Avaricia (Pecados capitales IV)
Acudió a la lectura del testamento visiblemente emocionada. Esperaba recibir una cuantiosa recompensa por tantos años desperdiciados cuidando de "esa asquerosa anciana decrépita".
Ya en la notaría, vio al gato de su tía dormitar sobre el regazo del abogado familiar, que sonreía de una manera que no le gustó nada.
Ya en la notaría, vio al gato de su tía dormitar sobre el regazo del abogado familiar, que sonreía de una manera que no le gustó nada.
Jajaja ya sé a quien le ha dejado sus últimas voluntades. Muy bueno,
ResponderEliminarUn abrazo
Pues sí, Rosy. ¿quién se lo iba a decir (maullar) al gato?
EliminarGracias. Un abrazo
A medida que avanzan tus pecados capitales, te creces, Antonio. Pensé que después de esa genial escena de escotes vislumbrados tras el tintineo lujurioso del hielo en la copa, no podrías superarte, pero me equivoqué.
ResponderEliminarLa frase "Esa asquerosa anciana decrépita" está llena de fuerza, rebosa odio por cada uno de sus fonemas, y rabia y furia y también alivio. Y esa imagen del gato de sonrisa sardónica acomodado en el regazo de quien tiene la última palabra curiosamente refleja a la perfección la expresión de la sobrina.
Me gusta, me gusta mucho, Antonio.
Un cordial saludo.
Gracias por tus comentarios, orfebre de palabras.
EliminarGracias por ceñirte a lo escrito, desgranando el contenido, destacando y pintando las sensaciones que recibes. Eres de esas personas de las que se aprende, cuando escribe y cuando comenta.
Respecto al gato, no es el que sonríe, es el abogado, que conoce a la familia y sabía todo el tiempo cual era el verdadero 'afecto' de la sobrina mientras cuidaba a la tía. También conocía el testamento que ayudó a redactar, en el que el inseparable gato de la anciana era el único heredero. De ahí su sonrisa imaginando la sorpresa de tan interesada sobrina.
Soy de los que piensan que, si hay interpretación en un texto, en muchos casos es porque el que escribe no ha sabido dar con el texto preciso. Reconozco que es mi caso. Aunque me gusta la idea de un gato burlón y cachondo.
Aprovecho para darte de nuevo la enhorabuena por tu último relato. Es muy difícil jugar con la forma y construir al tiempo un impactante contenido.
Un saludo
Antonio, no sé si cabe una aclaración de mi comentario, pero voy allá:
Eliminar¡Tu historia está perfectamente explicada!
Ya te has dado cuenta de que me gusta contar mis sensaciones e intentar dibujar con palabras las imágenes que me sugieren los micros. Y aquí he sido yo la que he errado al transmitirlo. Me tomé la licencia de hacer sonreír también al gato, además del abogado, para aumentar la decepción y la rabia de la sobrina.
Es mi frase "refleja a la perfección la expresión de la sobrina" la que lleva a error; quizá si hubiera puesto "contrasta con"... En fin, da igual. Lo importante es que tu micro es estupendo y se entiende sin problemas.
Aprovecho yo también para agradecerte tu generosidad.
Un cordial saludo.
Pero que vas a errar, muchacha. De eso nada. Existe ambigüedad en la frase de la sonrisa y, ya te digo, me gusta la imagen de que el gato también sonría en duermevela, en el más puro estilo garfield o del perro de pierre nodoyuna, de los autos locos.
Eliminar¡Fíjate tú! quién se lo iba a decir al gato cuando aceptó el papel de secundario en esta historia.
Un abrazo. Margarita.
Al final cada uno tiene lo que merece, y de alguna forma lo que se siembra se recoge. Todo apunta a que ese gato, aunque quizá no alcance a entenderlo, va a ver cómo se llenan de intensidad sus siete vidas.
ResponderEliminarUn abrazo, Antonio
El cariño que regalan los animales no tiene precio, aunque en este caso sí. ¡jeje!
EliminarOjalá fuera cierto que cada uno recibiera lo que se merece, para bien o para mal. Desgraciadamente no es infrecuente los casos en que unos recogen lo que otros siembran.
Un abrazo, artista.
De las cincuenta palabras, con dos frases dejas claro lo que se merece el protagonista y lo que le espera.
ResponderEliminarUna genialidad, Antonio.
Un abrazo.
Pablo
Mira quien fue a hablar de genialidades, si cada vez que aparece un relato tuyo es como si se hubiera frotado la lámpara de aladino ...
EliminarGracias Pablo. Siempre tienes una palabra amable para regalar. Eres un tipo con talento y humildad, dos cualidades que se presentan juntas en muy poca gente.
Un fuerte abrazo.
Los buenos micros deben "insinuar". ¿Se puede insinuar mejor?
ResponderEliminarSuerte.
Gracias Luis por insinuar que te ha gustado. Te lo agradezco mucho.
EliminarUn saludo
Pues yo he entendido que: lo dicho entre comillas "...asquerosa..." fue dicho por la familia. La persona que le cuidó desperdiciando años, es la que, emocionada, espera una recompensa -creo que justa- y que se llevará la familia, el gato y el sonriente abogado, que nada hicieron por la decrépita anciana.
ResponderEliminarPerdón si lo he entendido mal. A veces estoy espeso.
