Cactus
La crítica de su madre había calado profundo: "Sos como un cactus, nadie desea tocarte". Una semana después, comenzó a sentirse lento y con cierta preferencia por estar al sol, cosas que atribuyó al frío y al estrés. Finalmente, cuando se estaba afeitando, la máquina se le atoró de espinas.
¡Vaya tarjeta de presentación, Noelia! Un tanto espinosa, eso sí, pero de una exquisitez literaria sobresaliente.
ResponderEliminarBienvenida a este grupo y que nos sigas regalando historias de esta calidad e imaginación.
Va mi "Me gusta" y un saludo muy cordial.
Gracias, José Antonio. ¡Un gusto!
EliminarMe encantó, Noelia. Puede ver esa metamorfosis bien clara cuando la máquina se le atoró de espinas. A veces nos convertimos en lo que otros dicen que somos porque creemos más en sus palabras que en las propias.
ResponderEliminarMuy imaginativo y original.
Un beso.
Así es, Sandra. Gracias por leer y comentar. Un placer.
EliminarBienvenida, Noelia. Vaya estreno que nos regalas: una historia llena de imaginación y magia. Vaya transformación. Siempre digo que las madres revienten algo de brujas (buenas) porque siempre llevan razón.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho esta espinosa historia.
Un beso.
Pablo
Me alegro que te gustara, Pablo. Gracias por el comentario y mucho gusto.
EliminarA veces se empeñan en repetirnos y repetirnos cómo somos con tal insistencia que nos acabamos creyendo aquello en que tanto insisten. Unas veces bueno, otras malo, pero el cartel lo arrastramos toda la vida. Algo así le pasó a tu protagonista, que se convirtió en un ser "intocable".
ResponderEliminarMe ha encantado, Noelia. Bienvenida y suerte.
Así mismo lo creo, Ma José, tal cual lo decís. Gracias por tu comentario y por leer. Un placer.
EliminarSi a mí me cuentan la historia de Pigmalión así de bien hace años, "otro gallo hubiera cantado".
ResponderEliminarMe gusta ese contraste entre sus movimientos lentos y fríos y la rapidez de la transformación.
Me gusta. Me gusta mucho, Noelia.
Un saludo y bienvenida.
¡A una madre nunca se le contradice! Ja, ja. Esta es una historia que tiene múltiples lecturas, en el seno familiar se cultiva lo mejor y lo peor del ser humano. Aunque, generalmente, tengan la mejor de las intenciones, las palabras de nuestros seres queridos nos marcan para bien o para mal.
ResponderEliminarMuy buen relato, felicitaciones.
Vicente
Quizá siempre fue un cactus, sólo tuvo que oírlo una vez para darse cuenta y comportarse como tal. O tal vez debería buscar opinión en otro entorno, parece que al lado de su madre nunca se convertirá en un roble o un sauce.
ResponderEliminarPrecioso relato. Saludos, Noelia.
Una de dos, o la madre no ha hecho sino poner en claro al protagonista su auténtica naturaleza, o, de forma adrede o inconsciente, ha sembrado una semilla que sólo puede conducir a la pérdida de autoestima de su retoño. Un texto que aunque parezca lleno de aristas, resulta acogedor para el lector.
ResponderEliminarBienvenida y un saludo
Tanta repetición tenía que tener efecto, era un chico obediente
ResponderEliminarBuena metáfora sobre la influencia de los padres en los hijos. Me ha gustado mucho el desarrollo de la historia, la aparición de esos extraños síntomas y la resolución del final con un comienzo, el de la evidente transformación.
ResponderEliminarUn gran estreno, Noelia. Este cactus es de los que florecen.
Y todo eso que se ahorrará en bebidas.
ResponderEliminarAhora, en serio. Buen relato, Noelia, tanto si lo tomas en su sentido literal, como en el plano más metafórico de la relaciones tóxicas.
Saludos cordiales
Maravilloso estreno con un perfecto relato que nada tiene que envidiar ni al propio Kafka. Bienvenida al club y que sigas con esta calidad aunque nos eleves el listón.
ResponderEliminarUn abrazo y un me gusta.
Bienvenida, Noelia. Me gustan esa madre clarividente y la transformación progresiva de tu protagonista. Quizá la maquinilla, aunque atorada, pueda hacer desaparecer esas espinas y volver su piel más suave, apta para ser tocada de nuevo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, gente, he leído cada comentario. No sé bien la dinámica de la página, pero ya voy a integrarme bien. Agradecida de sus enriquecedores comentarios y bienvenidas. Un abrazo a todos, ¡los estaré leyendo!
ResponderEliminarGran relato, NoeliaA. Las relaciones humanas suelen ser traumáticas, sobre todo dentro del núcleo familiar, donde tarde o temprano acabamos diciendo nuestro verdadero parecer. Ciertamente es importante la opinión ajena, aunque quizá no debiera influirnos tanto.
ResponderEliminarBienvenida a 50.
Buena transformación y buena moraleja.
ResponderEliminarY como soy optimista, espero como Asun que se revierta el proceso.
Saludos
Carme.
Nadie como una madre para saber cómo somos en realidad. Excelente estreno, Noelia. Me ha gustado mucho tu historia.
ResponderEliminarUn saludo.
Las críticas hechas con saña, y probablemente injustas, suelen provocar reacciones traumáticas, más si cabe, si proceden de una madre. Me ha gustado mucho el fondo y la forma, Noelia, felicidades y bienvenida. Un saludo.
ResponderEliminar"Tanto va el cántaro a la fuente que termina rompiéndose"
ResponderEliminarCuánto daño podemos hacer a los niños ahondando en sus errores y no valorando sus aciertos.
Me ha encantado tu fabuloso micro/reflexión. ¡Felicidades!
Saludos.