El valle azul
Como cada mañana, la alondra planeaba sobre aquellos frondosos índigos del extenso trebolar. La fresca brisa del amanecer rozaba su distinguido plumaje y todo se mecía al son de su elegante gorgorito.
Aquel día, ese fragor del cielo presagiaba su propio réquiem. Desde entonces, todo el valle cambió de color.
Aquel día, ese fragor del cielo presagiaba su propio réquiem. Desde entonces, todo el valle cambió de color.
Triste, pero hermoso. Una historia para conmoverse, muy bonita y con tintes de despedida.
ResponderEliminarSaludos, Tony.
Efectivamente, el antes y el despues son demasiados opuestos y la que lo sufre en primera persona es la alondra que posiblemente no vea ese despues. Gracias por tus palabras Vicente.
EliminarLas tormentas es lo que tienen, pueden resultar mortales, como en este caso, o tremendamente románticas, bonitas o añoradas como en estos días.
ResponderEliminarMuy poético tu relato Tony.
Un abrazo.
Isidro, para mi las tormentas siempre traen el color gris y puede dejar la naturaleza de color negro como este caso. Por eso no me gustan nada, prefiero disfrutar de todos los colores que nos aportan los magnificos campos que tenemos. Un abrazo y gracias por tus palabras.
EliminarUn cielo azul, diáfano, transparente, limpio y relajante, puede transformarse en un infierno en poco tiempo, poblado por los peores nubarrones, cargados de violentas descargas, de agua y eléctricas. La vida seguirá, el valle volverá a ser el que era, pero quizá la alondra ya no esté, Todo llega y así hay que aceptarlo, el valle azul y la tormenta.
ResponderEliminarUn saludo, Tony
Ojala y eso solo fuese producto de nuestra imaginacion pero como bien dices algunas veces llega y hay que aceptarlo. Solo debemos tratar de recuperar esos "valles" a su estado natural lo antes posible. Gracias por tus palabras Angel. Un saludo.
EliminarDescribes de una forma muy poética lo efímero de la belleza, lo cambiante de lo que nos rodea.
ResponderEliminarHarían bien todas las alondras en disfrutar de sus vuelos por que nunca se sabe si puede ser el último.
Un relato muy chulo, Tony.
Como bien dices harian muy bien las alondras en disfrutar su entorno, que yo aplicaria tambien a nosotros mismos. Muchas gracias Antonio por tus palabras.
ResponderEliminarNada es perpetuo y, en tu micro, ese fragor así lo anuncia. Muy poético, Tony, aunque deja un poso algo plomizo. Me ha gustado. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias Matrioska por tus palabras.
ResponderEliminarMuy bonito, Tony, sobre todo para los que nos gusta la naturaleza. Le veo espíritu de haiku, aunque como en toda historia aquí existe un desenlace y es algo trágico.
ResponderEliminarEnhorabuena y saludos.
Enrique.
Gracias Enrique por tus palabras. Gracias a que ese relato solo es fantasia. Un saludo.
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