Porque tres siempre serán multitud
Cuando el desconocido grupo hubo desaparecido, se acercó para proseguir con su ritual de las últimas semanas. Su bastón y un ramillete de orquídeas idéntico a aquel primero como únicos testigos. Coronas de claveles y crisantemos y una foto cambiada confirmaron sus temores: ella volvía a estar acompañada; él, solo.
Me encanta como montas la escena sin necesidad de nombrar el escenario donde se desarrolla, para que lo averigüemos a través de pistas que vas dejando a nuestro alcance: las coronas de claveles y crisantemos, la foto cambiada...
ResponderEliminarImagino que el solitario enamorado no es de carne y hueso, ¿me equivoco?. ¿Y quién es el nuevo acompañante de la dama? Como sea su difunto viudo va a haber alguna que otra escena de celos...
Me gusta. Un saludo.
Una vez mandado el micro a Álex, cuanto más pensaba en él (en el micro, huelga decir), más rebuscada me parecía la historia que intentaba transmitir. Sigo pensando lo mismo; pero, tras leer tu comentario, ya no lo veo como un defecto sino todo lo contrario: tus preguntas llevan a una interpretación mucho más poética. Gracias, Asun. Me alegra saber que te ha gustado.
EliminarUn abrazo.
Un micro con mucha miga, FNR. Lo que a mí me sugiere es que el del ramillete va a visitar con frecuencia a su eterna enamorada al cementerio hasta que un día se encuentra con que su viudo ha vuelto a reunirse con ella, y esta vez para siempre. Me ha gustado mucho cómo vas desgranando la historia a base de sutiles pero eficientes pistas. Muy bueno. Un beso.
ResponderEliminarMás que leer mi relato, tengo la impresión de que me has leído el pensamiento por cómo has dado en la diana con tu comentario. ¡Chapó! Yo no habría hecho un análisis más exacto de mi propio relato. Gracias, Matrioska. Me alegro de que te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Cuántas incógnitas... Estoy segura de que si pidieras que continuáramos la historia, surgirían montones de versiones diferentes.
ResponderEliminarMuy bueno, Fina.
Resulta de lo más tentador lo que comentas, Patricia… Pero no, mejor no os pido nada porque, dado ese fabuloso caudal de imaginación que tenéis todos, mucho me temo que mi relato quedaría a la altura del betún ;) Gracias por hacerme saber que te ha gustado.
EliminarUn abrazo.
Siempre con la sutileza y ese vuelo poético que la caracteriza. Me ha gustado. Saludos.
ResponderEliminarRuperto.
Leer tu comentario, subírseme los colores y engordar unos kilos. Así y en ese orden. Gracias, Ruperto, por esas palabras tan bonitas que me dedicas.
EliminarUn abrazo.
Muerta ,al menos, podía ser un poco suya junto a la soledad de su epitafio. Ya no. Su marido, muerto, ya la acompaña y lo convierte en una solitaria alma en vida ...
ResponderEliminarAl meno así interpreto yo tu historia, Fina, con la belleza que el amor arranca a las cosas tristes.
Me ha gustado mucho tu relato Fina.
Un abrazo
Si Matrioska había acertado de pleno, tú acabas de ponerle la guinda a la historia que tenía en mente y que me llevó a escribir el micro. ¿Qué puedo decir? Que me vuelvo a quitar el sombrero. Gracias, Antonio, por tu comentario; especialmente por esa frase tan hermosa que has escrito.
EliminarUn abrazo.
Me ha encantado.
ResponderEliminarYo interpreto lo mismo que Matrioska. El enamorado va a llevar sus flores y ve que el viudo se ha inmiscuido en sus conversaciones con ella, mirándolo desde el más allá a través de esa foto y usurpando la tumba de ella.
Enhorabuena porque es muy bueno.
Un besote, Fina
Pablo.
Te digo lo mismo que a Matrioska, Pablo, y me alegro muchísimo de que te haya gustado mi historia. Gracias por habérmelo hecho saber.
EliminarUn abrazo.
Muy bueno, FNR. Ahora el alma en pena es el de las orquídeas. Despojado de su amante por la muerte, ahora también sufre la usurpación del último lugar donde podía refugiarse de su soledad. Muy triste y muy bien contado.
ResponderEliminarUn beso.
Estoy contigo, Sandra, en que es una historia muy triste. Gracias por tu comentario.
EliminarUn abrazo.
Un homenaje a ese amor que perdura a pesar de la competencia, el paso del tiempo y la muerte. Incluso cuando la pareja legal se reune definitivamente. No cabe duda de que el amante de las orquídeas es digno de admiración por su constancia.
ResponderEliminarPrecioso, Fina.
Un abrazo.
