Little Moon
El día que su televisor se convirtió en un agujero negro y empezó a absorberlo todo alrededor no pudo evitar mover, por primera vez en años, sus trescientos quince kilos. Eso que brilla en el cielo es Little John. La Luna nos la cargamos en la Tercera Guerra.
¡Fabuloso! El apocalipsis en 50 palabras y punto final. Enhorabuena por este gran relato.
ResponderEliminarGracias, Belén. Esto va para los que se acercan tanto a la tele cuando se va la imagen...
EliminarY así, con apenas dos pinceladas, has sido capaz de dibujar un futuro (¿el futuro?) y una historia (¿la Historia?). ¡Bien hecho, Ignacio!
ResponderEliminarGracias por ver el futuro —a pesar de lo negro negrísimo que lo pinto— y la historia —que igual hay dos o tres, pero son solo bosquejos—.
EliminarBuena vista.
¡Nos leemos!
Lo futurista empieza a correr el riesgo de resultar "presentista" .
ResponderEliminarConciso y provocador, me gusta mucho.
Gracias Juan. Lo cierto es que estaba planteado en presente, pero a veces resulta más efectivo hacer como que se ve desde lejos para que se vea de cerca.
EliminarHola Ignacio.
ResponderEliminarMicro apocalíptico que viene bien para dar un toque de atención.
Me gusta.
Felicidades.
Un abrazo.
¡Gracias, Gabriel!
EliminarExcelente relato, Ignacio. Al final la televisión nos traga y nos atrapa. Gran metáfora la de tu relato apocalíptico.
ResponderEliminarMuy bueno
Un abrazo.
Pablo.
Gracias por el comentario Pablo, si es que no hay nada como la "caja tonta" para abrir puertas entre dimensiones.
EliminarUn abrazo.
Espléndida muestra de ciencia ficción pura. El hombre atrofiado y finalmente engullido por su propia creación tecnológica. Muy bueno.
ResponderEliminarSaludos.
Hombre Vicente, gracias por lo de ciencia ficción pura. Para mí es un poco fábula de ciencia ficción. Con moraleja y todo.
EliminarMuy bueno, Ignacio. Un futuro distópico que parece no estar demasiado lejos de la realidad.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias Sandra, sois todos buenísimos comentando. Gracias, me alegro de que te guste.
EliminarUna de mis frases es que la televisión deja seco el cerebro ... Ya sabía yo que tarde o temprano el tiempo y 50 palabras me darían la razón.
ResponderEliminarApocalipsis viene... Pónganse todos a salvo.
Besos.
Malu.
Pobre Juanito. Al final vio mundo.
ResponderEliminarUn abrazo Mr. Urtiaga.
¡Qué futuro más negro e incierto nos espera! Lo mejor: no encender la televisión y ocupar el tiempo libre en leer y, sobre todo, en escribir lo que sea... Bueno, lo que sea, no. Mejor relatos de cincuenta palabras, que la página habrá que seguir manteniéndola en alza.
ResponderEliminarApocalíptico y presumible futuro el que nos presagias, Ignacio. Muy bien narrado. Así que va mi "Me gusta" y mi reconocimiento.
Un saludo muy cordial (con el mando de la tele en la mano... para apagarla).
Creo que tu relato es un magnífico guion para una serie de televisión: es pura imagen.
ResponderEliminarY te aseguro que no estoy siendo irónica, sólo pretendo decirte que me gusta, me gusta mucho. Y que de vez en cuando también me gusta tirarme en el sofá y dejarme absorber por una buena historia como la tuya.
Un saludo, Ignacio
Gracias, Marga, próximamente: "Moon Book". La estantería que absorbía a quienes no leían libros... No te preocupes que no corres peligro.
EliminarSaludos.
¡Nos leemos!
Sin duda, la televisión es ese agujero negro que absorbe nuestras mentes e idiotiza nuestros actos. Esa luna final, divertidísima. Me ha gustado mucho, Ignacio. Un abrazo.
ResponderEliminarNo hay mal que por bien no venga. La televisión consiguió, al fin, hacer mover los trescientos quince kilos de Little John. Muy ocurrente tu micro, Ignacio. Un saludo.
ResponderEliminarRealmente ese era el "detalle" que me hizo "moverme" para escribir el relato.
Eliminar¡Gracias!