La margarita
—Me quiere... no me quiere. Me quiere... no me quiere. Me quiere... ¡ya solo quedaba un pétalo de la margarita!
Quizás por la noche me invadirían remordimientos por mi trampa, pero saqué las tijeras y corté longitudinalmente el solitario pétalo.
—No me quiere. ¡Me quiereee! ¡Qué alivio, otro día feliz!
Quizás por la noche me invadirían remordimientos por mi trampa, pero saqué las tijeras y corté longitudinalmente el solitario pétalo.
—No me quiere. ¡Me quiereee! ¡Qué alivio, otro día feliz!
Jajajaja, que ingenioso, Isidro. Me he reído un montón. Me ha gustado así que va mi "me gusta".
ResponderEliminarSaludos.
Pablo
Me alegro que te guste. Eso pretendía.
EliminarUn fuerte abrazo amigo Pablo.
Refrescante y salomónico relato, Isidro y pobres margaritas, siempre pagando el pato de las dudas de los enamorados.
ResponderEliminarUn saludo.
Es verdad, las margaritas "pagan el pato" ante las dudas de amores. Otros sus dudas existencialistas las hacían ante una calavera preguntándose por si merecía la pena ser o no ser.
EliminarMe quedo con la margarita.
Muchas gracias por tu comentario.
¡Mal empezamos! Ese amor se basa en un fraude, en una mentira (piadosa, eso sí, pero mentira). No creo que tenga largo recorrido. Un día por lo menos...
ResponderEliminarVa mi "Me gusta" y mi enhorabuena, porque yo también me he reído, como Pablo, con tu microrrelato, Isidro.
Saludos.
No te preocupes José Antonio, pues hay gente que diariamente se hace trampas en su solitario. ¡Y siguen funcionando!
EliminarMuchas gracias y un abrazo.
¡Será tramposo! Pero claro, en asuntos de amores y de guerra, todo está permitido.
ResponderEliminarBuen relato, Isidro.
Al parecer hoy por hoy todo está permitido, así que si el ingenuo de la margarita se engaña y es feliz por un día... ¡déjalo hay cosas peores! ¡Si todas las trampas fuesen tan ingenuas!
EliminarMuchas gracias por tu comentario y un fuerte abrazo.
Muy bien estructurada y mejor contada esta trampa para consolar a un tonto. Muy bueno.
ResponderEliminarSaludos.
No te creas que son pocos los que se hacen trampa en el solitario, es decir, no te creas que hay pocos tontos. Es tan repetido y vulgar que ya nos parece hasta normal.
Eliminar"Pahabernosmatao!
Un abrazo y gracias.
Me gusta ese enamorado tan optimista, Isidro. Sí la naturaleza no pone de su parte, habrá que darle una ayudita. Genial, muy bueno con un estilo ágil y que atrapa. Muchos besos.
ResponderEliminarJajaja! muy bueno lo de la ayudita a la naturaleza.
EliminarMuchas gracias por tu amable comentario.
Muchos besos.
Ojalá todas las trampas y mentiras fueran de esa índole. Entonces todos seríamos tan felices como tu protagonista. Me gustó mucho tu cándido relato, Isidro.
ResponderEliminarUn beso.
Es cierto que nos hace falta una buena dosis de candidez aunque no sea nada más que por tener unos ratitos más felices.
EliminarGracias y un beso.
No hay mayor ciego que el que no quiere ver ;) Muy buen relato Isidro.
ResponderEliminarEs cierto. Gracias Raquel..
EliminarUn beso
Pues eso, Isidro, que estoy de acuerdo con tu protagonista: a veces los ratos de felicidad están a un simple corte de tijera. ¡Y quién no tiene una tijera a mano!
ResponderEliminarY ahora que ya tiene claro que sí hay querencia, podría hacer un buen ramo con las margaritas y regalárselas a la persona amada.
Un saludo.
Me parece buena idea lo del ramo. Lo peor es si con las tijeras, se dedica a hacer recortes, que hoy por hoy están de moda!!!!
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Un beso.
Magnifico Isidro. Creo que conozco a alguien que tambien corto el petalo para hallar el me quiere. Y ademas es contralto. Un saludo.
ResponderEliminarYa sabes que tenores y contraltos siempre tuvimos buen feeling. Los barítonos ya sois otra cosa. jejeje!
EliminarMuchas gracias Tony por tu comentario.
Un abrazo.
