De nombre Tardasoma
Nació salido de cuentas. Remiso para andar y hablar, le costó aprender a leer, no tanto a escribir. El trabajo se le resistió. Se enamoró tardíamente y nada de amoríos fútiles. Se desposó madurito y hasta rebasados los sesenta no llegó su único hijo.
Solo fue puntual en su sepelio.
Solo fue puntual en su sepelio.
Aunque seamos perezosos y rezagados, siempre llegamos puntuales a lo inapelable.
ResponderEliminarLa gran ley, es la gran ley.
Saludos
Hay situaciones que no son eludibles y que llegan cuando tienen que llegar.
EliminarGracias por tus palabras.
Espero que no se haga el remolón y cruce la luz con prontitud, jajaja. José Antonio, original y divertido. Un abrazo.
ResponderEliminarEstaría del todo que, llegado el momento, también tardase en elegir la luz...
EliminarMuchas gracias, Salvador, por tu comentario.
Seguro que habrá quien no sea capaz de ser puntual más que en esa ocasión en la que no queda más remedio y de la que nadie puede escapar. Una cosa es casi segura, tuvo que tener una vida tranquila.
ResponderEliminarUn abrazo, José Antonio
Tranquila y sin muchos agobios, al menos por urgencia de tiempo, Ángel. ¡Si es que hacía honor a su nombre!
EliminarMuchas gracias por tus siempre amables palabras que recibo con enorme orgullo.
Un abrazo para ti.
Es lo que yo digo siempre: se ha de hacer honor al nombre que a uno le han encasquetado. Aunque al final se mostró como todo un caballero y no hizo esperar a la dama de la guadaña. Ya lo siento por el pobre Tardasoma (qepd), pero ha sido leer la última frase y entrarme la risa. ¡Genial!, José Antonio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ese era mi objetivo inicial y final: Provocar unas risas, que también es importante reírse en los momentos más decisivos.
EliminarGracias, Fina, por aparecer siempre con prontitud para comentar mis "modestos" microrrelatos, unos comentarios que leo siempre con placer.
Un abrazo y nos seguimos leyendo.
Pero aquí lo tenemos, madrugando en 50 Palabras, con relato a primerísimos de mes.
ResponderEliminarCon paciencia, todo mal tiene enmienda.
Besos, J.A.
A quien madruga... la muerte ayuda (¿o no era así?). Me gusta eso que dices de la paciencia, Patricia. Y me gusta también que me dejes tus palabras. Y mucho más que me mandes besos.
EliminarPara ti otros cuantos. 50 por lo menos. ;)
Pobre hombre, tan impuntual con la vida, seguro que quiso compensar su descortesía a última hora. Pero por quedar bien, fijo. ;)
ResponderEliminarDivertido micro, José Antonio, no sé si habrá sido esa tu intención...
Un abrazo.
Esa era, y fue, mi intención, amiga María Jesús. Y me alegra que te haya resultado divertido porque, como ya he dicho antes, hay que reírse incluso en los momentos más decisivos, y finales, de esta maravillosa (y también puñetera) vida.
EliminarGracias por tu comentario y por tus palabras, tan atentas como siempre.
Un fuerte abrazo.
Bueno, no se portó más del todo, por lo menos no llegó a este (su sepelio) demasiado joven...
ResponderEliminarUn abrazo y un me gusta.
Sí, Rosy, podríamos decir que fue algo deferente. Creo, no obstante, que eligió un mal momento para serlo. Pero tampoco lo pudo elegir.
EliminarGracias por tu comentario y por ese "me gusta".
Un abrazo para ti.
Estimado José Antonio: el t´tulo no puede estar mejor elegido y permíteme que te diga que si tu personaje fue feliz, no importa que llegase tarde a casi todo. Solo llegó puntual a su última hora y, claro, a esa llegaremos puntuales todos. Aunque sé que está muy, muy, muy lejana para los cincuentistas.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Pablo
Llegaba tarde, pero dichoso, Pablo. No sé si tal dicha se mantuvo en el último momento, curiosamente cuando llegó puntual. ¡Y que Dios o quien sea te oiga! ¡Que aún tenemos que escribir muchas cosas, compañeras y compañeros del alma, compañeras y compañeros!