Constante y enamorado hasta tal punto de ese primer amor que es incapaz de volver a enamorarse y prefiere vivir alimentando la ilusión de un reencuentro. Y cuando por fin se produce, cuando por fin vuelve a encontrarla “sola”, su dicha dura tan sólo unas semanas: la muerte del marido lo obliga a alejarse de ella y a tener que vivir el resto de sus días sin tan siquiera esa ilusión. Ya he mencionado que era una historia muy rebuscada… Me alegra que te haya gustado, María Jesús.
EliminarUn abrazo.
Fina, me quito el sombrero y me pongo de pie para aplaudirte, no es rebuscada la historia (yo últimamente estoy muy espesa y la he pillado a la primera y sin leer los comentarios), es muy romántica y, aunque muy triste, es muy bonita.
ResponderEliminarFelicidades querida amiga, te mando un beso y ojalá vayas a la final, el micro lo merece.
Malu.
¡¿La final?! Huy, querida Malu, ésas son palabras mayores. Con vuestros comentarios veo cumplido con creces mi objetivo al publicar en esta página, donde es tal el nivelazo que no hay micro que lea que no me pregunte qué diantres hago yo aquí. Y no, no es falsa modestia.
EliminarUn abrazo.
Capaz ha sido el marido de morirse solo por fastidiar. ¡ Que borde! ;)
ResponderEliminarUn abrazo, Fina.
Me gusta que te haya gustado mi relato, Grau :P
EliminarUn abrazo.
¡Qué historia tan delicada, Fina!
ResponderEliminarNos regalas una preciosa fotografía en blanco y negro, ajada por el paso del tiempo, sobre un tapiz de pétalos que nos cuentan una gran historia.
¡Felicidades!
Un beso
Para delicadeza la que desprende tu comentario, Margarita. Gracias por dedicarle a mi relato unas palabras tan bonitas.
EliminarUn abrazo.
Fina, espléndido relato de amor, romanticismo y soledad. Me imagino al hombre alejándose sin rumbo,, sabiendo que ya nada tiene que hacer allí. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Salvador. Yo también me lo imagino así: cabizbajo desandando por última vez ese camino que por unas semanas le había regalado cierta felicidad. Me alegra saber que te ha gustado.
EliminarUn abrazo.
Magnífico, Fina. Además de muy bien contada, tu historia es muy original: lo más habitual en estos casos es que los pretendientes se acerquen al viudo o la viuda. Pero es que además nos muestras un amor de lo más tierno y sutil. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn abrazo.
Enrique.
Me alegro muchísimo de que mi historia te haya gustado, Enrique. Gracias por tus palabras que, al igual que las del resto de compañeros, me animan a no limitarme a leeros ;)
EliminarUn abrazo.
Para alivio tuyo, amiga Fina, he de decirte que pude leer tu historia hace unos días, pero que hasta ahora no la he podido comentar. ¡Y para nada es rebuscada! La entendí desde el primer momento: el enamorado que visita la tumba del amor de su vida, pero que nunca tuvo, comprueba que quien sí pudo compartir vida con su amor, yace ahora junto a ella, que nuevamente vuelve a estar acompañada, mientras que él, nuevamente vuelve a estar en soledad, sobrando otra vez en ese trío.
ResponderEliminarDescribes esa escena con una elegancia que merece mis más sonoros aplausos, con un vocabulario selecto y muy bien escogido, dejando entrever ese no sé qué que, finalmente, asoma por entre tus palabras. Y para rematar, esa contraposición de la compañía (no la vemos, pero la imaginamos en esa foto cambiada) frente a la soledad.
Va mi "Me gusta", porque así es, y no puedo más que agradecerte que nos hayas regalado este relato de amor más allá de la muerte (como cantara Quevedo).
Un beso.
El agradecimiento te lo he de dar yo a ti, José Antonio; primero, por haber hecho un análisis tan exhaustivo y adecuado del micro; segundo, por esas amables palabras que siempre me dedicas; tercero, por haberme dado el empujoncito para que participara en esta página y cuarto (y más importante para mí) por estar siempre ahí, dándome ánimos.
EliminarUn abrazo, querido amigo.
Pobre viejito enamorado. ¡Ese final me ha dejado con un regusto de tristeza...!
ResponderEliminarExcelente micro.
Un abrazo
Estoy contigo, Rosy. Un final demasiado triste para quien dedicó toda su vida a alimentar una ilusión. Los cuerpos ya sí que jamás podrán estar juntos; me gusta pensar que no así esas almas. Me alegro de que te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Confieso que no lo acababa de entender del todo (sin que ello signifique un demérito de la autora, sino, en todo caso, mío), pero gracias al comentario de José Antonio he captado el relato en toda su dimensión (o casi mejor, plenitud) y me ha parecido una idea muy buena y bien tramada.
ResponderEliminarSaludos, cordiales, Fina.
Gracias, Notincgas, pero sigo pensando que es una historia demasiado rebuscada como para resumirla en tan pocas líneas. Si incluso a mí, que me vanaglorio de ser parca en palabras, cincuenta palabras me supieron a bien poco.
EliminarUn abrazo.