Escorpiones
De noche sale a cazar bichos. Le gusta comer escorpiones. Cuando vuelve, su aliento de engendro aumenta la fetidez del sótano. Utiliza las garras para colgarse de las vigas, sobre nuestras cabezas. Es imposible escapar.
Te perdono, papá. Si el demonio cumple su palabra, pronto te hará un escritor famoso.
Te perdono, papá. Si el demonio cumple su palabra, pronto te hará un escritor famoso.
Vicente, me gusta mucho tu relato y te digo lo que interpreto aunque, su me equívoco, te pido disculpas de antemano.
ResponderEliminarVeo dos partes: la historia sobre un ser monstruoso (demonio) y la de un niño que, asustado por la misma, le dice a su padre: el escritor, que si le da fama lo perdona por el miedo causado.
No sé si irán por ahí los tiros pero me ha parecido original como has estructurado el relato.
Un abrazo y un me gusta.
Pablo
Gracias por tus palabras, Pablo.
EliminarLas disculpas debo pedirlas yo por dejar tan críptico el asunto. Acostumbrado como estoy a los relatos de horror, he obviado demasiadas cosas. De cualquier manera, tu interpretación le ha regalado a mi relato una luz que yo no he alcanzado a ver. Nuevamente, muchas gracias por pasar a comentar.
Abrazos.
Todos los padres quieren lo mejor para sus hijos, aunque para ello tengan que pactar con el demonio. Y nada más bello que una familia unida.
ResponderEliminarEntrañable relato, a mi entender.
Un abrazo, Vicente.
Lo que comentas es aún más entrañable que mi relato, Patricia. Como bien dices, nada hay más bello y valioso que la unión familiar. Al igual que a Pablo, te agradezco en el alma que me hayas hecho mirar esta historia con unos ojos más amables y autorizados que los míos. ¡Qué gentileza!
EliminarOtro abrazo, de vuelta.
Oh, acá mis interpretaciones, el padre -escritor frustrado o algo así- pacta con el diablo ser un buen escritor, pero se convierte en un demonio en si mismo.
ResponderEliminarEl hijo es el que perdona al padre monstruo el verlo así todo por un pacto.
Si es así, se deducen dos cosas más:
el demonio si cumplió su palabra
y felicitaciones por tu comprensivo hijo.
jajaja saludos!!!
Perdón mi intromisión pero creo que por ahí van a ir los tiros. Me parece una interpretación genial.
EliminarSaludos a los dos.
Pablo
Amigos Jean y Pablo,
EliminarEs un honor para mí el que se den tiempo para leerme. Sin duda, esta interpretación se parece mucho más a la que yo traté de plasmar, con mis limitados recursos. En un ejercicio de honestidad, creo que se los debo, expongo el cuadro que tenía en mente cuando me aventuré a escribir estas cincuenta enmarañadas palabras: Un escritor frustrado (¡qué ojo Jean!) le entrega sus hijos a un demonio a cambio de volverse famoso. La criatura mantiene prisioneros a los niños en un horrible sótano. Una de las víctimas es quien narra la historia y quien, a pesar de todo, decide perdonar a su inescrupuloso padre.
Finalmente, lo que sí quiero dejar muy claro es que soy el primer defensor del derecho del lector de apropiarse de una historia, de hacerla suya a través de su visión particular y dejar para el autor la satisfacción de provocar una emoción quizás imprevista.
¡Gracias, compañeros! Un abrazo.
Vicente.
Fabuloso ambiente el que nos pintas con tan poco. Qué vocabulario tan bien escogido para fabricar tan terrible situación. Solo espero que ese sacrificio ajeno merezca la pena.
ResponderEliminarUn abrazo, Vicente.
Enrique.
Totalmente de acuerdo contigo, Enrique, es una situación espeluznante. Desde luego, es una obra de ficción pero no he podido quitarme de la cabeza que en el mundo real hay personas capaces de destruir vidas ajenas con tal de alimentar su ego. De igual manera, existen otras tan bondadosas como para perdonar las injusticias recibidas. En fin, hay muchos ángeles y demonios por ahí.
EliminarMuchísimas gracias por tus gentiles palabras.
Vicente.
Siempre se habla del amor incondicional e ilimitado de los padres hacia los hijos. Pues bien, tu micro me parece un excelente ejemplo de que el amor de algunos hijos por sus progenitores también es digno de tenerse en cuenta.
ResponderEliminarUn saludo, Vicente.
Has dado en el clavo, Fina. Uno de los elementos que quise plasmar en esta historia es ése, la grandeza de espíritu que puede existir en un cuerpo tan pequeño. Un niño que admira a su padre sobre todas las cosas, puede ser capaz de perdonar acciones tan viles como la de mi relato.
Eliminar¡Gracias por comentar!
Saludos.
Vicente, bien escogido el título y qué dura la historia. Solo queda esperar que el padre sea un gran escritor y que más pronto que tarde pueda recuperar a sus hijos, bien sea com otro pacto o con ... Daría para otra historia ...
ResponderEliminarBesos.
Malu.
¡Qué amable, Malu!
EliminarDeseo de todo corazón que tus palabras sean de profetisa y muy pronto los hijos se reúnan con un padre arrepentido. Lo merecen.
Un abrazo.
Vicente.
¡Magnífico relato, Vicente!
ResponderEliminarTras leer los comentarios precedentes, que me han servido para comprender perfectamente tu historia, poco más que añadir. Solo comentar que con tus cincuenta palabras enhebras un relato de terror y, también, de ternura. Ese perdón del hijo sacrificado que nos dejas en el último párrafo sirve de contraposición al primer párrafo, donde lo tenebroso y lo horrendo tienen su espacio propio.
Va mi "Me gusta" y mis aplausos por tan espléndido relato.
Muchos saludos.
¡Muchas gracias, José Antonio!
EliminarCreo que la vida misma es así, llena de contrastes.
Abrazos.
Esa fetidez inunda todo el relato de oscuridad y las palabras se atragantan y desgarran la garganta en medio de un silencio sólo roto por los pensamientos del niño.
ResponderEliminar¡No has dejado ni un sentido sin estimular!
Ahora únicamente me queda emplear el sentido común y no poner en práctica tu idea, que no te creas... ;)
Un abrazo, Vicente.
¡No, Margarita! ¡No lo hagas, por vida tuya! No pongas en práctica ninguna de las locas ideas que salen de mi pluma (o teclado, en este caso). La última persona que lo intentó quedó atrapada para siempre entre mis recuerdos más preciados. :)
Eliminar¡Mil gracias, Margarita!
Vender tu alma es un signo de ambición pero vender a tus hijos es una obsesión delirante por escribir. Muy bueno, Vicente, y ese perdón del hijo lo convierte, a mi parecer, en genial. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Gracias, Salvador! Me alegra mucho que te haya gustado el relato. Es cierto, la obsesión por la escritura, la música, las matemáticas o cualquier otra actividad en la que se requiera de cierto talento, puede tornarse demencial cuando se carece de virtuosismo.
Eliminar¡Saludos!
Llevo unos días sin poder comentar y me temo que a estas alturas poco puedo ya aportar. Solo decirte que es un micro muy bueno, Vicente, felicidades. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Matrioska!
ResponderEliminarVa otro abrazo, de vuelta.
Ay el amor de los hijos... tan incondicional y a veces tan poco merecido!
ResponderEliminar(yo también pensé que era el padre el que había vendido su alma y cuerpo al diablo ;-)
Carme.
Muchas gracias por comentar, Carme. Como he dicho antes, he dejado muchos cabos sueltos por ahí.
EliminarUn saludo afectuoso.