Carpe diem
—Tendremos dos querubines. Uno se llamará Manuel, como yo; y el otro, María, como tú; y tendrán los ojos del color de los océanos.
Recuerdo que guardé silencio intentando apurar aquellos momentos de felicidad irrepetible. Recuerdo que lloré, muerta de miedo, por no decirte que yo también me llamaba Manuel.
Escrito por Luis San José - Web
Recuerdo que guardé silencio intentando apurar aquellos momentos de felicidad irrepetible. Recuerdo que lloré, muerta de miedo, por no decirte que yo también me llamaba Manuel.
Luis, ¿oyes en la lejanía un rumor como de golpes? Son mis aplausos.
ResponderEliminarExtraordinario.
Me sumo a los aplausos de Patricia y como estoy seguro de que se nos unirán muchos más, ese rumor lejano se convertirá en estruendo.
ResponderEliminar¡Muy bueno, Luis! Así que va mi "Me gusta" y mi reconocimiento personal por tu estupendo relato.
Un saludo.
Más aplausos vienen por aquí. Muy bueno, Luis.
ResponderEliminarSaludos.
Pablo
Yo no puedo quedarme con los brazos cruzados, también me uno a la ovación. Muy buen microrrelato.
ResponderEliminarSaludos.
Mientras trato de vivir el momento sin preocuparme de más detalles, voy a ser "original" y a sumarme a esas palmas, verás la que vamos a armar.
ResponderEliminarUn abrazo, Luis
¡Ouch! Qué situación complicada. Pobre María, entre la felicidad y el miedo. Pero estoy segura de que podrán superarla y volver a disfrutar cada momento como Manuel y Manuel. Y por qué no, con dos querubines. ¡Me sumo a los aplausos!
ResponderEliminarUn beso, Luis.
¡Ya le vale a Manuel! ¡La sinceridad con la pareja ante todo!
ResponderEliminarMe gusta tu relato, Luis. De los de sorpresa explosiva al final, con cierto toque de humor ácido.
Un saludo
El chasco que se puede llevar una persona, cuando su relación empieza a fraguar, ante una sorpresa así, podría ser demoledora, creo. Se puede obviar, o mentir sobre la edad, gustos, cosillas así, pero en eso yo entiendo que no, Manuel díselo cuanto antes.
ResponderEliminarMagnífico micro, Luis.
Saludos
Estupendo, Luis. Me uno al aplauso general.
ResponderEliminarEl segundo párrafo, además de justificar el título, contiene una delicadeza tal que se impone sobre la faceta humorística. Esos momentos de felicidad irrepetible se nos antojan muy breves ante una realidad tan "palpable". Aunque, quién sabe, igual el primer Manuel nos sorprende con aquel famoso " nadie es perfecto".
Enhorabuena y un abrazo, Luis.
Enrique.
Ha llegado mi turno de levantarme para que la ola continúe.
ResponderEliminar¡Fantástico, Luis!
Un saludo.
Rosy, Margarita, Enrique, Antonio, gracias por pararos. Por supuesto que tiene un toque humorístico, pero me alegra saber que se percibe el terrible drama que hay también escondido. "50 palabras" es un formato que me encanta, y a la vez resulta francamente difícil.
ResponderEliminarBesos para todos.
Todo un mazazo para ambos Manueles. Muy buen micro y muy bien contado, Luis. Un saludo.
ResponderEliminarHay formas de guardar secretos que merecen aplausos, claro que sí. Los míos no te van a faltar.
ResponderEliminarSaludos.
Qué alegría verte, Paloma. Gracias. Bsss
ResponderEliminarSuper original, me encanta.
ResponderEliminarQuerido Luis, quiero sumarme al aplauso cincuentero, bravo!!!
ResponderEliminarMe ha venido a la mente aquella canción de Tam Tam Go, "Manuel Raquel", menos trágico este final tuyo, pero sobre el mismo tema.
Un beso fuerte.
Malu.
Cortp. Gracioso. Intenso. Cruel...Como la vida misma. Un millón de aplausos y vamos a pos el siguiente!!!
ResponderEliminarSe puede decir mucho con tan poco! Me uno a los aplausos!
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