Deshielo
La primavera llegó tarde y se disculpó sofocada. Ruborizada y con el pelo desordenado, alisaba delicadamente su vestido de flores arrugado. Con una voz cálida, como de terciopelo, explicaba que las carreteras estaban bloqueadas después de la nieve caída en los últimos días. El invierno, sonrojado y todavía jadeante, sonreía.
Escrito por Margarita del Brezo
Otro delicioso relato el que nos regalas, Margarita.Tu primavera destila inocencia y desenfado, como una niña dispuesta a complacer pero que es sobrepasada por el mundo de los mayores representado por el viejo invierno.
ResponderEliminarUna historia acogedora, como la recién llegada, con una fluidez que nos deposita sobre el punto final como al invierno, con una sonrisa.
Me gusta tu relato, me gusta leerte.
Un cordial saludo.
Me gusta el calificativo que le pones a la historia: acogedora, con todos los matices y aromas que desprende este adjetivo.
EliminarY acogida me siento siempre con tus cálidas palabras. Ya ni siquiera recuerdo los nervios que sufría cuando enviaba los primeros relatos.
Agradezco mucho el esfuerzo que haces con todos tus comentarios, no sólo con los míos y especialmente con los míos.
Y permíteme un atrevimiento: a mí también me gusta leerte, pero aún más el clima cordial que existe entre nosotros y que no entiende de estaciones.
¡Gracias!
Un cordial saludo de vuelta.
Las estaciones, como nosotros, tan humanamente tiernas. Un abrazo y gracias por mostrarnos el mundo así, tan cercano, como en la Grecia antigua, sustituyendo a los dioses por las estaciones.
ResponderEliminarLa ternura nos rodea casi siempre; falta el "casi", lo sé, pero no por eso hay que restarle valor. Yo lo intento, aunque reconozco que no siempre consigo ruborizarme y estirarme mi vestido de flores tan fácilmente. Entonces, escribo, como tú.
EliminarUn abrazo agradecido y estival.
Alguien tenía que romper el hielo y personalizar eso que tanto nos afecta, condiciona y llena conversaciones: el tiempo meteorológico. Tú mejor que nadie para hacerlo, con esa imaginación y original.
ResponderEliminarA pesar del calor añadido que puede generar, me atrevo a mandarte un abrazo veraniego, Margarita,
Los abrazos siempre son cálidos, pero con la ventaja de que la única temperatura que aumentan es la de los afectos. Así que, por favor, no dejes nunca de atreverte.
EliminarGracias, Ángel. Feliz descanso. Y otro abrazo de vuelta.
Margarita me ha encantado esa relación que se intuye que han mantenido Primavera e Invierno, les delata el vestido arrugado y el sonrojo. Felicidades y me encanta leerte, no me canso. Besos.
ResponderEliminar¡Gracias, Javier! Me demuestras tu generosidad a diario en tuiter y ahora también aquí, en esta web en la que me siento tan a gusto y que espero que tú llegues a disfrutar tanto como lo hago yo.
EliminarSonrojada por tus palabras, me despido con un "hasta pronto".
Besos.
Viva la imaginación. No contenta con jugar con las palabras -donde eres insuperable- también lo haces con las estaciones.
ResponderEliminarMe ha encantado esa tímida primavera enlazando su retardo con un invierno maduro, que ha puesto las heladas trabas para que el colorido campo de flores haya llegado con el mes de abril.
También creo que el verano ha echado antes de tiempo a esa primavera fugaz demostrando que son el invierno y el verano las estaciones más duras y con más determinación.
Ahora mismo me voy a escuchar las cuatro estaciones de Vivaldi, bueno, voy a escuchar la primavera y el invierno mientras paso tu relato a mi cuaderno de favoritos.
Álex, otro que echa en falta el botón de 'me encanta'.
Un beso, Margarita y gracias por tus maravillosas letras.
Pablo.
