Abrir los ojos
—Quiero ser las cadenas que te salven en la caída libre, quiero secarte las lágrimas con mi pañuelo de seda, quiero vigilar noche y día para que el viento no te haga daño...
—¡Basta! No te quiero.
—¿Qué?
—Quiero vivir.
Rompió su contrato de sumisión y firmó el de divorcio.
—¡Basta! No te quiero.
—¿Qué?
—Quiero vivir.
Rompió su contrato de sumisión y firmó el de divorcio.
Como tu relato lo aborda espléndidamente, no es lo mismo amor que dependencia.
ResponderEliminarMuy bueno. Saludos cordiales.
Hay personas que confunden amor con obsesión y control. Suelen ser muy hábiles y no es fácil que sus víctimas terminen adoptando la mejor decisión que es la que toma tu protagonista. Un buen micro, Arimike. Un saludo.
ResponderEliminarLamentablemente aquello de “la mujer en casa y con la pata quebrada” aún no es historia y no todas consiguen ver que hay vida más allá de esa relación enfermiza. Muy bueno, Arimike.
ResponderEliminarUn saludo.
¡Qué agobio vivir con un carcelero...!
ResponderEliminarMe gustan los micros reivindicativos, como este.
Saludos.
Un canto a la insurrección. Genial relato. He estado jugando a imaginar primero que es una mujer (supongo, porque se nos presupone sexo débil y desvalido, al que hay que proteger cómo sugiere tu principio de relato), y luego a qué es el hombre el que se libera de una esposa dictadora o agresivo pasivo, luego he imaginado parejas del mismo sexo... Sólo por jugar a ver cómo cambian los matices.
ResponderEliminarHe pasado un buen rato con tu microrrelato, gracias por escribirlo.
Un saludo