Mejor solo
Hablaba sin parar, en el metro, en la cafetería durante el desayuno o incluso cuando volvía a casa de hacer la compra. Le parecía una lata tener un amigo imaginario porque los demás se empeñaban en criticar su elegida soledad. No entendía eso de "seres sociales".
—Póngame un café. Solo.
—Póngame un café. Solo.
Una vez conocí uno de esos tipos antisociales, de los que se encierran en sí mismos huyendo de la vida en compañía. Este también apreciaba el café… solo. ;)
ResponderEliminarBuen relato, Carmen. Un saludo.
A veces es mejor estar solo que mal acompañado y es que, a veces, la soledad acompaña más que una mala compañía.
ResponderEliminarUn besote. Me gustó.
Pablo
La soledad escogida y llevada hasta el extremo. Una opción tan respetable como cualquier otra. Buen micro, Carmen. Un saludo.
ResponderEliminarSomos seres sociales, pero no podemos ni debemos serlo siempre, creo que todos necesitamos nuestros momentos de soledad, pero tampoco podemos habitar eternamente en ellos como tu protagonista. El famoso término medio suele ser el camino.
ResponderEliminarUn abrazo, Carmen
Y ese amigo imaginario seguro que le llevaba la contraria. Si es que uno ya no está tranquilo ni consigo mismo.
ResponderEliminarA ti, abrazos; a él, le dejo con sus cosas. :)
Quizá si le invitase a un café, su amigo no hablaría tanto. ¡Pobre amigo invisible, qué solo debe de sentirse! Tengo yo un par de ellos por aquí que seguro que hacen buenas migas con él; dile que se venga que tenemos leche para el café.
ResponderEliminarUn beso grande, Carmen.
Hay que escuchar de vez en vez a esos amigos imaginarios y dejar de tomar café solo.
ResponderEliminarUn beso Carmen.
Malu.