Pequeña cazadora
—¡Cuándo comprenderá que es celíaca!
Angustias explotaba cuando veía miguitas en el cuarto de su nieta, pensando que la niña se atiborraba a escondidas. Lo que ella no sabía es que robar esas galletas permitía a la pequeña encerrar dentro del armario al monstruo que la atormentaba todas las noches.
Angustias explotaba cuando veía miguitas en el cuarto de su nieta, pensando que la niña se atiborraba a escondidas. Lo que ella no sabía es que robar esas galletas permitía a la pequeña encerrar dentro del armario al monstruo que la atormentaba todas las noches.
Ay, cuánta incomprensión se sufre en la infancia.
ResponderEliminarMuy bonito, María.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMadre mía, cómo tiene que tener la chiquilla el armario entonces...
EliminarUn me gusta y un abrazo.
Gran título, relato imaginativo, bien escrito, giro final, en fin María, el micro perfecto. Y van...
ResponderEliminarUn abrazo.
Pablo.
Magnífico María. Me gusta mucho. Besazos
ResponderEliminarMe ha gustado. Así que va mi clic y mi reconocimiento por este relato tan redondo y bien narrado.
ResponderEliminarUn saludo, María.
Siempre que te leo, María, consigues inundarme de fantasía; da igual el tema que elijas. Haces que me sienta como una niña detrás de un cinexin. Imágenes a todo color en pantalla grande. ¡Qué gusto!
ResponderEliminarGracias. Y un beso.
Por el monstruo no me preocuparía, porque una de dos, o sufre un subidón de azúcar, o acaban por hacerse amigos. Mientras tanto, y ahí está el drama, a la pobre no la cree nadie. Habría que reivindicar la sabiduría de los niños, que saben ver cosas invisibles para nosotros, mejor nos iría.
ResponderEliminarUn abrazo
Tan bonito y tan bien contado... que te deja el sabor dulce de las galletas.
ResponderEliminarEnhorabuena, María.
Un abrazo.
Hola María.
ResponderEliminarMe encanta tu relato. Fantástico final.
Saludos.
Me ha gustado mucho tu relato, María. El segundo párrafo cuenta magistralmente la historia usando sólo dos frases, pero, y espero que no te moleste, me sobra el primero.
ResponderEliminarUn abrazo
Con permiso, Antonio, y poniendo por delante que sigo atenta tus comentarios porque eres muy claro no solo con el contenido, creo que la primera frase del relato de María es la introducción perfecta para entender la historia porque añade un matiz fundamental: transmite la preocupación de la abuela por la alergia de la chiquilla. Los atracones no dejan de ser algo más o menos anecdótico que ocultan un problema, pero en este caso, comer galletas es mucho más grave por las consecuencias que pudieran acarrear. Y esa exclamación de la mujer me sugiere también que está un poco perdida, como María explica muy bien después.
EliminarVaya, que creo que me estoy enrollando demasiado: a mí esa primera frase me ha servido para situarme en la narración.
Confío en que mis palabras no te molesten.
Un cordial saludo.
En absoluto me molesta Margarita.
EliminarPuede que tengas razón. Pero dado el soberbio relato que hace María en el segundo párrafo, personalmente me hubiera gustado encontrarme la referencia a la celiaquía integrada en él.
Sólo es una opinión sobre una cuestión de gustos.
En cualquier caso, vaya por delante mi admiración por un relato magníficamente contado.
Un saludo
Para nada me molesta tu opinión, Antonio. Es más, te lo agradezco. Llevo poquito tiempo escribiendo micros y me gusta que sean críticos conmigo.
EliminarEstructuré la historia así porque cuando la escribí me imaginé a la abuela barriendo y hablando sola, como hacía mi abuela. De ahí que sea ella la introductora.
Gracias también a ti, Margarita. Has hecho una exposición perfecta.
Abrazos a los dos.
¡A cuántos nos gustaría seguir contando con esa imaginación inherente a la infancia, esa imaginación de la que haces gala en tu micro, María! Me ha gustado. Suerte.
ResponderEliminarUn saludo.
Qué bello micro, María, cuánta ternura en tan pocas palabras. Felicidades. Un saludo.
ResponderEliminarUff, hago dos lecturas, por un lado, si la niña es celiaca, no come las galletas y sólo las utiliza para encerrar a un monstruo imaginario ... ¿cómo está el armario por dentro?
ResponderEliminarY por otro lado, ¿y si el monstruo es real y sí se come las galletas?
Me gusta más la primera lectura, ya que la segunda es muy dura.
Sea de la forma que sea, me ha gustado María, un beso.
Malu.
Estoy contigo Malu, yo no creo que la niña sea algo más que celíaca, que ya es bastante, opino que tiene miedo de un algo imaginario, que la autora lo define como monstruo, y ella lo contenta dándole galletas.
EliminarUn beso guapa.
Un relato brillante, lleno de imaginación. Bien pudiera ser un cuento para niños con un final feliz o de terror, con un monstruo malvado que acabara devorando a la niña y a la abuela Angustias.
ResponderEliminarMuy bueno, María. Un abrazo.
Me gustan los relatos que, al leerlos, puedo crear varias historias. Para mí el “monstruo” pudiera ser el hambre que la niña siente por la noche, al tener que seguir, quizá, una dieta especial; la cual sacia escondida en el closet, donde se come las galletas. Buena historia, buen micro.
ResponderEliminarSaludos.
Muchísimas gracias a todos por vuestros comentarios. Me están encantado las interpretaciones que estáis haciendo de mis 50 palabras, por eso prefiero no desvelar si escribí la historia pensando en un final feliz o todo lo contrario.
ResponderEliminarOs dejo, eso sí, un trailer especial de Mary Poppins, esa película infantil que a todos nos encantó, pero que puede llegar a ser muy terrorífica si se le da otro enfoque.
Besos a todos.
https://www.youtube.com/watch?v=2T5_0AGdFic
Vaya María. Ese trailer da una vuelta de tuerca (como la de Henry James) a nuestra angelical Mary Poppins. Más parece Jack Nicholson vestido de niñera en 'El resplandor'.
ResponderEliminarMuy interesante.
Saludos.
Pablo.
Un micro muy bien narrado, con un final sorpresa al que nos conduces sin engaños. Me temo que tenemos demasiados monstruos metidos en los armarios. De vez en cuando conviene airear un poco.
ResponderEliminarEnhorabuena y suerte María.
Besoss!!
Tu pequeña cazadora parece muy lista; no solo se ha enterado de los gustos de los monstruos (seguro que a través de Barrio Sésamo), sino que además sabe usar la técnica del cebo para atraparlos. Un relato muy fresco y simpático, Microrelatate.
ResponderEliminarEnhorabuena y saludos.
Enrique.
mucha imaginación y bien hacer del oficio de las letras. Genial.
ResponderEliminarfelicidades, pero... cuidado con el monstruo.
saludos.
Muchas felicitaciones María por tu relato, es bueno que seas una habitual escritora aquí.
ResponderEliminarPues no me queda nada que añadir a lo que han dicho los demás,salvo felicitarte (que ya lo hice más arriba, ufa que inútil mi comentario).
Saludos
PD: Ahora pienso, los monstruos que salen del armario se volverán más "delicados"? Podría dar tema para un 50 palabras, jajaja.
Me ha gustado mucho, has mezclado el realismo de la abuela y la fantasía infantil de manera magistral, y con tan pocas palabras. Tu micro destila ternura a raudales.
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