Turno de oficio
Plegó sus convicciones. Bien dobladas las metió en el cajón donde ya tenía guardadas la sinceridad y el asombro. Y las ganas de cambiar el mundo, un reloj de arena, un beso robado a una fiscal y el desprecio a las injusticias. Así, pudo salir a defender a su cliente.
Patricia, me parece un relato excelente y no puede contarse mejor como preparar la defensa de un culpable. ¡Muy bueno! Vaya relatos que nos traes cada mes. Gracias por tus letras, Paloma.
ResponderEliminarUn besote.
Pablo
Jejeje, ya he avisado que en Agosto solo puedo comentar con el móvil así que pueden ocurrirme cosas como llamar a Paloma, Patricia. Quita esa primera Patricia y pon Paloma. Otro besote
EliminarGenial como siempre, Paloma, veo la desesperanza de ese joven abogado que tiene que dejar tantas cosas atrás para enfrentarse a la dureza de muchos casos. Un beso y enhorabuena.
ResponderEliminarSiempre he pensado cómo se puede defender lo indefendible y aquí está la respuesta, guardándolo todo en un cajón.
ResponderEliminarGran relato Paloma, un beso.
Malu.
Muy bueno, Paloma. Por suerte tu protagonista guarda todos sus tesoros en un cajón y no los tira a la basura como han hecho tantos.
ResponderEliminarUn beso.
Excelente relato, Paloma. Me has transportado a cierto momento de mi adolescencia en el que quería ser abogado para poder defender al inocente y acusar al culpable. Huelga decir que en cuanto me informaron de que la cosa no funcionaba cambié de planes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Debe ser duro tener que renunciar a principios, propósitos e ilusiones y guardarlos en un cajón oculto de la conciencia. Quizás en algún momento puedan recuperarse definitivamente, o quizás ya no…
ResponderEliminarEnhorabuena, Paloma.
Un saludo.
Paloma, hasta los asesinos tienen derecho a ser defendidos con las máximas garantías; es un axioma de la justicia que mi mente digiere a regañadientes. Tu genial relato nos transmite cómo la conciencia debe de ponerse una venda para desarrollar su cometido. Un abrazo.
ResponderEliminarEstupenda descripción de una situación tan difícil de asimilar como básica en una sociedad libre. Espero que a tu protagonista no le pase como a mí, que nunca recuerdo dónde he guardado las cosas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Enrique.
Turno de oficio, abogado del diablo... Siempre he pensado en lo difícíl que puede resultar para un honrado profesional, guardar en un cajón ciertos valores y sobre todo, como dice Enrique, que no olvide donde los guardó, pues creo que muchos olvidan por completo que un día fueron poseedores de esos valores houmanos.
ResponderEliminarMuy buen relato Paloma.
Besos.
¡Muy buen microrrelato, Paloma! Describes perfectamente el calvario profesional por el que tiene que pasar un abogado de los del turno de oficio, aunque olvidas que muchos de ellos ni cobran o tardan mucho en cobrar, algo que hace su trabajo aún más arduo si cabe.
ResponderEliminarVa mi "Me gusta" y un saludo muy cordial.
¡Cómo me gustan tus turnos de palabra, Paloma!
ResponderEliminarY ese beso robado que, estoy segura, impide que se pare el tiempo que se desliza con cada grano de arena y evita que se apolille el resto de objetos primorosamente plegados que esperan a ser defendidos en ese cajón.
Un saludo.
Cuando se arrían las convicciones se pierde voluntad, la voluntad de no ser, la de no tomar partido, y te conviertes en aquello que siempre despreciaste.
ResponderEliminarCreo, Paloma, que tu relato es la historia del cobarde que todos podemos llevar dentro, portador de una cobardía capaz de tragarse el orgullo a cambio de una nómina, de una cobardía que es una forma de egoísmo.
Faltaría saber cómo se defiende de sí mismo cuando cierre ese cajón.
Buen relato. Un saludo
Muy buen micro, Paloma. Siempre me he preguntado cómo es posible ejercer con lo que exigen determinadas profesiones. Tu micro lo deja claro, meter tus convicciones y sentimientos en un cajón y taparse la nariz. Me ha gustado mucho, felicidades. Un beso.
ResponderEliminarPor como lo relatas me da la sensación de ser un guardado temporal de todos esos principios y cualidades que definen a la persona, de forma que pasado ese juicio lo pueda recuperar de nuevo. El problema es si lo ha de ir guardando en el cajón demasiado a menudo. Sé de alguien que ha dejado de ser abogado por ello.
ResponderEliminarVeo que incluso guarda su asombro, supongo que para evitar asombrarse de lo que él mismo haga o diga.
Buen relato Paloma.
Carme.
Lo que tiene que hacer tu abogado para defender lo indefendible...
ResponderEliminarMuy bueno, Paloma.
Un abrazo.