Fotoedición
—¿Qué le parece?
—¡Magnífico! —respondió la muchacha, comparando las fotografías.
En ambas, ella posaba frente al Coliseo. Sólo en una, del brazo de un apuesto joven. Sus conocidos jamás sabrán que viajó sola.
—¿Podría conocer al chico?
—Claro, está detrás de usted.
El muñeco de silicona yacía sobre el mostrador.
—¡Magnífico! —respondió la muchacha, comparando las fotografías.
En ambas, ella posaba frente al Coliseo. Sólo en una, del brazo de un apuesto joven. Sus conocidos jamás sabrán que viajó sola.
—¿Podría conocer al chico?
—Claro, está detrás de usted.
El muñeco de silicona yacía sobre el mostrador.
Si es que nos encanta aparentar, mostrar un resultado esplendoroso y apetecible aunque se apoye en la realidad más patética. El placer de viajar es para algunos incomparable con el que se siente cuando se cuenta y se muestran las pruebas del periplo.
ResponderEliminarDicen que una imagen vale más que mil palabras, pero tú, Vicente, con tu relato has conseguido liberar mil imágenes en tan sólo 50 palabras.
Un abrazo.
Mil gracias, Antonio, por ilustrar mi relato con tus palabras. Tienes razón, hoy en día muchos prefieren la apariencia a la experiencia, y se pierden de lo bueno de la vida.
EliminarOtro abrazo para ti.
Sorprendente final.
ResponderEliminar¡Vaya! Me complace que el final de mi historia te haya sorprendido, Salvador; en especial a ti, que de desenlaces insólitos sabes y mucho.
EliminarGracias.
Genial idea la de ese fotógrafo, creo que se va a forrar con ese muñeco tan atractivo. Lo malo es que alguna amiga de esa chica tenga la misma ocurrencia y acaben compartiendo ese novio de silicona en su muro de Facebook.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Vicente.
Un abrazo.
Ja, ja, ja. El ingenio de tu comentario ha echado por tierra este proyecto de negocio y, al mismo tiempo, le ha dado un brillante remate a mi relato.
EliminarGenial, Asun. Gracias por leer y comentar.
Vicente
Le has borrado la sonrisa a la muchacha de la fotografía sin necesidad de pinceles correctores cuando le has mostrado a ese muchacho yaciente sobre un mostrador, y a mí también, la verdad.
ResponderEliminar¡Qué gran imagen has creado, artista!
Un cordial abrazo
Perdón por haberte borrado la sonrisa Margarita. Trataré de dibujar una nueva, píxel a píxel, sobre tu rostro, sé que te la debo. :)
EliminarGracias por lo de artista, aspiro a serlo, aprendiendo de maestros como tú.
Abrazos.
Vicente, has hecho un micro que dibuja la personalidad vacía de las personas que, en vez de viajar por placer, viajan para contarlo yv aparentar una felicidad artificial.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un abrazo.
Pablo.
¡Gracias, Pablo!
EliminarLo que dices es verdad. Como escribí en otro comentario, tristemente, hay gente que antepone la apariencia a la experiencia.
Saludos.
Más que afán de ostentación, lo que observo en tu protagonista es miedo a mostrar su realidad a los demás. Triste final este, en el que su soledad cobra mayor énfasis con ese palpable e inerte muñeco.
ResponderEliminarMuy bueno, Vicente.
Un abrazo.
En efecto, Enrique, ese miedo a mostrarse ante los demás sin tapujos es el núcleo de lo que intenté plasmar en las cincuenta palabras. La soledad es un mal más extendido de lo que se piensa. Triste, sí, muy triste.
EliminarMil gracias por tus comentarios, Enrique. Espero tu próximo relato.
Abrazos.
Vicente, triste relato. El miedo de la protagonista a mostrar públicamente su soledad hace que maquille su realidad, a aparentar lo que no es. El que su acompañante sea de silicona aún lo hace más triste. Muy bueno. Un abrazo.
ResponderEliminarBasar la autoestima en la opinión de los demás es algo muy peligroso y el camino más corto a la infelicidad.
