El silencio de los pobres
De los escombros de la mísera covacha extraen a un niño, milagrosamente vivo en medio del apocalipsis. Poco importa que el polvo en la garganta le impida hablar, sus padres no pueden explicarle ya por qué la naturaleza ha vuelto a cebarse con quien menos tenía. También Dios permanece callado.
Todo iría mejor si dejaramos los milagros de Dios en los cuentos de hadas para adultos y nos ocuparamos de los que son capaces de hacer los hombres. El milagro de los hombres se llama prevención y empatía.
ResponderEliminarPocos barrios adinerados o cuidades prósperas se construyen sobre fallas o accidentes geográficos sin poner medios para paliar los efectos que la naturaleza provocará tarde o temprano.
Impecable factura, Ángel. Como siempre
Un saludo
Se puede?
EliminarPerdón por la intromisión. Suelo comentar, antes de leer las demás opiniones, pero algo me decía que debía leer tu comentario.
Como yo no lo haría mejor, aplaudo tus palabras y las hago mías... pues pareciera que me hayas leído el pensamiento... te felicito Antonio.
(espero que Ángel no me regañe mucho...)
Antonio, tratamos de buscar culpables o imploramos la ayuda divina, cuando, como bien dices, mucho llevaríamos adelantado con buena voluntad y un prevenir antes que curar. Lo has resumido perfectamente: "prevención" y "empatía". Muchas gracias por tu comentario, como siempre, amable y atinado. Un abrazo
EliminarRosy, pues claro que se puede y no sólo no te regaño, sino que agradezco tu visita y te invito a merendar si quieres. No me extraña que estés de acuerdo con Antonio y lo bien que ha expuesto las causas de que estas tragedias naturales sean tan devastadoras. Un abrazo
EliminarMuy bello Ángel,coincide con el pensamiento de mi twet sobredios.
EliminarGracias, Mercedes, me alegro de haber coincidido contigo en conceptos y, sobre todo, de que te hayas pasado por aquí.
EliminarUn abrazo
Hola, Ángel.
ResponderEliminarImpecable relato en el que, con tu maestría, cuentas el sentimiento de las víctimas de cualquier terremoto (supongo que te habrás acordado del de Nepal) que, casi siempre, azota a los terrenos donde viven los más necesitados de ayuda. En cuanto a que parece que Dios mira para otro lado, he recordado el título secundario de un libro de Guillermo Fraisser llamado. 'Cándida' (cuando Dios aprieta, ahoga pero bien).
Por cierto, que no se me pase: excelente título ; ).
Un fuerte abrazo, genio.
Pablo.
Hola, Pablo.
EliminarMuy apropiada alusión al libro y película de la mitad del genial dúo Gomaespuma, a los que se echa de menos. En la mente de todos está Nepal, pero por desgracia, una hecatombe como esa queda diluida en el tiempo y borrada con la siguiente, que a veces hasta sucede en el mismo sitio. No sé quién será el que aprieta, pero a veces es implacable.
Un abrazo igual de fuerte. Para genio tú.
Magnífico Ángel, el título un acierto total, ya los sabes, ¡cuánto disfruto leyéndote...!
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Rosy, ya sabes también que para mí es mucho lo que me aportan tus letras.
EliminarUn abrazo
Magnifico relato. Un silencio ahogado en polvo, un sentimiento de impotencia ante una naturaleza devastadora. Un pequeño milagro en medio de esa apocalipsis.
ResponderEliminarTienes arte y nosotros disfrutamos de ello. Un beso, ya sabes que me encanta leerte.
Has descrito perfectamente la situación del protagonista, con esa maestría tuya con la que dominas todos los géneros.Eso sí que es arte para disfrutar.
EliminarUn abrazo
Pues no sé qué es peor, que Dios permanezca callado o que mire para otro lado. Puedo admitir su silencio, porque hay situaciones que nos dejan sin palabras, pero de ninguna manera puedo aceptar su ceguera, porque se supone -y así nos lo han hecho creer- que lo ve todo.
ResponderEliminarMagnífico relato (¡No sé de qué me asombro!) de denuncia social y, de paso, de denuncia de creencias y otras zarandajas religiosas.
Va mi "Me gusta" (no podía ser menos) y un fuerte abrazo, amigo Ángel.
El problema con la divinidad, José Antonio, es que quizá nos hayan hecho creer lo que no es, de ahí que luego nos quedemos, valga la redundancia, incrédulos. Cuánto se podría hablar sobre esto.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, que sin duda enriquece el texto y su significado.
Otro abrazo fuerte para ti, amigo, y gracias otra vez
Me ha gustado mucho el enlace del título con la última frase. Y las sobrias y contundentes palabras que has elegido para regalarnos un relato que parece sencillo, pero que es una bomba atómica, amigo.
