Enigma
Había empezado a balbucear mis primeras palabras cuando mi madre se empeñó en que aprendiera inglés. Luego vinieron el francés, el alemán, el italiano, árabe y por fin, chino mandarín. Entender a Joyce, Zola, Goethe, Pirandello, Averroes y Confucio y encontrar indescifrable, ininteligible, incomprensible lo que quiere decir mi madre.
Jajaja...después de tantos conocimientos no va a poder entenderse con las personas que se cruza por su casa.
ResponderEliminarMuy agudo.
Besos.
Pablo
Gracias, Pablo! Es que hay madres que superan todo lo escrito jajaja
EliminarBesos de vuelta
Mis padres, que no pudieron tener apenas estudios, nos decían a mi hermano y a mí que había muchas cosas que no estaban en los libros y tenían toda la razón del mundo. Podemos entender el pensamiento alambicado y profundo de alguien lejano y ajeno, y no comprender a quien tenemos al lado, quizá es que, en el fondo, no lo intentamos.
ResponderEliminarUn saludo
Cuanta razón tenían tus padres, Ángel! comprensión y conocimiento muchas (muchísimas) veces no guardan relación...Saludos!
EliminarA mí la mía me decía que la entendería cuando yo fuera madre. Como no lo he sido, así seguimos, con nuestros tiras y aflojas...
ResponderEliminarMuy bueno, María. :)
Gracias, Patricia! Quizás sea mejor así :p...Un saludo
EliminarCuestión de esperar unos añitos, y verás qué bien entiendes a tu madre, y sin necesidad de estudiar nada. ¿O sí...?
ResponderEliminarUna interesante reflexión, María, (más allá de los idiomas).
Muchas gracias, Maria Jesús! Me alegro de que te haya gustado!
EliminarEs que algunas madres tienen un acento cariñoso muy cerrado que hace difícil entenderlas a la primera, e incluso a la segunda y a la tercera. Y los traductores simultáneos escasean. ¡Ay, la riqueza lingüística es lo que tiene!
ResponderEliminarUn saludo, María.
Jajaja... Cierto, Margarita....Saludo de vuelta!
EliminarLos humanos somos muy de emplear la forma para buscar lo que nos diferencia en lugar de quedarnos con el contenido para encontrar lo que nos une.
ResponderEliminarEso pasa mucho con las lenguas: No es importante cómo lo digo, lo es que me entiendas.
Y esta idea la veo reflejada en tu relato, María.
Saludos
Interesante reflexión, Antonio...Un saludo
EliminarJajaja. No sabía por dónde nos ibas a salir y lo has hecho de la mejor manera posible, sorprendiendo. Muy bueno tu micro, María. Un saludo.
ResponderEliminarMe alegro, Matrioska de esa sorpresa...Gracias!
EliminarEl lenguaje de las madres, a veces un arcano. ¿O somos nosotros que no queremos entender, comprender, lo que nos dicen? Lo cierto y verdad es que, en ocasiones, ni C-3PO con sus seis millones diferentes de formas de comunicarse sería capaz de descubrir qué nos quieren decir.
ResponderEliminarSimpático micro, María, y muy bien narrado. Así que ahí llevas mi "Me gusta" y con él, como suele decir, mi reconocimiento y un saludo cordial.
Muchas gracias, José Antonio! Saludos para tí también
EliminarEntiendo tan bien a tu protagonista...
ResponderEliminarMuchos dicen que los hijos deberíamos venir con un manual de instrucciones debajo del brazo cuando nacemos, pero pienso que también deberíamos venir con un traductor de madres incorporado, especialmente para descifrar mensajes como "niño, acércame el ese que está en el eso".
Gran micro, María. Divertido, original y real.
¡Abrazos!
Jajaja Microrelatate...Patenta ese traductor y salvarás muchas vidas! Un abrazo para tí!
EliminarMuy bueno y divertido, María, además de lograr hacernos pensar. Definitivamente, cada vez resulta más difícil el entendimiento entre generaciones.
ResponderEliminarEnhorabuena y saludos.
Enrique.
Muchas gracias, Enrique!... Saludos!
EliminarLos relatos con toques irónicos y humorísticos ganan muchos enteros si la voz que los narra es firme, como la tuya. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias, Paloma por tu comentario...Me alegro de que te haya gustado! Un abrazo.
EliminarIronía asegurada tras las palabras eternas de las madres. un relato inteligente con sabias palabras de tu parte.
ResponderEliminarUn beso de para tu buen hacer con las letras, María.