Mi querido Pablo:
EliminarMe he puesto mi vestido de flores para acudir a nuestra cita. Y es que sé que nuestro encuentro tendrá lugar sin reparar en las inclemencias climatológicas. Tu generosidad no entiende de calores sofocantes ni de veraneos ni de descansos y aquí estás, siempre atento, siempre puntual, con tu sonrisa eterna y tus palabras infinitas y ese manoseado cuaderno lleno de palabras exquisitas en tu bolsillo (por cierto, esta vez no has sido el primero ;) ).
Pretendo cambiar de estilo para no encasillarme, como ya he dicho en otras ocasiones, pero no tengo mucho remedio: termino jugando, como bien dices, y es que no se me ocurre otra forma de acercarme a las palabras, debo de tener algún trauma infantil.
Disfruta de la música y dile, por favor, a tu cuaderno que no se olvide de escribirme una dedicatoria.
Feliz verano.
Un beso y gracias por tus maravillosas lecturas.
¡Pero qué par de 'frescos' (literalmente)!
ResponderEliminarUn relato espléndido que aunque mueve a la risa deliciosamente, no por eso carece de profundidad. Con su pureza, las estaciones condimentan nuestras vidas. Tal vez merezcan, de vez en cuando, vivir también una que otra aventurilla. Muy bien escrito. Enhorabuena.
Abrazos.
Es que hay veces que es necesario "homogeneizar" temperaturas, Vicente, y cada cual hace lo que puede para conseguirlo.
EliminarNosotros vivimos las estaciones a destiempo: lo que no sé es si tú antes y yo después, o al revés, pero lo que importa es que tu "risa deliciosa" es un soplo fresco en medio de este calor que tenemos por aquí.
¡Gracias por tus cálidas palabras invernales!
Un abrazo.
Extraordinario, Margarita. Desde el título al punto final. Se lee con una sonrisa, como ya te han dicho, que queda en el corazón para volver a leerlo una y otra vez.
ResponderEliminarBesicos.
Ahora nos vendría bien que unos copos se asomasen sin ruido a la ventana y nos mirasen leer. Mientras llegan, tu sonrisa es el sustituto perfecto para refrescar la mente y crear nuevas historias.
Eliminar¡Gracias, Mañica!
Un beso
Precioso Margarita. Delicado, dulce y me gusta especialmente esa sonrisa del Invierno que lo delata jejejej. Gracias por deleitarnos con tus letras. Abrazos llenos de flores.
ResponderEliminarEstos chicos, cuando están enamorados, no saben disimular, Carmen y así no hay forma de guardar un secreto. Menos mal que tienen otras virtudes de las que es imposible no quedarse prendada.
EliminarYa lo dice el refrán: ¡qué bonito es el amor, sobre todo en primavera!
¡Y qué bien huelen esas flores, gracias!
Un beso
Muy, pero que muy original. Una perfecta personificación de esas dos estaciones que todos los años mantienen una fugaz relación entre que uno se marcha, y otra que llega, vestida de florecillas, alterándole la sangre, como dice el refrán.
ResponderEliminar¿Habrá tenido esa joven primavera una tórrida aventura con el cruel verano que nos tiene a todos agotados sin dejarnos dormir???
Un saludo
A mí me da en la nariz, y en el cuerpo entero, que el verano está como está porque la primavera ha elegido las bondades del invierno, mucho más fresco y descocado. Vamos a tener que inventar algo para rebajarle un poquito los ardores, ¿una buena rubia o quizá una clara?
EliminarMuchas gracias por tu amable comentario, Asun.
Un saludo
Pero qué cosa más bonita te ha salido, Margarita, créeme si te digo, que es un placer releerlo...
ResponderEliminarUn abrazo
Yo me creo todo lo que me dices, Rosy, y si encima es así de bonito, además lo guardaré para releerlo cuando necesite templar mis ánimos.
Eliminar¡Muchas gracias!
Un abrazo
Que la primavera llegue toda desarreglada por haber estado con el invierno es una idea brillante. Es un precioso relato, Margarita. Y me encanta la complicidad que hay entre las dos estaciones.
ResponderEliminarUn beso grande.
Ahora, cuando se retrase la primavera, ya sabremos el motivo. Y quizá nos brote una sonrisa imaginando su vestido de flores arrugado.
EliminarSólo nos queda buscarle una novia al verano que le baje un poco la temperatura.