EliminarUn fuerte abrazo de vuelta para ti. ¡Y enhorabuena, "Cincuentista del Mes"!
Querido José Antonio, este protagonista ha hecho suyo ese refrán que dice: "nunca es tarde si la dicha es buena", por aquello de llegar siempre tarde a todo (haciendo honor a su nombre), excepto en el caso de su sepelio, que llegó puntual, ya se temía él que aquello no era nada bueno...
ResponderEliminarUn aplauso grande para este temprano relato de junio y un beso enorme para ti por traernos temas variopintos y contados con tanta maestría.
Malu.
No te falta razón, Malu. Si es que los refranes siempre aciertan. Hay momentos que son ineludibles, te llames como te llames.
EliminarMuchas gracias, como siempre, por tu comentario y por tu beso.
Otro muy grande para ti.
Chi va piano va sano e va lontano, ma chi va forte, va alla morte.
ResponderEliminarSaluti!
Grazie mille per queste parole, amico.
EliminarUn grande abbraccio.
He tardado en asomar a tu historia, José Antonio, o más bien en comentarla, ya que tus palabras llegaron tan puntuales como el sepelio del difunto. Y es que he querido digerirlas como merecen.
ResponderEliminarEs curioso, a mí no me ha provocado ni una sonrisa; es más, el señor Tardasoma me ha resultado plomizo, muy denso, desesperante por la parsimonia con que acomete sus tareas, un personaje trabado y aburrido que enlentece en demasía el ritmo de la vida y tiñe de tristeza lo que toca. Y siento lástima por su mujer y su hijo.
Posiblemente no tenga nada que ver con tu historia, pero en todas las lecturas he sentido lo mismo. Has conseguido, además, que las imágenes sean en blanco y negro.
En suma, que has rebasado mis sentidos, todos, porque hasta música oigo, aunque sea fúnebre. Y eso me gusta.
Un saludo, José Antonio.
Mi intención, Margarita, era ironizar sobre la muerte de la que, creo, también nos debemos reír, a pesar de lo circunspecta que se pone. Si a ti no te ha provocado sonrisa alguna, pues vale, es otra posible interpretación, ni peor ni mejor que las que hayamos podido tener otros lectores. Ahora sí, no cargues tanta culpa sobre el pobre Tardasoma que bastante tenía con llevar la pesada carga de su nombre.
EliminarPor lo demás, muchas gracias por tu comentario y por decir cuántas sensaciones diferentes te ha provocado.
Nos leemos. Saludos.
Qué paradoja la de la vida, pero siempre hay algo que nos iguala y que no podemos eludir. Me ha gustado mucho la agilidad de la narración y el título también es un acierto. Abrazos.
ResponderEliminarGracias, Belén, por tan amables palabras. Sí, la muerte es el momento en el que todos somos iguales. De hecho, creo que se dice que nacemos para morir, lo cual ya es triste. Por eso, lo mejor es disfrutar todo lo que podamos mientras vivimos. ¡Epicuro al poder!
EliminarUn saludo muy cordial.
Tardanzas avisada con su nacimiento y una vida a ritmo de camaleón en la que seguramente ha tenido que camuflarse de la prisa.
ResponderEliminarMe ha gustado el recorrido grisáceo con el que has descrito la vida de tu personaje. Espero que para llegar puntual al sepelio también se tomara su tiempo.
Un saludo y un placer leerte.
Gracias por tu comentario, Antonio. Fíjate que llegó puntual a ese momento porque no pudo evitarlo. Ahí, precisamente, nadie tiene el control.
EliminarSaludos.
