Alguien tenía que contarla
Os agarrasteis uno al otro. No os conocíais de nada, pero a un gatillazo de la muerte vuestras miradas se cruzaron.
Yo no tenía prisa, pero después de la persecución solo me quedaban una bala y cinco minutos de gloria. La elección pasó a ser un motivo desesperado.
Pues disparé.
Yo no tenía prisa, pero después de la persecución solo me quedaban una bala y cinco minutos de gloria. La elección pasó a ser un motivo desesperado.
Pues disparé.
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