Cayeron sus hojas
Vigilante inagotable, recto y fuerte; sus dedos lanceros cuidaron amorosamente las cocheras de los trenes durante 80 años. Gran envergadura y sólido escudo, protegió todo lo que su sombra cobijaba; generoso regalando su aroma, daba vida. Peno por él. Dentro del taller, solo queda el tronco cortado del gran eucalipto.
Si yo fuera un árbol, me encantaría que alguien dijera unas palabras como las tuyas en mi última morada, mencionando mis 'dedos lanceros'.
ResponderEliminarEspero, al menos, que del taller salga convertido en un bello objeto a la altura de lo que fue en vida.
Muy chulo, Eva. Enhorabuena.
Un saludo.
Me gusta ese tono casi épico que utilizas en el micro. Solo el hecho de hacer un homenaje a ese eucalipto dice mucho de tu sensibilidad, Eva. Soy una enamorada de la naturaleza en general y de los árboles en particular. Me ha gustado mucho. Un saludo.
ResponderEliminarHay espacios que quedan asociados a ciertos elementos -en este caso un árbol- y que sin ellos no serían aquellos. Es lo que sucede con ese eucalipto y las cocheras del tren que magníificamente , Eva Mª, nos has descrito.
ResponderEliminarAsí que, por tu calidad literaria, va mi "Me gusta" y con él mi saludo más cordial.