Cautiverio
Las mariposas ya no podían volar, los niños les habían arrancado sus alas. Pensaron que si ellos no podían escapar de ese hogar, las mariposas de papá tampoco debían huir. Padre se enojó mucho cuando vio todas sus mariposas muertas, sin color. Los niños ya no podrían ver el sol.
Un relato duro, pero muy bueno, Esther. Cada cabeza es un mundo, a veces, un infierno.
ResponderEliminarSaludos.
Vicente.
Un relato muy ocurrente y triste lleno de víctimas inocentes: los niños y las mariposas.
ResponderEliminarUn beso y un me gusta.
Pablo
Tu relato acaba con una oscuridad total y con pocas probabilidades de retomar el vuelo.
ResponderEliminar¡Tremendo!
Un saludo, Esther
Gracias Vicente, Pablo y Margarita ;)
ResponderEliminarQué relato tan duro...
ResponderEliminar¡Vaya padre...! Da miedo...
Muy bueno, Esther.
Un beso.
Uff parece que esos niños tienen todas las papeletas para ser futuros asesinos en serie. Con lo enganchadisima que estoy últimamente a los asesinos en serie Jejeje Los veo por todas partes.
ResponderEliminarAhora volviendo al tema, me encanta la atmósfera asfixiante y calmada que creas con tus 50palabrejas.
Un saludo y mi felicitación.
Estupendo, Esther. Qué mundo tan macabro y tortuoso le ha tocado en suerte a esos niños. Y que bien lo has mostrado con tan poco.
ResponderEliminarSaludos.
Si no conociésemos casos aún más terroríficos, tu micro parecería ficción. Me ha gustado el aire desconcertante que le has dado. Un saludo, Esther.
ResponderEliminarMuchas gracias Gabriel, Raquel, Enrique y Matrioska por vuestras palabras ;)
ResponderEliminarLa maldad encadenada. El padre les corta las alas a sus hijos y estos, a las mariposas.
ResponderEliminarMe hizo acordar a un relato de Galeano. Te lo dejo porque es cortito. Se llama El Sistema:
Que programa la computadora que alarma al banquero que alerta al embajador que cena con el general que emplaza al presidente que intima al ministro que amenaza al director general que humilla al gerente que grita al jefe que prepotea al empleado que desprecia al obrero que maltrata a la mujer que golpea al hijo que patea al perro.
Muy bueno, Esther.
Saludos.
Gracias Sandra y gracias por compartir el relato de Eduardo Galeano, ¡bellísimo!
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