Sin salida
"A 300 metros, entre en la rotonda y coja la segunda salida a la derecha". Hice caso omiso del GPS y continué recto. Mis manos aferraban con determinación el volante. Música, brisa ligera y olor a hierba recién segada. Pero ¡maldición!, allí estaba otra vez la señal de carretera cortada.
Muy bien recogido la "humanísima" tendencia de ir a nuestra bola sin atender a normas y, claro, así nos va a veces.
ResponderEliminarMe gusta el desarrollo de tu historia, Margarita, Están todas las piezas perfectamente encajadas y engranadas. Se lee con mucha comodidad y además me ha gustado la historia.
Un abrazo.
Gracias, Antonio, porque tú no das vueltas ni siquiera en las rotondas y conduces sin giros innecesarios hasta el destino, por eso agradezco tanto tu comentario.
EliminarQuizá porque he "experimentado" con un estilo que no es el mío, no es un micro que me guste especialmente. Así que, doblemente agradecida.
Un abrazo.
Un final impactante, Margarita, de esos que, después de terminar de leer, sigues “leyendo”. Felicidades, me ha gustado mucho. Un saludo.
ResponderEliminarMatrioska, después de leer tu micro - (llevo mucho retraso, y te pido disculpas, a ti y al resto de los compañeros) - me da hasta verguenza responder a tu comentario. Lo que no tengo ningún reparo en decir, y bien alto, es ¡muchas gracias!
EliminarUn saludo.
Ensimismada en los pensamientos y sin prestar atención al navegador o a quien nos hablaby al final plaffff la realidad jejejej. Suele suceder. Me gusta. Besitos
ResponderEliminarEnsimismada, y cabezota, que de todo hay un poco. Y si la bofetada de la realidad te pilla desprevenida, no hay cuneta que soporte la frenada.
Eliminar¡Gracias, Carmen!
Un beso.
Pues ya puestos... ¡Sigue, mujer! ¿Quién sabe lo que puedes encontrar fuera de las rutas convencionales? Que para dar media vuelta, siempre hay tiempo.
ResponderEliminarMuy bueno, Margarita.
Qué más quisiera yo que seguir, Patricia, y perderme por esos senderos de duendes que habitan bajo los helechos con los que tú hablas cada día.
EliminarDiles, por favor, que sean magnánimos conmigo y que la próxima vez me ayuden a salir del laberinto dejando un poquito de ese hilo de estrellas con el que tejes tus mágicos relatos.
si hacems caso a las máquinas generalmente tenemos que volver al principio. Si hacemos caso a tu relato vemos que está muy bien construido. Si no nos haces caso a nosotros a lo mejor tu estilo se perfecciona, pero haznos caso y sigue escribiendo.
ResponderEliminarSaludos
Siempre os hago caso, José María, y de cada uno de vosotros intento aprender un poco cada día.
EliminarY la motivación que encuentro en vuestras palabras... ¡Gracias!
Saludos.
A lo mejor hago una interpretación errónea, pero... ¿puede ser que tu protagonista esté inmersa en un bucle del que no puede salir? Me da la impresión de que ignora al GPS porque ya le ha conducido a un callejón sin salida. Para evitar que eso vuelva a pasar, decide tomar la iniciativa, pero sigue dándose de bruces con la carretera cortada. Me he quedado anclada, filosofando en ese "otra vez la señal".
ResponderEliminarEn cualquier caso, me encanta tu relato, fondo, forma y engranaje.
Besos, grande del micro.
Las interpretaciones nunca son erróneas, y me ayudan a darme cuenta dónde he fallado y cuándo he transmitido fielmente lo que tenía en la mente. Otras veces me sorprendo al comprobar que habéis captado algo que a mí se me había escapado, pero que estaba rondando por mi cabeza. ¡Si estuviera Freud por aquí...!
EliminarResumiendo, que he cogido el micro y no puedo parar de hablar: sí, sí puede ser, María. Y todo lo que se te ocurra de más con tu brillante imaginación, también podría ser.
Muchas gracias porque siempre estás.
Besos mil.
María, tu interpretación es la misma que hago yo.
ResponderEliminarEse "otra vez" creo que nos advierte de que antes, quizá haciendo caso del GPS, ha llegado al mismo punto.
Quizá sea la mente del escritor que deja de seguir una ruta que no le lleva a ninguna parte y empieza a escribir libremente sin cortapisas para llegar a una historia sin principio ni final.