EliminarMuchas gracias, Pilar.
Saludos.
Vicente
Qué triste debe ser realizar actividades en soledad cuando ésta no se ha buscado. No es de extrañar la vergüenza de tu protagonista, que puede maquillar la realidad con Photosop o con un señuelo, intentar engañar a todos durante un tiempo, pero siempre habrá alguien para quien no sirven los artificios, por elaborados que sean: ella misma.
ResponderEliminarAunque tu relato es triste, siempre me alegra leerte.
Un abrazo, Vicente
Así es, Ángel, si el deseo de compañía no se satisface, la soledad se transforma en un veneno de lento efecto.
EliminarMuchas gracias por leer y comentar: por estar presente.
Otro abrazo, de vuelta.
Vicente
Vaya... si decide viajar sola podría ser valiente para contarlo...
ResponderEliminarHay otras opciones:la muchacha en cuestión podría hacerse la foto con otros jóvenes que encuentre en el lugar visitado y así presumir de conocer gente mientras viaja.
O mejor aún, que se apunte a un curso de fotoedición - podrá hacer ella misma los retoques y quizá encuentre en el curso alguien también solitario con quien compartir futuros viajes.
Un saludo,
Carme.
¡Wow, Carme! Eres toda una máquina de imaginar. Has ramificado la historia original, haciéndola correr por caminos tan insospechados como interesantes. Te agradezco enormemente que te hayas tomado el tiempo y le hayas permitido a mis cincuenta palabras volar en el cielo de tu agudeza.
EliminarSaludos.
Vicente
En una primera lectura he pensado que a tu protagonista le gusta estar sola, pero teme (o prefiere ahorrarse) las críticas fruto de esa arcaica creencia de que si alguien está solo es porque a nadie le gusta. Sin embargo, el hecho de que quiera conocer a su acompañante en la foto es de lo más significativo y me dibuja una persona cuya soledad no es por voluntad propia. Una historia muy triste que nos has traído, Vicente, y a pesar de que cada vez se cuenta con más medios para esquivar esa soledad no deseada, parece ser un problema casi imposible (o sin "casi") de resolver. Buen micro.
ResponderEliminarUn saludo.
Totalmente de acuerdo, Fina. Si a la soledad no deseada se suma la presión social dejan en una situación muy triste a quien las padece.
EliminarGracias por leer y comentar.
Vicente, original y divertido relato que encierra una historia de soledad y vulnerabilidad hacia lo que puedan pensar los demás. Muy bueno. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus amables palabras, Salvador.
EliminarTe regreso el abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEl muñeco debía de estar muy conseguido, si pregunta por el chico...
ResponderEliminarBuen micro, Vicente.
Saludos
Ja, ja, ja, cierto.
EliminarMuchas gracias, Rosy.
Saludos.
El hecho de viajar sola y ocultarlo no parece ser un problema para tu personaje, todo estaba planeado, se puede ser relativamente feliz organizando y viviendo mentiras. Es lo inesperado, lo que te enfrenta de bruces con la realidad, lo más duro, esa humillante decepción de ver al chico atractivo de la foto convertido en plástico.
ResponderEliminarMuy bueno, Vicente. Saludos.
Muchas gracias, José.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues sería conveniente que tuviera varios modelos de muñecos. Estamos llegando a un nivel de exposición tal que para formar parte del grupo necesitamos estafarnos a nosotros mismos. Muy buen micro, Vicente. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Matrioska. En verdad que el autoengaño está más presente que nunca en nuestras vidas.
EliminarSaludos.
Estamos en una época en la que todo se edita, casi nada es real. Tendríamos que preguntarnos por qué buscamos ser lo que no somos y sobre todo por qué no intentamos ser felices con lo que tenemos.
ResponderEliminarTriste lo que nos muestras querido Vicente, pero tan bueno como todo a lo que nos tienes acostumbrados.
Un beso.
Malu.
Gracias por tus amables palabras, Malu.
EliminarOtro beso de vuelta.
Vicente
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
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