ResponderEliminarEsta vez, no hay abrazos sino un apretón fuerte en la mano de escribir para que se me pegue algo.
Y besos.
Si alguien hay con creatividad y dotes para dar y regalar es la mano que ha escrito tu comentario, no hay más que leerlo.
EliminarCorrespondo gustoso a tu apretón, con la esperanza también de que se me contagie algo bueno.
Besos y abrazos
Buenísimo Ángel, es una escena atroz y muy reconocible en cualquier telediario. Siempre nos deja en silencio.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Besicos
Hola
EliminarTe le reconocido (tú siempre junto al mar) pero no te llamo por tu nombre por respeto a tu seudónimo (curioso, por cierto). Bajo un silencio dramático quedan los afectados; en un silencio de impotencia, al menos durante unos momentos, quedamos los espectadores.
Gracias y un abrazo
Me parece admirable, Ángel, cómo has construido un relato tremendo y denso con unos trazos excelentemente escogidos. Con sencillez y sin efectismos innecesarios. ¡Tres hurras por ti, maestro!
ResponderEliminarOtra maestra que dice que soy lo que ella es. Sabio sería quien diera con la fórmula para que estas tristes realidades no volvieran a repetirse. Es una lástima que parezca tarea imposible y al final se imponga el silencio.
EliminarMil gracias, Belén, tú sí que eres digna de admiración.
Muy bueno!!
ResponderEliminarLorenzo, no sé cómo habría que denominar al galardón que mereces por estar en todas partes, ser tan amable y escribir como lo haces. Por mi parte, sólo se me ocurre darte las gracias y enviarte un abrazo
EliminarSe puede gritar el dolor, pero se requieren de silencios para poder ver lo que duele. El murciélago emite gritos, y cuando calla es el eco el que lo ubica. Que el silencio sirva para observar mejor y para poder reflexionar y actuar. Saludos Ángel.
ResponderEliminarEl elocuente silencio es lo que sitúa al protagonista en la nueva realidad que tendrá que vivir a partir de ahora, en la que nadie va a contestarle.
EliminarGracias por tu comentario. Un saludo, Ricardo
¿Cómo no me va a gustar? Tiene todo lo que hay que tener para conquistar al lector, cierto grado de intriga, honestidad, un final contundente y una trama que circula bajo cuerda. Estupendo Ángel.
ResponderEliminarQué más se puede pedir que un comentario como el tuyo, así da gusto. Muchas gracias, Paloma. Me alegro de que te guste.
EliminarUn abrazo
No sé si la naturaleza es sabia, pero, desde luego, sí implacable y demoledora. "También Dios permanece callado", esta frase daría para debates acalorados sobre creencia y fe, pero siempre me quedo con la sensación de que nosotros también estamos mudos ante la vulnerabilidad de estas zonas. Tu enorme relato, Ángel, es sin duda un granito de arena para ese grito de justicia. Me estoy alargando demasiado, así que acabo. Simplemente, quiero ser optimista, aún tengo fe en el ser humano. Un abrazo.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo. No hay que pedir ni esperar algo que venga de fuera. La solución, que seguro que existe, está en nosotros mismos. Puedes alargarte todo lo que quieras, yo encantado, al tiempo que respeto y quiero compartir tu optimismo.
EliminarGracias por tus palabras y un abrazo, Salvador
Nítido retrato de la tragedia y la impotencia de las personas que la sufren. Los dioses que el hombre ha ideado, no es raro que callen, nada pueden hacer ante la todopoderosa naturaleza.
ResponderEliminarAfilado y contundente relato. Enhorabuena, Ángel. Un abrazo.
Los hombres se creen dueños de todo, incluida la naturaleza, que a veces parece rebelarse para poner las cosas en su sitio, lástima que los que más sufran siempre sean los mismos. "Los dioses que el hombre ha ideado no es raro que callen", se podrá estar de acuerdo con ello o no, pero esa sí que es una afirmación llena de fuerza.
EliminarUn abrazo, José, y muchas gracias
Es curioso. a pesar de que tu relato gira en torno al silencio, no he podido evitar el escuchar el estruendo del cataclismo, los gritos de las víctimas y los lloros de los niños, y sobre todo, ese ruido en las entrañas por la injusticia suprema que representa la pobreza extrema en este nuestro mundo de opulencia.
ResponderEliminarAbrazos, Ángel
Un silencio precedido del estallido que acompaña a un gran castigo colectivo; el grito callado de la injusticia, que debería de golpearnos hasta que consiguiéramos acallarlo entre todos.
EliminarGracias por tu atinado comentario y abrazos también para ti.
Duro micro, Ángel. La voz y la vida sesgada de los pobres y, el silencio y el desdén de los que no lo son. No creo que haya un dios castigador, sino hombres ambiciosos e insolidarios. Un saludo.
