Por imposible
Desplegó sus alas en toda su envergadura y las comenzó a batir. Primero suavemente, luego con una aceleración en sus movimientos. E inició el despegue, buscando el cielo de una manera ingrávida. Una cristalina lágrima resbaló, entonces, por su angelical mejilla, testigo de su completa incapacidad por mejorar el mundo.
Para empeorarlo ya lo hacemos con una extraordinaria maestría los humanos. Así que mantengamos, en lo posible, esa ingenua esperanza y sigamos pensando que los ángeles puedan mejorar este mundo. Por lo que a mí concierne, sigo creyendo en ellos, los veo todas las noches instalados en las cuatro esquinitas de mi cama.
ResponderEliminarMuy bueno, José Antonio. Un fuerte abrazo.
Quizá sea ese nuestro principal defecto: que hacemos que lo malo, sea peor.
EliminarEse ángel, desesperado, dimitió, se fue literalmente volando. Pero afortunadamente, dicen, hay un ejército. Seguro que entre tantos hay uno con la suficiente paciencia para enderezarnos. O al menos, para mejorarnos en algo.
Haces bien, amiga María Jesús, en creer en ellos. Yo también tengo cierta esperanza.
Gracias por tu comentario y un abrazo.
Gran micro, José Antonio.
ResponderEliminarEl mundo ya no lo arregla ni los ángeles.
Como siempre, con tu gran maestría, muy bien contado.
Esa lágrima angelical dice todo lo que siente tu Ángel.
Un abrazo.
Pablo
La lágrima es de impotencia más que de tristeza. Tú sabes, Pablo, que por Sevilla (al menos por mi pueblo) se dice eso de dar a alguien por prenda "rematá", sin solución. Eso creo que pensó este ángel. Pero tengamos esperanza (¿no es lo último que se pierde?).
EliminarMuchas gracias por tu comentario y un abrazo también para ti.
Muy bien descrita esa impotencia del angel. Enhorabuena Jose Antonio
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Tony, por tu amable comentario.
EliminarUn saludo.
La impotencia la encontramos hasta en los tiernos querubines del cielo que siempre han creído conocer a la perfección lo que nos conviene y como vendérnoslo. Ni siquiera los Ángeles tienen claro que, para conquistar el corazón de los hombres, primero se debe de liberar de prejuicios y absolutismos el propio.
ResponderEliminarEn la plasticidad de tu narración casi se puede palpar ese sentimiento de impotencia, y eso, amigo José Antonio, no lo consigue todo el mundo.
Me ha gustado, si señor.
Me agrada mucho, Antonio, que me digas que he sido capaz de reflejar con palabras esa impotencia angelical por mejorar el mundo en el que vivimos. Son palabras las tuyas que me llena de satisfacción y que me estimulan para seguir contando historias.
EliminarMuchísimas gracias por tu elogioso comentario, inmerecido por mi parte.
Un saludomuy cordial.
Me ha parecido un micro con una fuerza visual notable. Provocas empatía ante la desesperanza de ese ser alado. Me ha gustado mucho, José Antonio. Un saludo.
ResponderEliminarEs verdad que yo sentí esa misma empatía a la que aludes, Matrioska, cuando lo escribí; una cierta solidaridad con ese ángel, incapaz de remediarnos, pero que creo que, en lugar de salir volando, tendría que haber persistido aún más.
EliminarSaludos.
Quizás no tengan sexo, pero con tu relato queda demostrado que de impotencia sí que sufren, los pobres Ángeles.
ResponderEliminarGran micro, José Antonio.
Un abrazo.
¡Jajajaja! Buen juego de palabras, Notincgas. Y muchísimas gracias por tu comentario.
EliminarAbrazos.
Si hasta un ser tocado por la divinidad lo da todo por imposible, es que poco remedio tenemos, o quizá es que ese remedio debemos ponerlo nosotros, todos y cada uno, en lugar de esperar siempre la ayuda externa de alguien con poder, llámese Creador, superhéroe, o extraterrestre bondadoso.
ResponderEliminarUn abrazo, José Antonio
Pues sí, Ángel. Esa tendría que ser la filosofía humana: resolver nosotros los problemas y no esperar a que vengan otros a que solucionen los desmanes que nadie más que nosotros mismos hemos ocasionado. Pero también es verdad que si alguien nos echa una mano, pues supongo que nos resultaría más fácil. Ahora, eso sí, ponérselo fácil, eso sí que no se lo ponemos.