Ante el apremio y la prisa de nuestro tiempo, cualquier cambio de marcha se convierte en noticia, cualquier diferencia de velocidad en un evento, en este caso, un relato, un gran relato.
ResponderEliminarAgradecido por tus amables palabras, Juan. Es verdad que vivimos en un ritmo frenético, pero mi protagonista quería hacer honor al nombre que le había tocado en gracia.
EliminarUn cordial saludo.
Conozco a algunas personas que serían capaces de llegar tarde incluso a su entierro, jajaja. Me ha gustado mucho cómo está contada la historia, José Antonio. Felicidades y un saludo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias,Matrioska, por tu comentario, con ese toque irónico de que conoces personas a las que la prisa no les inmuta ni lo más mínimo.
EliminarSaludos para ti.
Creo que todos, alguna vez, hemos tenido la sensación de que ciertas cosas de nuestra vida han llegado tarde o que ya se nos ha agotado el tiempo para hacer otras. Unos quisieran estudiar otra carrera; visitar un lugar, empezar a escribir, etc. Usamos como excusa que ya estamos viejos y terminamos sin hacer nada, como el personaje de este microrrelato que sólo llega a tiempo a su funeral. Muy bueno este micro, para reflexionar.
ResponderEliminarSaludos,
Ya he visto que a ti, Beto, te ha hecho reflexionar. Y lo bien que has reflexionado...
EliminarTe agradezco tus palabras, cargadas de verdad y razón.
Un saludo cordial.
No sé por qué, pero creo que este hombre fue tremendamente feliz. Las prisas nunca son buenas, no te permiten disfrutar de los momentos, aunque haya gente que se los tome con demasiada parsimonia.
ResponderEliminarMe he quedado prendada de tu título. Quizá él fuera el hombre que "tarde asoma", pero quien lo bautizó tenía tanta prisa que se comió parte de las letras de su nombre.
Gran micro, José Antonio.
¡Abrazos!
El nombre -voy a desvelarlo- es el apodo de una persona que vivió en el lugar donde vivo -en realidad no sé si ya llegó a su sepelio-, a quien le pusieron tal "seudónimo" porque al parecer llegaba siempre tarde a todas las citas que tenía. O como tú bien dices, aosmaba tarde a esas reuniones, fueran del tipo que fueran.
EliminarTe agradezco tus amables palabras, Microrelatate, y mucho más los abrazos que me ofreces, idénticos a los que te devuelvo.
Supongo que tener ese nombre es como nacer caracol o tortuga y, siendo así, lo más probable es que nunca defraudara ni sorprendiera a nadie con su actitud. Quizá en este momento haya alguien esperándolo en algún lugar, ajeno a la noticia de su muerte, sin extrañarse lo más mínimo por su tardanza. Este pintorescoTardasoma viene a representar a muchos conocidos y amigos de casi todos nosotros (también algunos se verán identificados con él), y tú lo has retratado perfectamente con ese arte lleno de solera que aflora cada vez que escribes algo, ya sea un relato como un comentario.
ResponderEliminarEnhorabuena, José Antonio, y un abrazo. Ah, y va mi me gusta, por supuesto.
Enrique.
Enrique, ¡tú sí que tienes arte! Cada vez que comentas uno de mis microrrelatos, leo más de una vez las palabras que me dedicas. Lo hago, primero, porque me gusta lo que dices, y, segundo, porque me llenas de autoestima (algo que se agradece de vez en cuando) y, para qué negarlo, de cierta vanagloria (humana, ciertamente).
EliminarEfectivamente, que alguien diga que no conoce a alguien que se toma las cosas con parsimonia. Este además, ya la llevaba en el ADN de su nombre, por lo que se veía en la obligación de hacer gala del susodicho.
Te reitero mis gracias por tan amables y precisas palabras, a la par que te agradezco ese "Me gusta". Y, por supuestísimo, te sigo leyendo...
Un fuerte abrazo.