Para eso se han inventado las tijeras, para cortar lo que sobra y enmendar lo que no se quiere. Muy bien pegado ese corte, el problema es el tajo que la realidad le puede dar después al protagonista, aunque siempre podrá mostrar la margarita amputada como prueba de que tenía razones para creer, igual cuela, quizá a la persona amada le conmuevan sus intentos por alcanzar sus favores con cualquier método.
ResponderEliminarAmigo Isidro, enhorabuena por ese humor que nunca te abandona y sabes contagiar.
Un abrazo
Creo que esa felicidad diaria y esa candidez del personaje, sólo obedecen a un amor platónico.
EliminarMuchas gracias por tu gentil comentario.
Un fuerte abrazo amigo.
Jajaja ¡No sabe nada tu protagonista! Seguro que dormirá sin sobresaltos porque lo verdaderamente importante y tranquilizador es que…¡Le quiere! Me ha encantado el micro porque destila inocencia por los cuatro costados. Felicidades, Isidro. Un beso.
ResponderEliminarTe darás cuenta que quien no se conforma es porque no quiere. jejeje!. Creo que debería haberlo titulado "Cándido y la margarita"
EliminarMuchas gracias Matrioska por tu comentario.
Un beso
¡Bien hecho! ¿Desde cuándo un pétalo puede decidir una relación amorosa?
ResponderEliminarBravo, ahijado.
Algún día deberíamos organizar un concurso de historias basadas en típicos tópicos, amuletos y creencias supersticiosas de las que abundan por todo el mundo. Hay gente que "por si acaso" se lo creen todo.
EliminarPadrino, te mando una "abraçada" como decís por tu tierra, pues a mí me suena como un abrazo caluroso, incluso abrasador.
Yo más que ver a un tramposo o mentiroso, veo un optimista que no pierde la esperanza y que pone todo de su parte. A todos nos iría mucho mejor si fuéramos así por la vida.
ResponderEliminarMuy bueno Isidro, besos.
Malu.
No lo dudo que nos iría mejor si todos guardásemos un poco de inocencia infantil y si nuestras mentiras y trampas fueran como las de Cándido (acabo de bautizar al personaje).
EliminarMil gracias Malú por tu comentario.
Un beso.
Pues a mí me has recordado a Norman Bates... Pobre margarita, impotente ante el reflejo de las tijeras asesinas...
ResponderEliminarUn abrazote, Isidro.
... Y las tijeras disculpándose... "No es nada personal. Yo sólo soy el verdugo, bla, bla..." jejeje. Gracias patricia por tu comentario.
EliminarUn beso
Buen e ingenioso micro. Margaritas para los amores o desamores. Siempre deshojandolas con la intención de un sí, que a veces llega y otras con picarda también se le hace llegar.
ResponderEliminarun abrazo isidro siempre sorprendiendo.
Estoy llegando a pensar que el fin, la finalidad de las margaritas, sea esa, saber si el amor es correspondido o desairado. ¡No es poca la responsabilidad!.
EliminarMuchísimas gracias por tus palabras.
Un beso.
Cuando era jovencita lanzaba monedas al aire y no solía parar hasta que no salía lo que me interesaba. Tras leer tu relato, ya sé qué he de hacer en caso de precisar consultar una margarita (je, je, je). Divertida historia, Isidro. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn saludo.
Realmente tras la bucólica presencia de la margarita, tras la ingenua acción del protagonista y tras el cándido temor a la conciencia, creo que se encierra toda una historia de ética y moral.
EliminarGracias por tus palabras y un abrazo.
Muy divertido, Isidro. Se me ocurre patentar margaritas de esas, con un pétalo perforado a lo largo; solo habría que reservarlo para el final. Enhorabuena por esa imaginación y ese invariable buen humor. Es siempre una alegría leerte.
ResponderEliminarEnrique.
Jejeje. Sí junto con la patente de la magarita el eslogan: "La margarita infalible, para no verte nunca decepcionado"
EliminarMuchas gracias Enrique por tus palabras.
Un abrazo.
Las tijeras seccionan todo vínculo con la realidad, que tarde o temprano le caerá encima como un losa. Reflexivo a la vez que muy divertido, Isidro. Un abrazo.
ResponderEliminarLas tijeras pueden "cortar por lo sano" o dar un "tijeretazo" es un arma de "doble filo"
EliminarGracias por tu comentario Salvador.
Un abrazo.