El sapo y la princesa
Circe lo convirtió en sapo y sus pocos amigos lo llamaban así. Una noche de plenilunio vino la princesa a deshacer el hechizo y le dio un beso de fuego en la mejilla.
Los periódicos mudaron el final del cuento: hubo un disparo y su cadáver amaneció en el río.
Los periódicos mudaron el final del cuento: hubo un disparo y su cadáver amaneció en el río.
"Alabaos los unos a los otros".
ResponderEliminarMe ha parecido una espléndida idea, para un cuento tan breve.
ResponderEliminarTe felicito, Pedro.