Como siempre, Margarita, es un gusto leerte.
Un besote.
Pablo.
Querido Pablo.
Eliminar"Otra vez" coincidimos y esa es la única señal que me importa. Porque "otra vez" tu amabilidad y generosidad quedan reflejadas en tus palabras, que, en tu caso, sí tienen principios y consiguen al final que me sienta muy agradecida por todos tus comentarios, y no sólo los que me haces a mí.
Un beso grande.
Me apunto al carro de la línea de interpretación de Microrelatate y Pablo, si a ellos les parece bien. Yo también veo una suerte de obcecación, un seguir adelante por un camino fijado, como a piñón fijo, volviendo a tropezar con la misma piedra, o puede que a chocarse contra la misma pared, sin que se escarmiente, ni se quiera considerar que hay otras opciones más correctas y sensatas.
ResponderEliminarUn abrazo, Margarita
Con tu permiso, me voy a subir a tu carro y me voy a dejar llevar, a ver si me sacas de ese camino sin salida en el que me he metido. A estas alturas ya confío plenamente en que eres capaz de eso y de mucho más.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, Ángel.
Un abrazo.
Pues yo, dado que ya hay un camino abierto por tres de mis predecesores (MIcrorelatate, Pablo y Ángel), no quiero abandonar esa ruta. Me da a a mí que esa conductora (creo que también valdría para un conductor) está en un camino que no tiene salida (el título eso apunta; ¡hay que leer también los títulos!, nos recuerda Álex), por lo que está condenada (o condenado) a circular en "un vuelta a empezar de nuevo".
ResponderEliminarInteresante reflexión la que nos brindas, Margarita, y además con una impecable factura narrativa. Así que te doy mi "Me gusta" y, si pudiera, un plano de los de toda la vida: Son más fiables que los GPS.
Un beso y un aplauso.
José Antonio. Hace tiempo que tus subjuntivos son un buen indicativo para mí. Y ese mapa que te gustaría darme tiene ya un hueco privilegiado en la guantera de mi escritorio.
EliminarCon estas herramientas que me ofreces, pronto las únicas vueltas que daré serán las de baile. Esoy segura de que nos veremos a la salida.
Un beso agradecido.
Inquietante relato, Margarita. A veces uno no puede escapar de su destino. Simplemente, no se puede. Confiemos que tu protagonista encuentre la salida, ni que sea saliendo del coche y continuando a pie.
ResponderEliminarSaludos
Me gusta tu recomendación: apearme del coche, caminar y disfrutar más despacio de los colores con los que pintas paisajes para nosotros. Esa sí que es una buena salida.
EliminarYo también confío, Notincgas, en que continuemos juntos en este camino de palabras en el que el destino, o una mala señalización, nos ha reunido.
Saludos.
La tecnología llegó para que nos diga lo que tenemos que hacer y por lo tanto ya controla nuestras vidas, le hemos cedido nuestro espacio, tenemos que hacerle caso; de lo contrario estaremos perdidos. Buen microrrelato, buena historia. Para reflexionar.
ResponderEliminarSaludos.
La tecnología nos facilita la vida, pero se limita a ejecutar de forma mecánica lo que le mandamos. El problema es saber qué coordenadas introducirle para despejar las incógnitas y llegar a una solución racional. ¡Tengo que repasar las matemáticas! Por fortuna, con Historia tengo un buen maestro contigo.
EliminarGracias, Beto.
Saludos.
¡Malditas rotondas! ¿De qué vale saber circular por ellas,si la mitad restante no saben o no sabemos que diantres hacemos allí y por dónde tirar? Ni el GPS nos puede sacar a veces de ese laberinto.
ResponderEliminarBuena historia Margarita y espero que encuentres pronto la salida.
Un beso.
Coincido contigo en que no hay nada peor que circular tal y como te explica el código de circulación por una rotonda, salvo que pretendas estrellarte con los que pasan por allí. El GPS debería saber que no es tan fácil acceder a la salida como lo pinta.
EliminarPero con comentarios como el tuyo, estoy segura de que pronto nos veremos en un cruce de caminos en el que sí tendremos clara la prioridad.
Muchas gracias, Jose.
Un beso.
Somos libres de elegir el camino que nos lleve a nuestro destino; no así un destino que, desde que venimos a este mundo, cada uno tiene escrito. Probablemente mi interpretación se halle a años luz de lo que pretendías hacernos llegar con este micro, Margarita. Buena historia, por cierto.