¡Gracias por tu comentario, Sandra!
Un beso
¡Qué bueno, Margarita! Eres una virtuosa de las palabras. ¡Ay, señor, señor, esta primavera y este invierno nos van a matar a disgustos! Magnífico micro. Un beso.
ResponderEliminarMientras no nos sorprendan con alguna estación extra, ¿te imaginas? A lo mejor lo del cambio climático se refiere a eso, a climatologías en pañales que gatean por el cielo y se lo pasan bomba jugando con las nubes ;)
Eliminar¡Muchísimas gracias por tus palabras, Matrioska!
Un beso
Originalísimo relato, Margarita. Aunque vemos algunas tretas de las estaciones para imponer su dominio se intuye buen royo, jajaja. Genial. Un abrazo.
ResponderEliminarJajaja, Salvador. Ni idea de a qué te refieres con esas tetas, perdón, quiero decir tretas. La pobre primavera lo único que quería era pasar a través de las carreteras nevadas y puso todo su empeño para conseguirlo. Y parece que lo logró.
Eliminar¡Gracias por pasar por aquí, Salvador!
Un abrazo
Nada de cambio climático. La causa del extraño verano que estamos viviendo es tan simple como que, celoso del invierno, se ha propuesto llamar la atención de la primavera. No quiero ni imaginarme cómo se nos presentará el otoño.
ResponderEliminar¡Qué historia más bonita nos has traído, Margarita, y narrada de manera tan delicada! Resumiendo: una delicia de micro. Felicidades.
Un abrazo.
Tienes razón, Fina: qué malos son los celos. ¿Y si inventamos alguna bonita historia para que el otoño y el verano estén entretenidos y lo pasen bien? Quizá así se olviden de esas escenas tórridas y nos den un respiro, o dos.
EliminarDe momento les voy a contar lo que me ha gustado tu comentario a ver si se tranquilizan un poco, ¡Gracias!
Un abrazo
Vaya con estos dos; tanto cruzarse cada año en los equinoccios, que al final mira. Qué relato más bonito y redondo has logrado, Margarita. Eres una auténtica maga manejando conceptos y palabras, pero también desarrollando y llenando de matices esas historias tuyas tan rebosantes de ingenio. A ver si el verano, aunque sea por ganarse sus favores, se vuelve algo más fresco.
ResponderEliminarEnhorabuena por esta nueva joya y un abrazo.
Enrique.
Dicen que el roce hace el cariño, y algo de eso les ha debido de pasar a estos dos. Y confieso que a mí también: tanto coincidir con vosotros en esta web está consiguiendo que os coja cariño, (la admiración llegó mucho antes).
EliminarNo tengo nada claro que mis historias merezcan los calificativos que señalas, pero ya he aprendido, ¡por fortuna!, que cada lector las percibe y elabora de formas muy distintas y que lo que a uno le encanta, a otro le parece un bodrio. Así que voy a quedármelos todos para apuntalar la seguridad que tantas veces me falla cuando soy yo la que leo lo que escribo.
Gracias, Enrique. Como tantas veces.
Un abrazo
Me encanta tu relato, Margarita, ese affaire al que han llegado las dos estaciones tan contrarias en su esplendor, pero tan próximas cuando uno se atenúa y la otra se vigoriza. ¡Qué bien contado ese coqueteo, esas disculpas y ese paralelismo con la llegada tardía de la primavera estacional! Y un oportuno título para estos calores estivales. ;)
ResponderEliminarEnhorabuena por tus letras, Margarita. Un abrazo refrescante.
¡Qué bien me sienta tu abrazo fresco, María Jesús, y la acogida tan cálida que le prestas a mis palabras.
EliminarEs curioso, pero se me ocurrió la historia en la última ola de frío que tuvimos, con las carreteras heladas y cubiertas de nieve en parte de la península, y ha salido publicada en plena ola de calor. Me pregunto si no estarán tramando algo los personajes y dentro de poco el otoño nos sorprende con una nueva disculpa. El tiempo nos lo dirá.
Mientras tanto, un montón de gracias y un abrazo.
