El deseo cumplido de una niña
Cuando el maquillador terminó de peinarla, de pintarle los labios y empolvarle las mejillas, se miró entusiasmada. Fuera de sí, con una sonrisa resplandeciente, exclamó: "¡Has visto, mamá! ¡Por fin soy tan guapa como tú!". La madre, incapaz de percibirla ni escucharla, abrazó la cajita blanca y rompió a llorar.
Gabriel me has emocionado con tu relato, triste historia contada con gran cariño.
ResponderEliminarEnhorabuena, me ha gustado.
Un abrazo.
Muchísimas gracias por tus palabras, Javier.
EliminarReconozco que tiene un final muy triste y duro este relato. Te prometo que suelo escribir otros más alegres, pero éste me salió así.
Un abrazo.
Gabriel, terrible final que sorprende después de un relato que augura diversión. Emociona a la vez que duele. Felicidades. Un saludo. Pilar.
ResponderEliminarAunque suene redundante, a mi sí que me emociona que a lectores/as como tú os pueda emocionar algo que he escrito.
EliminarMis más sinceras gracias.
Un beso.
La falta de comunicación es triste, y si encima sus interlocutores se encuentran en dimensiones diferentes, es trágica.
ResponderEliminarPobre madre que nunca sabrá que el deseo de su niña ha sido cumplido en la otra vida.
Un principio enternecedor y un final angustiante. Me ha gustado,Gabriel.
Un beso.
Lo has dicho mucho mejor que yo lo he transmitido. La incomunicación en este caso es trágica porque tanto la madre como la hija desearían comunicarse pero no pueden hacerlo.
EliminarMuchísimas gracias, Sandra.
Un beso.
Un giro increíble a una historia que empieza con una tierna escena. Muy bueno, Gabriel.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pablo.
Muchísimas gracias, Pablo.
EliminarNo sabes cuánto me alegra que a un veterano como tú de "50 palabras" le haya gustado este relato.
Un abrazo.
Impactante relato por ese final inesperado, Gabriel. Y por toda la historia que hay detrás que hace que la imaginación eche humo.
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias por tu comentario, Margarita. No sabes cuánto me alegra.
EliminarUn beso.
Brutal historia, Gabriel, muy bien narrada. Felicidades.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchísimas gracias, Fina.
ResponderEliminarMe alegro mucho de que te haya gustado.
Un beso.
Uffff. Un relato enorme Gabriel. La piel de gallina. Lo he releído para ver los detalles y cada vez me parece más increíble el giro de la historia. Enhorabuena!!!
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Carmen.
EliminarTus palabras son para mi, un chute de ánimo para seguir escribiendo.
Un beso.
Relato bien trenzado y terrible, Gabriel. Pero me deja una turbadora pregunta: ¿Acaso el desenlace de la niña es consecuencia de su deseo?
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Hola Notincgas.
EliminarCómo muere la niña lo dejo para que cada lector deje volar su imaginación. Cuando puse el título, pensé que podía interpretarse que el deseo ésta era estar muerta. Reconozco que puede haber ambigüedad, aunque mi intención inicial fuese más sencilla: La niña cumple su deseo al verse tan guapa como su madre. Tristemente, demasiado tarde.
Muchísimas gracias por tu comentario.
Un fuerte abrazo.
...podía interpretarse que el deseo DE ésta...
EliminarPerdón, que me lo he comido...
Gabriel, me has emocionado.
ResponderEliminarPerfectamente contado, vas llevando al lector suavemente por el relato que se imagina idílico hasta dar con el dramático giro final, felicidades.
Un beso.
Malu.
Nada más gratificante para mi que emocionar a una lectora como tú.
EliminarMuchísimas gracias por tu comentario.
Un beso.
Un micro perfectamente escrito. Impactante, tierno, desgarrador, haces brotar un montón de sentimientos con maestría. Felicidades, Gabriel. Un abrazo.
ResponderEliminarCoincido con los comentarios anteriores: empieza con mucha ternura y acaba con horror inesperado. Con ese giro final te da un vuelco el corazón.
ResponderEliminarSaludos!
Carme.
Tremendamente negro, como casi siempre que aparece una cajita blanca.
ResponderEliminarMuy bien contado, Enrique. Consigues tu objetivo con creces.
Saludos.
Enrique.
Perdón, juraría que había puesto Gabriel. Parece que mi ego empieza a desatarse, jaja.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por vuestros comentarios: Matrioska, Carme y Enrique.
ResponderEliminarPerdonad que no os haya contestado antes. He andado un poco perdido con las vacaciones :-)
Un fuerte abrazo para cada uno de vosotros.
Por poco se me escapa comentar este relato, impactante, duro, genial. Un abrazo, Gabriel.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Salvador.
Eliminar¡Un abrazo!
Qué penita da comprobar que el deseo de esa niña se cumpla dentro de un ataúd.
ResponderEliminarEsa frase final es excelente, da un giro total a la historia.
Me ha gustado, mucho.
Un abrazo.