Miradas encadenadas
El pequeño observa al gato, preparando unas chinchetas. El mayor apunta al hermano con un tirachinas. Su marido los ve desde el sofá, con 30 quilos más que antes, embobado con la tele.
Ella, desde la puerta maleta en mano, los mira a todos sin más lágrimas en los ojos.
Ella, desde la puerta maleta en mano, los mira a todos sin más lágrimas en los ojos.
Apuesto a que el gato la miraba a ella, deseoso de huir de aquella casa juntos. ;)
ResponderEliminarBuen relato de estreno. ¡Bienvenida, M. Carme!
Un saludo.
A veces lo cotidiano deviene en un triste círculo vicioso, en una rutina decadente que nada tiene que ver son sueños e ilusiones.
ResponderEliminarUn saludo y me alegro de leerte también por aquí, M. Carme,
Sí, cierto es que el día a día puede "estropear" los sueños iniciales. Eso y el poco interés, la pereza, el pesimismo, la malicia, ...
EliminarNos leemos! ;-)
M. Jesús yo también creo que el gato se iría encantado!
ResponderEliminarGracias por tu comentario y bienvenida, aunque de hecho es mi segunda participación en Cincuenta palabras ;-)
http://www.cincuentapalabras.com/search/label/M.%20Carme%20Mar%C3%AD?m=1
Otro saludo de vuelta.
Sí, es que en la sección "Autores" ponía todavía que llevabas uno porque no la puedo actualizar al tiempo al que salen los relatos.
EliminarSomos tantos que te damos demasiado trabajo!
EliminarMuchas gracias Álex por hacer que podamos compartir nuestras historias por esta web.
Carme.
... Y al marido obeso le apunta la desolación que se ha apoderado de aquella que huye, que probablemente busque enmendar un error del que también ella quizá sea culpable ...
ResponderEliminarA veces lo cotidiano puede ser tan aplastante que no encontremos otra solución que huir. Me ha impactado la frase final, Carme; destila una profunda amargura.
Un saludo
Cierto es que a una situación familiar o de pareja se llega con "culpa" de todas las partes implicadas, pero a veces puede haber alguien con ganas de pelear por ello mientras que otro(s) no las tengan.
EliminarSupongo que a la protagonista ya no le quedan más ideas de cosas por probar, pues ya ha llorado por lo infructuosas que han resultado todas las que ha intentado.
Frase final amarga, sí. Tiene que ser muy amargo no poder llorar ya más en una situación así.
Me alegro de que te haya impactado esa frase (objetivo conseguido ;-)
Me ha encantado, me gustan los relatos que dicen cosas, el tuyo transmite mucho.
ResponderEliminarSaludos
Me alegro de que te guste!
EliminarCreo que lo he puesto fácil para simpatizar con "ella". La verdad es que a mí tampoco me gustaría tener que vivir allí.
Un saludo!
Muy buena idea la de hilvanar miradas: el pequeño mira al gato, el mayor al pequeño, el padre a los dos... y ella a todos. Sobre todo me ha impactado la ausencia de sentimientos del que mira con respecto al observado, creando una atmósfera que me ha recordado a la de algunos relatos de Carver.
ResponderEliminarUn saludo, Carme.
Muchas gracias Asun!
ResponderEliminarLa verdad es que en el título se recoge el enlace de las miradas, "encadenadas" por ir de uno a otro y también por la situación que allí se vive y que ella quiere dejar atrás.
Saludos!
Hay veces que es imposible buscar solución a los problemas por eso es casi mejor “tomar las de Villadiego”. Me gusta esa cadena de miradas y la decisión de desencadenarse de ellas. Un saludo.
ResponderEliminarSeguramente el "desencadenarse" fue la última opción, después de posibles soluciones sin resultado.
EliminarMe alegro de que te guste! Gracias por comentar, Matrioska
Tu relato está lleno de ruido: el gato maullando aterrado con la piel erizada solo con oler al crío, el sonido de las cabecitas pensantes de esas dos criaturas para ver a quién se le ocurre la trastada más gorda, el volumen a todo trapo en la televisión y, por encima de todos ellos, el alarido agónico de la impotencia que se clava silencioso en la médula.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, M Carme.
Un saludo.
Uauuu! Qué precioso comentario! No se me había ocurrido esto del ruido, para la protagonista hay tanta desolación que ya no oye, pero para mí tu comentario añade contenido al relato y pasa de ser una situación a visualizar, a poder escucharse además. ¡¡Me encanta!! Sobre todo el "alarido agónico de la impotencia..." - es curioso que aún siendo algo tan terrible, con tu poética descripción da gusto leerlo (y queda más desgarrador) . Muchísimas gracias Margarita!
EliminarBuen relato, Carme, y al final, te habrán sobrado incluso 40 palabras, pues esa mirada sin lágrimas del final lo dice todo.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Cierto, la carga de profundidad va en la última frase. Muchas gracias Notincgas!
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