Bueno, y después de tantos y tan buenos comentarios, ¿qué digo yo ahora? Me entran ganas de irme a dar una vuelta, pero no veas, Margarita, el calor (o la calor) que hace a estas horas por mi tierra. Así que, aun a pesar de añorar la cercana primavera, que ya muchas veces se confunde con el verano, comienzo a echar de menos al invierno, y eso que se muestra burlón con ella y muy dominante con su pariente más cercano, el mindundi o donnadie del otoño. Si es que Vivaldi compuso para cuatro estaciones, pero, lamentablemente (¿será también por los recortes?), estas dan la impresión de haberse reducido a dos (¿Verdad, amigo Pablo?).
ResponderEliminarVa mi "Me gusta" y con él mi enhorabuena sincera por haber narrado la climatología actual desde una óptica tan diferente a la que nos tienen acostumbrados los meteorólogos, ellas y ellos.
Un beso.
Pues ya lo siento, José Antonio, pero sólo puedo alegrarme de ese calor que desprende tu tierra ya que ha conseguido que te quedes en casa, al menos el rato necesario para darte una vuelta por aquí y poder leerte ahora desde este rincón.
EliminarY después de esa frase tan larga que me ha salido, tomo aire y te dejo que lo tomes tú también antes de que salgas corriendo a protegerte de mis letras en las altas temperaturas.
Aquí, con tan buenos autores, hay que intentar inventar y reinventar para procurar estar a vuestra altura, y si para ello tengo que elevar la presión a las isobaras y precipitarlas por un arco iris pues... alla voy.
Aprovecho para pedirte disculpas por ese lapsus que tuve con la escopeta de tu relato; me quedé prendada de esa luna que se colaba por el sendero y..., pero no, no hay excusas: no la vi nada femenina, esa es la verdad.
Muchas gracias por tu ya característico "va mi Me gusta". Ah, y al señor invierno mejor lo echamos de menos una temporadita más, ¿no te parece? que en tu tierra es benigno, pero no veas como se embravucona al norte de tu ciudad.
Un beso
Ay, cuando se comenta con días de retraso ya no hay casi nada que añadir... Está dicho todo ...
ResponderEliminarMe encanta el título y el romance apasionado entre las dos estaciones. Un acierto que no deja de sorprenderme gratamente, como todo lo que nos traes mes a mes.
Un beso fuerte Margarita.
Malu.
Eso de que llegues con retraso, después de escuchar a la primavera, me da que pensar, Malu ;)
EliminarMe alegra verte, y leerte, y, aunque todo esté dicho, escuchártelo a ti otra vez, así que muchas gracias por el esfuerzo, y por el tiempo que me has dedicado, y por tus palabras siempre amables.
Un beso grande.
Despues de esa relacion de pasion, que se prepare el otoño con lo ardiente que viene el verano.
ResponderEliminarMuy chulo el micro, Margarita. Un abrazo.
Igual si le preparamos una fiesta sorpresa al otoño luego es benigno con nosotros, ¡quién sabe! ¿Te apuntas?
Eliminar¡Gracias, Joaquín!
Un abrazo
¡Qué pillines! Este año han estado coqueteando hasta bien entrado junio y nos han vuelto a todos locos. Y es el que el amor es lo que tiene, que siempre nos trae escalofríos.
ResponderEliminarUna maravilla, maestra.
Besos miles.
¿Entonces los escalofríos no son por la fiebre? ¡Pues vaya, no me entero! ;)
ResponderEliminar¡Qué alegría verte por aquí, María! ¡Gracias!
Un beso. Y otro.
Jajajaja, genial Margarita, tiene tu sello inconfundible.
ResponderEliminarQue guapa se imagina uno a la primavera, en tanto al Invierno medio viejo, pálido y de nariz aguileña.
Un abrazo Del Brezo!!!
Que no, Jean, me parece a mí que no le has mirado su perfil bueno: el invierno es atractivo y vigoroso; un poco fresco, eso sí, pero se le perdona siempre que no te deje helada.
EliminarY a ti te perdono que no uses corbata por esos ánimos que siempre me das sin importarte que me quede rezagada. ¡Gracias!
Un abrazo