En un motel de cine
El agua mana del rociador arrastrando la tensión acumulada los últimos días. Súbitamente, la cortina se abre. Una silueta de mujer empuña un cuchillo que hunde repetidamente sobre el cuerpo mojado de la joven. Música y gritos se aúnan en estridente fragor mientras la sangre fluye mansa hacia el sumidero.
Matrioska, grandioso homenaje al maestro del suspense. Inconfundible esa escena de Psicosis, la novela de Robert Bloch, que tan bien supo trasladar a la pantalla Hitchcock.
ResponderEliminar¿Sabes que se pensó en que fuera una película para la televisión, de ahí el blanco y negro, que hacía años había abandonado el director británico? Mas al ver el resultado fue a las salas de cine de cabeza.
Enhorabuena por tu estupendo micro.
Un besote.
Pablo
Algo oí no hace mucho sobre lo que comentas. Lo que no sabía es que en esta escena, Hitchcock solo quería que se oyesen los gritos de Marion y el agua correr. Menos mal que al final le convencieron y dejó que los violines, con ese sonido tan agudo emulando las cuchilladas, dieran esa fuerza tan brutal e impactante a la escena. Muchas gracias por tu visita y comentario, Pablo. Otro besote.
EliminarSi escuchas esos violines por la radio, en tu cabeza aparece la imagen que has desplegado tan bien en tu micro. Por otra parte esa melodía solo tiene cabida en esa escena. Suelta sería un conjunto de ruidos sin ningún sentido.
EliminarSaludos.
Pablo
Matrioska, tu relato fluye como la sangre de tu protagonista. Una de las escenas más famosas del cine perfectamente resumida, donde el movimiento es parte del escenario que has construido tal cual ocurre en la secuencia original.
ResponderEliminarBien contado hasta el asesinato puede ser bello.
Muy bien contado.
Un saludo
Muchas gracias, Antonio. Hay ocasiones en las que me gusta meterme en líos y esta ha sido una de ellas, contar la escena en cincuenta palabras era un reto pero, me he divertido mucho haciéndolo. :) Gracias de nuevo y un saludo.
EliminarUna escena de sobra conocida muy bien contada. Me ha encantado.
ResponderEliminarEnhorabuena!!!
Besos
Muchas gracias, Carmen. ;-) Un beso.
EliminarLa próxima vez que me siente a ver "Psicosis", al llegar a la escena que nos narra espléndidamente Matrioska, ya sé lo que tengo que hacer: Para el reproductor, leer su/este relato y avanzar rápido hasta superar lo de la sangre fluyendo mansamente hacia el sumidero.
ResponderEliminarVa mi "Me gusta", Matrioska, porque si ya me gustaba la película, ahora también me gusta esta breve narración de una parte, la fundamental creo, de aquella.
Saludos.
Jajaja, veo que eres de los que cierra los ojos con la escena, seguramente como yo, en cuanto se intuye la sombra de la “bicha” tras la cortina de la ducha.:) Muchas gracias por todo, José Antonio. Un saludo.
EliminarUna sola escena puede hacer que una película sea recordada por siempre, la de “psycho” es de escalofríos. Excelente homenaje.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias, Beto. Es verdad lo que dices, escenas como esta o la de Tiburón al comienzo de la peli, son de las que no se olvidan. Un saludo.
EliminarMatrioska, con tus cincuenta palabras el maestro Hitchcock hubiera filmado la escena tal como lo hizo. Difícil y precisa síntesis. Enhorabuena. Abrazos.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, Salvador, aunque, no es tan difícil una vez ideada y rodada la escena por él y vista un montón de veces por mi, jajaja. Un saludo.
EliminarUna escena mítica, que ahora une, a su justificada fama, cincuenta buenas palabras que la resumen y describen como merece.
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias por tu visita y por tu comentario, Ángel. Un saludo.
EliminarSiempre gusta hablar de nuestros amores. Hay tantas escenas del cine que podrían inspirarnos... Tu has elegido una universal por antonomasia y la has contado a la perfección.
ResponderEliminarEnhorabuena, Matrioska, y un abrazo.
Enrique.
Muchas gracias, Enrique. Un abrazo.
EliminarA pesar de haber visto la escena un puñado de veces -(y de no poder evitar abrir los ojos cuando estoy en la ducha con el pelo enjabonado, ¡y mira que han pasado años y duchas!)-, me has estremecido con tu relato y has conseguido que lo lea y relea y lo vuelva a leer como si fuese la primera vez.
ResponderEliminarUn saludo, Matrioska.
Seguro que no eres la única que abre un ojillo siempre por si acaso, jajaja. Muchas gracias, Margarita. Un saludo.
EliminarGran película, increíble escena y geniales 50 palabras que la describen a la perfección. Al releerlo no puedo dejar de escuchar los violines, Un saludo y un ¡me gusta!
ResponderEliminar¡Ay, esos violines escalofriantes! Jajaja. Muchas gracias, Sandra. Un beso.
ResponderEliminarTe ha quedado un micro intenso, disfrutable, felicidades.
ResponderEliminarTe agradezco mucho la visita y el comentario, Paloma. Un saludo.
ResponderEliminarNo puedo evitar los escalofríos. Confieso que yo también abro los ojos en la ducha.
ResponderEliminarLa escena no puede estar mejor contada y la última frase con esa sangre fluyendo mansa es muy buena, te felicito Matrioska.
Un beso fuerte.
Malu.
Lo mejor es poner una de esas mamparas cuyas hojas no se deslizan así tires de ellas para evitarnos el estrés cada vez que nos metemos en la ducha, jajaja. Muchas gracias, Malu, otro beso fuerte para ti también.
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