Rutina
En la playa, gotas de mar se secaban sobre la piel de ébano de unos cincuenta cuerpos inertes, una anciana dormitaba, algunos niños corrían y un matrimonio paseaba indiferente.
Al día siguiente, una anciana dormitaba, algunos niños corrían, un matrimonio paseaba indiferente y una campana lejana marcaba cansina las horas.
Al día siguiente, una anciana dormitaba, algunos niños corrían, un matrimonio paseaba indiferente y una campana lejana marcaba cansina las horas.
Crispín: has retratado perfectamente lo que es el árido verano en una playa para algunas personas, por ejemplo para mí que si no fuera por los chiringuitos, me aburriría soberanamente.
ResponderEliminarMuy bien construidas las dos partes del micro.
Un abrazo.
Pablo
Hace años aparecieron en Rota, en una zona plenamente turística, los cuerpos de cincuenta subsaharianos que intentaron cruzar en patera sin conseguirlo. Quizás en vez de la palabra inerte tendría que haber especificado "sin vida"
EliminarEs otro punto de vista u otra historia.
Gracias Pablo.
No lo había pillado, Crispín. Pensé que inertes se refería, obviamente, a veraneantes tostándose al sol. Leyéndolo de nuevo veo que faltan en la segunda parte del micro.
EliminarQuizá me dejé llevar por el título y pensé que se trataba de la rutina veraniega.
Dura historia, Crispín, y como antes te dije, bien escrita
Yo desde "piel de ébano" pensé en inmigrantes.
EliminarEs verdad. Lo de piel de ébano es una pista para ver que son inmigrantes. Nada, confusión de lector que se imaginó otra cosa en estos días tan habituales de playa.
EliminarSaludos a ambos.
Pablo
Probablemente el hecho de haberlo escrito en pleno verano también haya influido en la interpretación
EliminarCrispín, el problema ha sido la nefasta interpretación de un lector, que a veces, mete la pata como me ha ocurrido en esta ocasión (no es la primera, y seguro que no será la última).
EliminarMis disculpas y tu texto, cuanto más lo leí más claro está. Y reitero que bien escrito. Un gran homenaje y recuerdo a todas las víctimas, que ante la pasividad del mundo al que vienen, dejan sus sueños en el mar.
Un abrazo, Crispín, y no me tengas en cuenta la primera interpretación.
De nuevo un abrazo.
Pablo.
Me has impactado y con ese título, que describe perfectamente que ¡nos estamos acostumbrando a algo tan injusto y tan macabro!
ResponderEliminarPara mí una de los mejores hasta el momento, del mes.
Gracias por recordarnos, a no olvidar.
Saludos
Gracias por tu comentario. Acostumbrarnos a convivir con esta y otras tragedias hace que aún sea mayor el daño
EliminarUn título (crítica) de lo más acertado (lamentablemente) para este impactante relato (homenaje) que nos has traído, Crispín. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias Fina. A veces cuesta recordar que todos tienen su nombre y su historia y no son solo parte de un colectivo
EliminarCon toda su crudeza lo has narrado, Crispín. En algunas de nuestras playas es ya un hecho rutinario que lleguen inmigrantes en condiciones lamentables convirtiéndose en parte de la escena cotidiana junto a los bañistas que están de recreo. Me ha gustado la forma en que lo has expuesto. Un saludo.
ResponderEliminarGracias Matrioska. La rutina existe y es dolorosa, pero también muchas personas solidarias que nos han dado repetidos ejemplos de generosidad.
EliminarMe gusta como juegas con las dos únicas frases de tu relato para definir con ellas el ritmo incansable de la rutina; una rutina a la que nos aferramos "con abulia" cuando las circunstancias nos sobrepasan y no sabemos qué hacer.
ResponderEliminarUn saludo, Crispín.