En cualquier caso, la ambigüedad también es lícita en los micros.
Interesante. Me gusta.
Suerte y un abrazo Antonio B.
Bueno, no era esa mi idea, pero cuando no se consigue redactar con la precisión adecuada, la interpretación toma el control y se apropia de la imaginación. Nada de perdón, un texto pertenece también al que lo lee.
EliminarGracias Isidro y un abrazo.
Un micro abierto a muchas lecturas. Esa sonrisa y el gato de la tía en su regazo, me sugiere que el picapleitos familiar se va a llevar algo más que sus honorarios. Ya nos contarás. Me gusta tanto lo que dices como lo que no dices. Felicidades, Antonio. Un saludo.
ResponderEliminarPues por ahí va la cosa. No había pensado mucho en él, pero algo picará el abogado siendo seguramente el albacea de los recientes bienes del gato.
EliminarA mí me parece que quien sonríe es el abogado y no el gato, si bien este último parece tener demasiada familiaridad con el primero. En cualquier caso un relato estupendo.
ResponderEliminarEnhorabuena, Antonio, y un abrazo.
Enrique.
Ahí le has dado. Es tal y como se lo cuento a Margarita.
EliminarHas resultado ser un gran experto en sonrisas de gato vs abogado ...
Gracias por decir que te ha gustado.
Un agrazo, Enrique.
El gato podrá disfrutar de siete vidas de lujo. Naturalmente, el abogado gestionará el patrimonio. Muy original y divertido, Antonio. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Salvador.
EliminarEl problema que yo veo es que el abogado sólo tiene una vida para gestionar el patrimonio de las siete del gato. En fin, dejaremos el desenlace para un posible spin-off
Un abrazo
Yo entiendo que el gato y el picapleitos, que ya han hecho buenas migas, van a ponérselo difícil a la avariciosa sobrina. Sobre todo este último, que no duda en sugerírselo con esa irónica sonrisita.
ResponderEliminarMe ha gustado la historia, Antonio. Un saludo.
Y no nos olvidemos de la tía, que ya se olía cual era el interés de su abnegada cuidadora. Cuando se lea el testamento, sus carcajadas resonarán por todo el séptimo cielo.
ResponderEliminarUn saludo, Mª Jesús.
Y, supongo, que el abogado es quien queda al cuidado del gato. Los abogados y los seguros siempre ganan. Divertido y original relato, muy acorde con el pecado de la “Avaricia”
ResponderEliminarSaludos.
Acabo de leer tu relato Beto y, como ya te he escrito, me parece excelente; Emotivo y sobrio a la vez.
EliminarAdviertes al leerlo que por los cables de ese desfibrilador circula mucho más que electricidad, se palpa el pálpito desesperado con el que se vacía un corazón para intentar llenar otro.
Es uno de esos relatos que se quedan un rato más allá del punto final.
lo dicho, enhorabuena.
Aquí valdría retorcer ese popular refrán de "La avaricia rompe el saco" por esta singular versión de "La avaricia enriquece al gato". Al gato y al abogado. Y digo yo, que si el gato de Alicia reía, ¿por qué no lo va a hacer este, que va a tener "Whiskas" hasta el final de sus siete vidas?
ResponderEliminarVa mi "Me gusta" Antonio por este nuevo pecado capital y por tu serie.
Saludos cordiales.
Muy bueno tu nuevo refrán, José Antonio. :-))
EliminarDe todas formas, yo si fuera el gato, dormitaría con un ojo abierto por si la sobrina, que menudo rebote se va a pillar.
Ese gato dormitando sobre el regazo del abogado en la notaría, desde luego indica algo más que familiaridad; y esa sonrisa... A ver si el avaricioso será el letrado y lo que ambiciona es la sobrina.
ResponderEliminarBuen relato, Antonio, abierto y sugerente.
Saludos cordiales
Gracias por tu comentario Notincgas. Celebro que te guste.
EliminarUn cordial saludo
Ya escribí por ahí que me gustaría comentar los relatos con la precisión con la que lo haces tú.
ResponderEliminarAsí que espero que te conformes con que afirme que es un muy buen relato, y que me ha sacado una sonrisa mucho más limpia que la del abogado.
Nos leemos.
Yo te he sacado una sonrisa y tu a mí los colores, estamos en paz ;-)
EliminarGracias por tu comentarios.
Sí, nos leemos.
Acudió visiblemente emocionada, pero no triste por la muerte de la anciana, sino esperanzadora creyendo que recibiría un buen pastel de la herencia. Claro, que se le cambió la cara rápido al ver que el abogado ya había jugado muy bien sus cartas.
ResponderEliminarMuy bueno Antonio, sí señor.
Un beso fuerte.
Malu.
Gracias Malu. Otro besazo para ti.
EliminarBuen relato, pero en verdad Antonio fue el novio despechado, al que la sobrina le negó una vida juntos por el deber moral de cuidar a su tia, que en realidad era una víbora y le hacia la vida imposible a su sobrina,ahora vive humilde pero tranquila, el gato murió victima de un atropello, el abogado... soy yo, Antonio disculpame por desgranar tu relato
ResponderEliminarBien por tu sentido del humor que siempre resulta refrescante y más con semejantes calores
EliminarUn abrazo