ResponderEliminarUn saludo.
Profunda reflexión, Fina, que da un tono luminoso a mis palabras. De momento voy a quedarme un poco más en la superficie y alegrarme de que en mi camino hayan aparecido personas como vosotros.
Eliminar¡Gracias por tu comentario!
Un saludo.
Querida Margarita, qué interesante reflexión nos traes este mes.
ResponderEliminarProbablemente, tome la decisión que tome, bien sea seguir las indicaciones del GPS o su intuición, acabe en la misma señal, pero yo le aconsejaría que siguiera intentándolo, los cortes de carretera suelen ser temporales.
Un beso fuerte, un me gusta mucho y si pudiera ser, como mínimo, un intento más para encontrar una señal positiva y seguir con el camino.
Malu.
Como aún sigo cogida de tu mano, Malu, sé con seguridad que juntas gestaremos una buena decisión. Y que tomaremos impulso para saltar barreras, y capearemos temporales, y seguiremos intentándolo.
EliminarGracias por no soltarme.
Un fuerte beso.
Por desgracia hay demasiada gente caminando en espiral y a ninguna parte o, peor, para acabar siempre llegando al mismo sitio. Tu relato tiene muchas interpretaciones y todas muy interesantes, y cierto aire cinematográfico, de film de pesadilla. Aunque sea un experimento estilístico, según tus palabras, creo que te ha salido bastante bien. ¿Habrá remake?
ResponderEliminarPor cierto, que a mí las rotondas me están ayudando a desarrollar la telepatía, y las prefiero a los semáforos. Enhorabuena y un abrazo, Margarita. Y sigue experimentando, por favor.
Enrique.
Tienes razón en que a veces damos muchas vueltas para acabar en el mismo sitio, Enrique, y, encima, mareados y con el sentido del equilibrio perdido en alguna cuneta del camino. Así que, salvo que encuentre un buen director de escena que sepa hacer malabares para ayudarme a encontrar una salida, dudo mucho que haya segundas partes.
EliminarAunque, pensándolo bien, nunca se sabe: con esa telepatía tuya podríamos construir un buen diseño experimental.
Gracias, Enrique, por tus amables palabras. Siempre.
Un abrazo.
Parece que la música, la brisa y ese agradable olor a hierba recién cortada consiguen distraer a tu protagonista y acaba siempre en el mismo punto. Eso o que el destino se ha confabulado contra él para hacerle aparecer siempre en ese más que intrigante callejón sin salida. Comparto con Enrique esa sensación de pesadilla cinematográfica en que se prevé un inquietante final.
ResponderEliminarMe ha encantado, Margarita. Suerte y un saludo.
Confío en que ese final de pesadilla se quede en una simple secuencia de película y que, cuando apague el televisor, la salida no se haya movido de su sitio y el destino esté ahíto de palomitas.
EliminarMe alegra mucho tu comentario, María Jesús. Gracias por animarme con tus palabras a seguir intentando jugar con las mías.
Un saludo.
Bueno, me aparto del tema y me fijo en uno de tus comentarios. "No es tu estilo". ¿Y qué? ¿Vas a tenerle miedo ahora a enfrentarte a un teclado? Métete de lleno en las rotondas literarias que quieras y si no sabes salir... ya se acercará alguien a ayudarte o a quien preguntar o se te acabará la gasolina. Entonces, solo tendrás que acercarte a una gasolinera con una botella, solo una simple botella y ella hará que arranques de nuevo. Seguro que entonces te habrás fijado por dónde salir. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminar¿Miedo yo, Salvador? Nunca. Si acaso pánico, o terror.
ResponderEliminarAunque tienes razón: si no me pierdo, no me puedo encontrar. Y por aquí voy encontrando gente a la que ya no me importa preguntar cómo acercarme a la salida.
Un millón de gracias por tus palabras. Y un fuerte abrazo.
Margarita, puede ser un gesto de libertad ante el yugo tecnológico, pero date por vencida, la tecnología nos ha devorado y, en cierta manera, idiotizado, jajaja. Me ha gustado. Un abrazo.
ResponderEliminarPero que no sea por intentarlo una y otra vez, Salvador. Aunque nos duela el brazo de golpear al yunque y salgan chispas.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Un abrazo agradecido.