Y nada más querido que lo que perdí
Marta está en la peluquería, de espaldas al espejo, con los ojos cerrados reprimiendo un estallido de lágrimas. La suave lluvia que golpea sobre sus hombros al desprenderse uno tras otro cada mechón de su cabello se le antoja una inclemente granizada que, por momentos, le está helando el corazón.
Todo apunta a una pérdida obligada, quizás debido a una penosa enfermedad que la lleva a anticiparse antes de que se produzcan mayores estragos... ¿Me he confundido Juana? El título muy acertado. Personalmente la canción me encanta. El relato excelente.
ResponderEliminarUn saludo.
No, no te has confundido, María Jesús. Es tal como lo cuentas. Viví esta experiencia con una persona de la familia y fue muy duro. Lo bueno es que, después de un año, parece que lo ha superado y ya tiene nuevamente su pelo. Mil gracias por comentar. Un saludo
EliminarTriste despedida las que nos narras, Juana. Un adiós obligado por la llegada de una enfermedad tan dolorosa como tal como por los efectos que ocasiona, físicos y psicológicos
ResponderEliminarEl título, acertada paráfrasis de una bellísima canción de Serrat, que, como le sucede a María Jesús, a mí personalmente también me gusta muchísimo.
Va mi "Me gusta" y mi enhorabuena.
Saludos.
Gracias a Dios parece que ya ha superado la enfermedad y vuelve a tener su pelo. Muchísimas gracias, José Antonio, por comentar. Saludos
EliminarMe encantó, Mª Jesús. Triste esa pérdida que conlleva el principio de una lucha de la que nunca se sabe el final. Excelente.
ResponderEliminarEl título genial, como la canción y como tu micro.
Besote, Juana.
Pablo
En este caso ha habido suerte. Después de un año, parece todo superado y ya ha recuperado su pelo. Gracias por tus generosas palabras, Pablo. Otro beso para ti.
EliminarSe me fue el nombre de Mª Jesús. Quise decir Juana.
EliminarBeso recibido.
Pablo
Al cortarse el pelo algún@s sólo quieren verse más lindos; pero a otros, en ese acto, se le va la vida. Muy bien contado este duro y buen relato.
ResponderEliminarSaludos.
Sí, en este caso fue un rapado forzoso; la maldita enfermedad. Hoy parece todo una pesadilla y ella vuelve a lucir su pelo. Mil gracias por tus palabras, Beto. Saludos
EliminarUna lluvia muy triste, desde luego, que aunque "suave", también "golpea" esos hombros que tendrán que sobrellevar las alforjas de una dura lucha; unos cabellos caídos que quizá vuelvan a retoñar, o no; un acto lleno de simbolismo que puede ser el principio de un fin, o quizá, con el tiempo, un ejemplo de superación.
ResponderEliminarLlevaba tiempo sin leerte, Juana María, y estoy encantado de volver a hacerlo.
Un abrazo
En el momento, hace ya un año, que me tocó hacer de acompañante de la protagonista, la experiencia me impactó mucho, aunque a mí me tocaba solamente el papel de apoyo. Ahora, que ya la veo recuperada (le cogieron muy a tiempo) es cuando me he atrevido a escribir sobre ello. Mil gracias, Ángel, por tus siempre interesantes y amables palabras. Otro abrazo para ti.
Eliminar"Tus recuerdos son cada día más dulces, el olvido sólo se llevó la mitad"
ResponderEliminarNo sé si Marta estará pensando en cómo será la vida de sus seres queridos en su ausencia. En esas difíciles circunstancias el primer pensamiento, un tanto morboso, suele ser para recrear esa situación.
Me gusta como has introducido en el texto, las lágrimas, la lluvia, el granizo y el hielo para simbolizar la dureza del momento.
Maravilloso relato, Juana. Un abrazo.
Ella desde el primer momento lo vivió con mucha esperanza, pero la sombra de la duda siempre esta ahí. Gracias por tu detallado y generoso comentario. Otro abrazo para ti, José.
EliminarImposible no ponerle cara a Marta. Es admirable cómo has tratado un tema tan emotivo sin caer en la sensiblería. Enhorabuena, Juana, por este magnífico micro.
ResponderEliminarUn saludo.
Sí, por desgracia este tema esta a la orden del día, y son muchas "Martas" las que pasan por este durísimo episodio. Creo que todas vamos con una mínima inquietud cada vez que tenemos que hacernos una mamografía. Me alegra haber acertado en la manera de tratar el asunto, Fina. Muchísimas gracias por tan amables palabras. Un afectuoso saludo.
EliminarJuana, dile a Marta que no se preocupe, que el pelo vuelve a crecer. Ella va a seguir estando tan bella como siempre, pero tiene que ser fuerte. Es una gran mujer.
ResponderEliminarEnhorabuena por la sensibilidad con la que has tratado el tema.
Besos.
Así ha sido, el pelo ya vuelve a lucir en su cabeza, y sí, lo ha sobrellevado con mucha valentía. Celebro haber sabido hablar del tema. Muy agradecida por tu lectura y comentario, Microrelatate.
Eliminar¡Qué bien narrado ese torbellino de emociones incontroladas, Juana! Cuánto miedo, incertidumbre, lucha, lágrimas, dolor y esperanza hasta que vuelve a crecer el pelo otra vez.
ResponderEliminarUn saludo.
Juana, duro relato, efectos secundarios que te derrumban emocionalmente pero que son el preludio a la esperanza. Me ha gustado mucho. Un abrazo.
ResponderEliminarQué bien contado, Juana. Gran sensibilidad y empatía. Tanto en la ficción como en la vida real hay una fórmula que funciona siempre: la pérdida es dolorosa pero hace de la recuperación de aquello que has perdido un acontecimiento sin igual. Ojalá algún día todos los casos tengan un final feliz.
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo.
Enrique.
Esa espalda frente al espejo de la peluquería es una imagen tan potente como dañina. Lo has manejado con destreza, sin caer en la sensiblería. Estupendo Juana.
ResponderEliminar:-)
Muchas gracias a todos por leer y comentar. No he podido estos días entrar mucho por aquí. Un abrazo
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