La nada
No puedo más. Esta continua sensación de caída libre. No sé cuánto tiempo llevo así. Ni qué hora es. No funciona el reloj. Todo está oscuro. No sé cuánto tiempo llevo aquí. ¿Estoy vivo? ¿Estoy muerto? Es igual. Tendré que acostumbrarme, pero, ¿a qué? ¿Hasta cuándo? ¿Qué hay después? Nada.
Querido Gil: esa es la gran pregunta ¿Qué hay después? Has conseguido crear una atmósfera claustrofóbica que agobia y hace pensar en un tema trascendente.
ResponderEliminarMuy bien contado, lo que no es una sorpresa viniendo de ti.
Saludos.
Pablo
Gracias, creo que viniendo de ti es un halago inmerecido, seguiré aprendiendo de vosotros, que sois los que me enseñáis a sintetizar.
Eliminarsaludos
Sigo cayendo, Santiago. Aún me dura la sensación de leer sin frenos.
ResponderEliminarMe ha parecido magistral. Es relativamente sencillo crear un relato de sentimientos, pero no de sensaciones, y tú has conseguido empotrarme el vértigo.
Enhorabuena.
Se trataba de provocar sensaciones.
EliminarGracias por tu comentario- Saludos, te sigo el rastro.
Saludos
Frases cortas, contundentes. Si querías transmitir con tu micro angustia, felicidades, lo has conseguido, Gil. Me ha gustado mucho. Un saludo.
ResponderEliminarNo se trataba de transmitir angustia, sino simplemente de provocar sensaciones, cada cual lo puede interpretar de distinta manera, pero era eso lo que queria, provoar la sensación de vació.
ResponderEliminarSaludos, y gracias por tu comentario.
No queremos pensarlo, en su lugar, nos aferramos al día a día, pero vivimos en un continuo abismo, donde cada segundo nos acerca más a ese fondo del que, por mucho que nos cuenten, nada sabemos, que quizá no sea más que eso, "nada", y la vida un soplo efímero en permanente caída libre, de ahí nuestra inquietud constante. Cincuenta Palabras que encierran un fuerte existencialismo. Si lo que querías era transmitir sensaciones que todos albergamos, a la vez que hacer pensar, tengo que decirte que lo has conseguido.
ResponderEliminarUn abrazo
¿Terror al vacío? Me recordó el mito de Sísifo plasmado en el ensayo de Albert Camus.
ResponderEliminar¡Lo que da de sí la nada y la cantidad de sensaciones que encierra su vacío!
ResponderEliminarAunque eso sólo es posible con una historia tan bien contada como la tuya.
Saludos, Gil.
Ay José María, que me quedo sin oxígeno ... qué sensación de ahogo, de angustia ...
ResponderEliminarUn micro muy grande, sí señor, felicidades.
Un beso para ti y otro para la hija del ferroviario.
Malu.
El después, puede ser tal y como lo has contado, o ¿no?.
ResponderEliminarUna hipotesis perfectamente válida y bien explicada creando infinitas posibilidades.
Suerte y abrazo
Nos preguntas al final de tu relato "¿Qué hay después?". Y nos contestas "Nada". Pues yo te quiero llevar la contraria, Gil Hernando (José María): ¡TODO! ¡Todo un soberbio relato para dejarnos sin aliento, para recordarnos lo frágiles que somos!
ResponderEliminarVa mi "Me gusta" y todo mi reconocimento para tu relato que nada tiene de vacío.
Saludos.
Sí que hay algo, sí. Hay una angustia bien narrada.
ResponderEliminarSaludos
ACABO DE VER EL RESTO E COMENTARIOS QUE ME HABÉIS HECHO A ESTE RELATO DESPUÉS DE PASAR VARIOS DÍAS Y SEMANAS SIN VOLVER ATRÁS
ResponderEliminarGRACIAS A TODOS.
OS INTENTARE CONTESTAR UNO POR UNO, AUNQUE ESTO SE LLAMA VICIO DE ESCRIBIR.