Maldita ternura (1...)
Claro que no atendió los consejos de nadie. Contra viento y marea, fue suya. Desde entonces todas las noches era lo mismo. Incluso llegó a despreciarlo y, aun odiándolo, no podía vivir sin él.
Eso era lo que gritaba a los cuatro vientos. Ella se encargó de convencerse de ello.
Eso era lo que gritaba a los cuatro vientos. Ella se encargó de convencerse de ello.
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