Décimo mandamiento
Tres décadas después volvieron a encontrarse. Emocionadas, se pusieron al corriente: una, catedrática en una universidad de prestigio; la otra, ama de casa y con familia numerosa, acababa de estrenarse como abuela. Se despidieron con un cálido abrazo y el deseo de seguir en contacto. El otro se lo callaron.
Una inteligente narración sobre esa característica tan humana de desear lo que nos falta.
ResponderEliminarEnhorabuena FNR. Espléndido relato para abrir junio.
Un saludo.
Gracias, Antonio, por tus palabras. Es posible que tengas razón y que sea un rasgo inherente al ser humano esa tendencia a valorar en demasía lo que otros tienen en detrimento de los propios logros.
EliminarUn abrazo.
Créeme si te digo que no había leído el título y me parecía redondo ... En la segunda lectura ya con todo bien leído, me parece más que acertado.
ResponderEliminarEstá claro que nunca estamos conformes con lo que tenemos, siempre nos parece que es mejor lo del otro, muy bien contado, sí señora.
Ya veo que este mes se marca el nivel desde el primer relato.
Un beso fuerte querida Fina.
Malu.
Estuve a punto de mandar el micro sin título porque sólo se me ocurría ése o “Undécimo mandamiento”, ambos igual de reveladores y me resistía a fastidiar con el título la sorpresa final. Tras leer vuestros comentarios, me alegro de no haberlo dejado cojo. Te agradezco tus palabras, Malu, mas vuestros relatos sí que tienen nivelazo ;)
EliminarUn beso.
Muy bueno, Fina!! Qué sutil e inteligente planteamiento. Realmente no hace falta explicar nada más a cualquiera que sufra de "condición humana".
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo.
Enrique.
Nos hicieron imperfectos, pero en nuestra mano está convertir esas imperfecciones en virtudes: la envidia en admiración y respeto, por ejemplo; como lo que yo siento cada vez que leo alguno de vuestros relatos. Me alegro un montón de que te haya gustado mi historia, Enrique.
EliminarUn abrazo.
Fina, empezando por el título (que me gustan los buenos títulos) hasta el punto final dejas un micro que explica a la perfección los tejemanejes que nos traemos los humanos y que nos hace ser menos felices de lo que nuestra vida nos ofrece. A veces pienso que si no tenemos un problema, ya nos lo creamos nosotros mismos. Apertura de Junio con letras de oro. Una joya.
ResponderEliminarBesote.
Pablo
¡Huy! Tú tampoco eres nada exagerado, ¿eh?, Paco; pero como apasionada de las letras, amante de las joyas y enamorada del oro me lo tomaré como todo un señor cumplido y me lo creeré ;) Y sí, tienes razón. Es innegable la capacidad del ser humano para ver problemas incluso allí donde no hay. ¿O será que, a pesar de tanto anhelar la felicidad, realmente tememos ser felices? Sea como fuere, yo me siento muy feliz de formar parte de este grupo y vuestros comentarios han alimentado mi ego para lo que queda de año, por lo menos :D
EliminarUn abrazo, Paco.
Hola Fina, me ha costado entender..."el otro se lo callaron". claro, refiriéndote al otro deseo, el de la despedida y que esta encerrado en el título. Fíjate que sin eso, tu micro ya es perfecto.
ResponderEliminarBuen trabajo, me ha gustado mucho.
Un abrazo.
Gracias, Rosy. Como le he comentado a Malu, casi le hago llegar el micro a Álex sin título. Me alegra saber que no soy la única que lo ve innecesario.
EliminarUn abrazo.
El ser humano es inconformista e inquieto por naturaleza. Creo que está bien que así sea, en tanto la vida es movimiento y hay que evitar anquilosarse. Otra cosa es la obsesión por lo que no se tiene, y que nos cueste entender que es materialmente imposible tener todo, tampoco sería justo.
ResponderEliminarBuen inicio del mes.
Un abrazo, Fina
Como dijo en aquella ocasión el maestro Hu- Ssong a sus discípulos, cada uno ha de trabajar para ser superior hoy a aquel que fue ayer; o dicho de otro modo, no tenemos que compararnos con los demás, sino con nosotros mismos. Quiero pensar que también se refería a lo que poseemos y conseguimos. Gracias, Ángel, por tu comentario.
EliminarUn abrazo.
