Rumbo cambiante
Al coronar la loma, el camino se bifurcaba hacia el noreste, alejándome de mi destino inicial. Nunca había sido de dudar pero, en el instante aquel, algo interno e intenso me empujó a girar el volante, al tiempo que mi ánimo adormecido rejuvenecía gracias a la incertidumbre de lo imprevisto.
Y qué bien sienta cambiar el rumbo sin pensar.
ResponderEliminarTe iba a mandar un abrazo, pero te lo cambio por un gps para que te lleve donde tú quieras.
Ahora que no nos oye nadie, Rafael, voy a hacerte una pequeña confidencia personal. Dicen las malas lenguas que soy un poco programado y de ideas fijas, quizá por eso el concepto de un giro imprevisto me resulte atractivo, ahora que veo que un cambio puede rejuvenecer un "ánimo adormecido". Por lo demás, tienes el mérito de aportar un punto de vista original a partir de un detalle cotidiano.
ResponderEliminarUn saludo
Es bueno cambiar de rumbo, dar un giro de vez en cuando a nuestras vidas. Eso sí, un giro de 180º, que no de 360º como erróneamente piensan algunos.
ResponderEliminarMe ha gustado, Rafael. Va mi obvio "Me gusta" y un saludo muy cordial. Y mi enhorabuena por tu sencillez al narrarnos lo cotidiano: ese tomar una decisión personal no programada que, seguramente, será importante.
Que bien contado, Rafael. Tu micro me ha recordado, en parte, al de nuestra querida Margarita,aunque parece que tu protagonista encontrará una nueva salida.
ResponderEliminarAparte quería decirte que me ha hecho reflexionar. A veces pienso qué hubiera sido de mi vida si en un momento crucial hubiera tomado un camino distinto del que elegí. A la hora de elegir estudiar una cosa u otra (como es normal en mí estuve indeciso entre tres cosas diferentes) por ejemplo. Hubiera tenido diferentes amigos, no hubiera conocido a los que lo son ahora, ¿me hubiera casado con otra persona con lo que supone cambios de familia y otros hijos? No lo sabré pero es cierto que tu micro me ha vuelto a traer esos pensamientos.
Para finalizar, también pienso que si tuviera la oportunidad de empezar una nueva vida, quizá habría hecho como tu protagonista y de vez en cuando, como cantaba el gran Lou Reed, hubiera caminado por el lado más salvaje. A lo mejor, no lo sé. Ya te contaré si tengo oportunidad de otra vida porque de lo que estoy seguro es que en ella, también estaría en este blog. Eso sí que no lo cambiaría.
Un saludo.
Pablo
Hay que ser muy valiente o estar muy loco para tomar decisiones sin sopesar los pros y los contras. No sé en qué grupo se halla el protagonista de tu historia, Rafael. A mí no me importaría estar en cualquiera de los dos. Me ha gustado tu manera de sugerirnos que los cambios tomados a la ligera no tienen por qué acarrear consecuencias nefastas, sino todo lo contrario.
ResponderEliminarUn saludo.
Cualquier cambio en la monotonía del viaje hace que se espabile nuestro espíritu. Seguro que hiciste bien en dejarte llevar de tu intuición, de aquello que tan interna e intensamente te provocó las ganas del cambio. Me atrevo a plantear, haciendo una lectura entre líneas, que el micro esconde un doble sentido, no sé, ese cambio de destino…
ResponderEliminarEnhorabuena y suerte.
Saludos, Rafael.
Me gusta el rumbo que toman tus palabras y ese volantazo imprevisto que me llena de adrenalina y me muestra paisajes nuevos.
ResponderEliminarUn saludo, Rafael.
Bravo por esos impulsos internos que nos ayudan a dar un giro inesperado en nuestras vidas y nos hacen rejuvenecer. Veo infinidad de situaciones posibles para esta historia y todas cargadas de optimismo por ese giro positivo.
ResponderEliminarUn beso Rafael.
Malu.
He leído en alguna parte que esas decisiones no premeditadas son las que definen al final la vida. Me gusta que sea una idea de esas características la protagonista de un micro, y además, has sabido ponerle las palabras justas. Muy bien.
ResponderEliminarSaludos.