EliminarGracias por tu siempre amable comentario y por tu abrazo. Otro para ti.
Por imposible que parezca, me lo creo. Pero todavía quedan algunos ángeles, incluso escriben y nos hacen reflexionar. No todo está perdido y contigo, menos.
ResponderEliminarUn beso, J.A.
Gracias, Patricia. Me dejas sin palabras con las tuyas. Y con ese beso que me das y que recojo gustosamente. Otro para ti (angelical).
EliminarEl batir de las alas de tu ángel produce una corriente de aire que remueve la conciencia. Y también renueva el placer que da leerte.
ResponderEliminarUn cordial abrazo, José Antonio.
¡Qué comentario tan plástico! He sentido esa corriente de aire más con tus palabras que con el batir de las alas del ángel cuando describí la escena.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, Margarita, y un abrazo para ti. Y el placer de leernos es mutuo.
José Antonio, tu ángel se puede ir con la conciencia tranquila, la humanidad no tiene remedio. Creo que fue en un relato de nuestro amigo Ángel Saiz donde comenté que aún tenía fe en el ser humano, pero esta fe se resquebraja a golpe de telediario. Me ha gustado mucho. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Salvador. Fíjate que a pesar de mi desesperante historia, yo aún mantengo cierta esperanza en que somos capaces de cambiar. Seguramente no lo veré, pero espero que quienes me sigan sí.
EliminarNos leemos... Y un fuerte abrazo.
Y rodó la lágrima del ángel y se fragmentó en cincuenta palabras.
ResponderEliminar¡Qué bellísima imagen has plasmado, Ricardo! Gracias por ellas y por tu sencillo pero profundo comentario.
EliminarUn saludo.
Yo solo deseo que ese ángel pueda proteger a las vidas fuera de este planeta y que nunca sean encontradas por nosotros. Aunque hay tristeza en la historia provoca alegría leer un texto, como este, que toca profundo.
ResponderEliminarSaludos José Antonio.
Me satisface enormemente que mi relato te haya parecido profundo porque eso significa que tiene cierto trasfondo, aunque sea en esta ocasión triste. Gracias, Beto, y muchos saludos para ti.
EliminarYa te lo he hecho saber, José Antonio: me parece un micro exquisito. Una triste historia, es verdad, pero exquisitamente contada.
ResponderEliminarUn abrazo.
Exquisito es siempre el trato que me dispensas, Fina, cuando comentas mis historias.
EliminarUn abrazo para ti, amiga.
Siento mucho el dolor de tu ángel, José Antonio. Sin embargo, no todo está perdido. Estoy seguro que dejó algunos ángeles sin alas por aquí.
ResponderEliminarSaludos.
Ese tenemos que creer, Vicente, para que este mundo no pierda la esperanza de poder mejorar algún día. Fácil no se lo ponemos ni a los que tienen alas ni a los que nos las tienen.
EliminarSaludos y gracias por tu comentario.
Triste história la de tu ángel, pero real y maravillosamente contada, José Antonio.
ResponderEliminarSaludos, amigo.
Inés, ¡qué amables eres! Tus palabras me suenan a canto angelical. ;)
EliminarSaludos para ti, amiga.
Pobre, además de iluso, no sabe el angelito, con quienes se la juega.
ResponderEliminarMe ha gustado, especialmente por el protagonista, muy original.
Un abrazo.
Rosy, muchísimas gracias por tus palabras. Efectivamente, creemos ambos que este ángel no nos terminó de conocer bien. Y el muy cobarde se fue volando...
EliminarUn abrazo.
Querido José Antonio, no quería yo dar carpetazo al mes de junio, sin decirte que este "Por imposible" era uno de mis favoritos y que lo tenía desde principio de mes en mi ordenador ... (priviliegio por ser jurado ...). Obviamente no sabía que era tuyo, pero me gustó desde el minuto 1.
ResponderEliminarTe mando un beso grande y un deseo, que no nos abandone nuestro ángel, por favor.
Malu.
Gracias, Malu, por tu comentario. Creo que con tus palabras de aliento, nuestro ángel ha decidido intentarlo de nuevo. Vamos a ver si no se lleva un chasco.
EliminarUn beso para ti.