Gran pecado el de callarse la valía de los logros de los demás, que querríamos para nosotros. Con lo bonito que es alegrarse por la felicidad de quienes nos rodean y compartir ilusiones.
ResponderEliminarMuy bueno, Fina.
¡Eso es, Patricia! Pienso exactamente lo mismo que tú. El mayor pecado en mi historia no es tanto el desear estar en la piel de la otra (¿A quién no se le ha pasado alguna vez por la cabeza, aunque sea por unos breves instantes, imaginar lo maravilloso que sería ser Fulanito o Menganito, sin que el tal Fulanito o Menganito tengan que ser forzosamente famosos?), sino el hecho de no haber compartido ese deseo. ¡Cuánto no habría ganado esa amistad con dicha “confesión”! Definitivamente falta un mandamiento ;)
EliminarUn abrazo.
Unas veces por envidia, otras por admiración, cuántas veces encontramos en los demás algo que nosotros desearíamos tener.
ResponderEliminarEnhorabuena, Fina, por lo que tú tienes y compartes con nosotros.
Un abrazo.
Gracias por tu comentario, María Jesús. Poder compartir con vosotros este amor por las letras que todos sentimos es un auténtico privilegio.
EliminarUn abrazo.
Parece que ese cálido abrazo no logró templar los fríos silencios de esos treinta años.
ResponderEliminarBien contado, Fina.
Un saludo.
Sin duda, olvidaron decirse lo más importante. Gracias por comentar, Margarita.
EliminarUn abrazo.
Técnicamente, es un micro muy bueno. Tiene un inicio "in media res", sin contexto alguno (no lo necesita), caracterización de personajes con apenas un rasgo, uso limitado de adjetivos, un final con giro inesperado, pero coherente, y un título que cierra el relato.
ResponderEliminarLuego está la historia, comprensible y acertada.
Con todos esos elementos, claro, sólo puede salir un micro redondo.
Saludos
Me encanta el análisis que has hecho, Notincgas. ¡Bravo!, y gracias por tus palabras.
EliminarUn abrazo.
Te confieso que he tenido que repasar los Diez Mandamientos (de la Ley de Dios, como creo recordar que se decía) para saber cuál era ese décimo al que aludes en el titulo, aunque también, por tu perfecta narración, ya intuía a qué característica humana te referías.
ResponderEliminar¡Vaya cómo comienza junio! Así es imposible medio impactar con los mediocres relatos que uno escribe y manda. ¡Si es que no dais tregua...!
Un abrazo, Fina, que en este relato (y en otros también) has estado como tu nombre. ;)
¡Ah! Se me olvidaba mi cantinela: Va mi "Me gusta".
¡¿Mediocres tus relatos?! Ay, ay, ay. Mira que el octavo está aún peor considerado que el décimo, ¿eh? (je, je, je).
EliminarGracias, José Antonio. Tú siempre tan amable.
Un abrazo.
Estupendo micro, Fina. Es curioso cómo dejamos de disfrutar lo que tenemos por desear lo que tienen otros. Me ha encantado. Un saludo.
ResponderEliminarNo parece sino que todo lo de los demás, sea lo que sea ese todo, siempre es mejor que lo nuestro. Me alegra que te haya gustado, Matrioska.
EliminarUn abrazo.
Como se suele decir, qué mala es la envidia. Comparto opinión con los compañeros: un micro redondo, acertado y real que auguro va a dar mucha guerra este mes.
ResponderEliminarEnhorabuena, Fina.
¡Besos!
Gracias, Microrelatate, pero el mes no ha hecho más que empezar y los mejores relatos van detrás de éste ;)
EliminarUn abrazo.
Otra que ha tenido que repasar los mandamientos, un micro en el que el título es un perfecto final. Muy bueno.
ResponderEliminarGracias, Shantala. Me alegro de que te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Cuando se hace balance de una vida hay que valorar lo que se tiene y luchar por lo que aún se puede conseguir. En la amistad no cabe la envidia. Muy bueno, Fina. Un abrazo.
ResponderEliminarUna amistad bastante "light" sería ésa, sí. Gracias por tu comentario, Salvador.
EliminarUn abrazo.
Un micro muy bueno, honra al género. Me gusta la agilidad en la narración y el cierre de la historia en la que cada personaje anhela lo que tiene la otra. Reitero, muy bueno.
ResponderEliminarSaludos.
Me alegro de que te haya gustado, Beto.
ResponderEliminarUn abrazo.