Mirando al mar
La frágil embarcación iba cargada de sueños y promesas, pero un torpedo de realidades impidió que llegara a su destino. En el muelle seguía la rutina diaria mientras él, haciendo trazos ilegibles sobre la inhóspita superficie del mar, escuchaba en silencio las noticias que hablaban de inmigración, guerras y deportes.
Muy triste, pero así es la vida, la nuestra, insensibles hasta para extender la mano hacia barcos que sólo necesitan un soplo de esperanza para llegar a puerto.
ResponderEliminarEs precioso, Crispín.
Gracias por tu comentario. Siempre será posible que nuestros mayor enemigos, la rutina y la desesperanza, desaparezcan
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