ResponderEliminarAl margen de creencias, todas respetables, como también la ausencia de ellas, es cómodo dejar todo en las manos de un ser superior, qué mejor manera de seguir con nuestra indiferencia y egoísmo.
EliminarMuchas gracias y un saludo
Dura realidad y magnífico micro Ángel. Me gusta mucho. Besitos
ResponderEliminarOjalá estas humildes cincuenta palabras sirvieran para suavizar un poco una realidad tan implacable.
EliminarMe alegro de que te guste, Carmen. Besos
Por suerte, Ángel, tú no permaneces callado, y yo me mantengo en silencio mientras leo tus historias.
ResponderEliminarUn abrazo.
Por suerte, siempre sabes qué decir, lo haces de forma admirable y yo tengo la fortuna de leerte.
EliminarGracias y un abrazo, Margarita
Una historia narrada con mucha sensibilidad, para sacar de su letargo tanto a los hombres como a Dios. Muy bueno Ángel.
ResponderEliminarSaludos.
Ese letargo que tan ciegos nos hace y en el que parece que tan cómodos estamos.
EliminarSaludos, Beto. Muchas gracias por pasarte por aquí
¿Pero no era Dios quien mandaba los cataclismos y las plagas como castigo? Normal que no diga nada. Si le diese por aparecer en una de estas lo más coherente sería leerle sus derechos.
ResponderEliminarPerfecto como siempre, Ángel; tocando temas y sentimientos universales y poniendo el dedo donde más duele. Haciendo pensar sobre todo. Estoy de acuerdo con Jose en que los dioses los hemos fabricado nosotros. El talismán colgado del pecho de un cazador prehistórico bien podría ser la semilla de una gran especie invasora. Evidentemente, es solo una opinión, como también pienso que a menudo vivir en la fe puede aportar felicidad.
No me extiendo más, Ángel. Enhorabuena y un fuerte abrazo.
Enrique.
Un animal, por inteligente que sea, sigue sus instintos y cumple un ciclo vital. Los hombres también, pero además se preguntan y temen lo que no saben: qué habrá después de su existencia, por qué ocurren las cosas, cómo se podría dominar lo que se escapa a su control, quién ha creado todo. De ahí el inventar un ente superior como respuesta, o pensar o intuir que algo más debe de haber aunque no haya pruebas fehacientes de ello. Yo tampoco quiero extenderme más, porque el tema daría para una vida entera y no sabríamos encontrar una respuesta definitiva, nadie lo ha hecho. En todo caso, me alegro de que unas cuantas palabras hagan pensar y, sobre todo, de que te haya gustado.
EliminarMuchas gracias, Enrique. Un abrazo fuerte
A veces ese dios que buscamos en lo oscuro de la tinta, permanece callado y hace que los que aman las letras escriban relatos tan buenos como éste.
ResponderEliminarAngel, felicidades.o
Tienes razón, José María, consciente o inconscientemente, todos buscamos esa divinidad que nos ayude a comprender el mundo o a paliar nuestra zozobra, algunos lo intentamos utilizando como herramienta algo que amamos: las palabras.
EliminarAgradezco mucho tu comentario y te mando un abrazo, además de recuerdos para esa persona que te acompaña y sabe mucho de trenes.
Tan bueno como profundo. Otra vez te veo en las votaciones finales.
ResponderEliminarAbrazo.
Eso lo decidirá el jurado que, como sabes, nunca lo tiene fácil, con tanto y tan buen escritor, tú entre ellos, que cada día hacen y engrandecen Cincuenta Palabras. Yo agradezco mucho las tuyas.
EliminarUn abrazo fuerte, Rafa
Dios no existe. Saludos.
ResponderEliminarHay opiniones para todos los gustos y todas son respetables, al igual que tu anonimato. Yo agradezco la tuya y que te hayas pasado por aquí. Un saludo
EliminarLo que más me gusta es el título. El mensaje es una muy antigua pregunta que se hacen los creyentes.
ResponderEliminarHombre, Javier, qué alegría verte por aquí.
EliminarComo bien dices, se trata de una pregunta a la que nadie parece saber contestar, comenzando por el interpelado.
Gracias por pasarte a comentar.
Un abrazo
Querido Ángel, perdona mi tardanza este mes.
ResponderEliminarEs la gran pregunta de los que creen en Dios, si de verdad existe, ¿por qué permite barbaridades?
Magnífico relato que nos,deja,con el corazón encogido y dando vueltas a todo lo referente a la Fe.
Un beso enorme.
Malu.
Por favor, Malu, no hay nada que perdonar, qué me vas a contar a mí del tiempo. Si estas cincuenta palabras hacen pensar un poquito y a ti te han gustado ya las doy por buenas.
EliminarMuchas gracias y otro beso para ti