erótica de una mujer se encuentra por encima del cuello, ese lugar invisible que alberga los anzuelos más afilados.
ResponderEliminarNo es el caso del protagonista que todavía anda hormonalmente enredado.
Gracias por leerme. Un abrazo
Supongo que llegará un día en que, ni un señuelo tan tentador, pueda evitar lo inevitable. Un micro muy bien narrado y muy visual, Antonio. Un saludo.
ResponderEliminarCuando el deseo aterriza, encuentra más señuelos que estornudos en primavera. Me temo que solo la vejez lo cura, y no siempre.
ResponderEliminarGracias Matrioska por la compañía de tu comentario.
Un saludo
Con ese anzuelo y las agallas, pero de merluzo, del protagonista, el final estaba cantado, jajaja. Antonio, muy original y divertido, y perdona la licencia que me he tomado con tu protagonista. Un abrazo.
ResponderEliminarTranquilo, Salvador. A mi protagonista le faltarán agallas, pero le sobra sentido del humor.
EliminarGracias por tus palabras.
Por cierto, acabo de caer en que uno de mis próximos pecados contiene tu nombre aportando un matiz a la historia. Ahí lo dejo.
Me ha pasado como a Ángel, que me he quedado atrapada en la última frase. Me da un poco de penilla tu personaje. Nadie se merece una relación llena de amarguras. Hay que aconsejarle que tome ejemplo de los leones, que siempre actúan con valor.
ResponderEliminarUn abrazo, Antonio.
Que no te dé pena, Mujer. Es de los que no quieren que le quiten lo 'bailao' ni dejar de bailar.
EliminarGracias por tu comentario. Casi se me pasa ...
Y ahora que pongo yo con todo lo que te han dicho, ¿que el proximo relato sera mejor que este?, ¡estaba decidido!, ¿que respire hondo y lo volvi a leer? ¡Dios pero que bueno era!. Pues si como puedes apreciar estamos enganchados con el anzuelo de tu saga. Que pelota me ha quedado, el próximo tendré que sacarte alguna pega.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pon pegas. No te cortes. Le sientan fatal al ego y eso es estupendo.
EliminarMe alegra que te haya gustado. A ver si nos regalas pronto alguno de tus relatos.
Un abrazo