Laberinto
Ya de noche, me bajan del vehículo atado a una cuerda. En medio del griterío me ensartan dos llamas lacerantes.
Casi ciego, busco una salida en aquel laberinto de hierros. Me acechan bultos vociferantes y sombras goyescas.
Sólo saldré más tarde, para seguir recorriendo los pueblos de fiesta en fiesta.
Casi ciego, busco una salida en aquel laberinto de hierros. Me acechan bultos vociferantes y sombras goyescas.
Sólo saldré más tarde, para seguir recorriendo los pueblos de fiesta en fiesta.
Carmen que manera más original de hablar del toro embolado, tan típico por nuestras tierras. Genial esa forma de personificar al toro haciéndolo protagonista de una fiesta, en la cual el que menos disfruta es él.
ResponderEliminarMuy bueno Carmen me ha encantado, te doy un me gusta enorme.
Un beso y gracias por escribir tan bien.
Gracias, Javier. Siempre me ha impresionado ver cómo sufre el toro embolado en las fiestas tan típicas de nuestra tierra, como bien dices. Un animal ciego con dos bolas de fuego quemándole. He querido darle voz e imaginar qué siente.
EliminarMe alegro de que te haya gustado.
Un beso y gracias por comentar.
Carmen, con que sencillez expones lo que sufre el "toro embolao" . Maravilloso! Espero que el protagonista pueda escapar del laberinto como uno que conocí llamado "Satanás", tardaron dos semanas en encontrarlo. Al menos lo intentó. Sirva tu relato para dar visibilidad al maltrato animal. Un Me gusta enorme para ti. Besos.
ResponderEliminarGracias, Pilar. De eso trata la historia, del maltrato animal. En este caso, otra de las formas de hacer sufrir a un toro, aunque no lo lleve necesariamente a la muerte.
EliminarGracias por tus palabras. Un beso.
¿Qué sentirán realmente los toros? Me ha gustado mucho la metáfora del laberinto.
ResponderEliminarSalgo al medio del ruedo para aplaudirte.
Un beso, Carmen.
Gracias, Patricia. Para el toro debe ser terrible encontrarse en ese laberinto sin salida, siendo objeto de un espectáculo cruel.
EliminarGracias por tu comentario. Un abrazo.
Hola Carmen, muy bueno tu relato, lo he terminado de comprender con los comentarios (acá en latinoamérica no es común eso, solo los rodeos). Si que impresiona hasta donde llega la brutalidad con el pobre toro (eso de cegarlo es demasiado).
ResponderEliminarUna segunda lectura de tu micro es más impresionante aun.
Saludos Carmen y al respecto dejo unas palabras de Gurdjieff sobre los animales que encuentro muy sabias:
"Aquel que quiera aprender a amar a su vecino debe empezar por tratar de amar las plantas y los animales".
Nota aparte: En México sí que es algo muy común, aunque el movimiento de rechazo comienza a crecer.
EliminarGracias por tus palabras. Al toro le ponen unas bolas de fuego en las astas. Y,casi ciego, recorre el recinto preparado en un pueblo. Es otra forma de espectáculo menos conocida fuera de España, pero muy popular.
ResponderEliminarGracias de nuevo por el esfuerzo de imaginarlo y por comentar.
Un abrazo.
Un relato para pensar, y mucho, Carmen.
ResponderEliminar¿Donde está la frontera entre crueldad y tradición? Como lo comenté más arriba, acá en México los espectáculos taurinos y de algunos otros animales (peleas de gallos, por ejemplo) se realizan con cierta frecuencia. El arraigo es grande pero la gente también comienza a concientizarse sobre el maltrato animal y en algunas zonas se promueve la prohibición de estos eventos.
Muy bueno, Carmen. Te mando un abrazo.
Vicente
Gracias, Vicente. He elegido este tipo de espectáculo por ser el más cercano para mí. Lo he visto de niña y ya no puedo verlo de mayor. Pienso en el toro ya en la forma cruel de divertirse a costa de su ceguera y sus quemaduras.
EliminarGracias por comentar. Un abrazo.
La diversión es deseable y las tradiciones respetables, pero los tiempos cambian y las sensibilidades evolucionan, el respeto se abre paso y todo puede adaptarse.
ResponderEliminarUn tema candente, nunca mejor dicho, con la originalidad del punto de vista del protagonista.
Un abrazo, Carmen
Realmente hace pensar tu relato y, además, es de actualidad (hace poco sabemos lo que pasó en Tordesillas con el toro de la vega).
ResponderEliminarTu relato es muy bueno y me gusta que lo cuentes desde el punto de vista del toro.
Un beso, Carmen.
Pablo
Buena denuncia de un lamentable espectáculo.
ResponderEliminarMe parece bien llamar "bultos vociferantes" a los que se divierten con el sufrimiento del toro.
Un saludo.
Carme.
Cada día aparecen nuevos argumentos para mantener este tipo de diversiones, pero no encontrarán ni uno solo que justifique el goce mediante el dolor ajeno.
ResponderEliminarMuy acertado el modo en que has expuesto esta cruel realidad.
Un abrazo, Carmen.
Demuestras una gran sensibilidad narrando en primera persona, poniéndote en la piel del pobre animal y casi sufriendo su tortura con él. La sencillez con lo que nos lo cuentas sólo es equiparable a la naturalidad con lo que esos locos insensibles lo celebran.
ResponderEliminarSólo añadiré que la última frase me parece demoledora, rumiando la eterna desgracia del desdichado animal cuyo único destino es un continuo sufrimiento.
Enhorabuena, Carmen, por tu sensibilidad ante estas terribles prácticas tan tradicionales y tan crueles. Y también por lo bien que nos lo has transmitido.
Un abrazo.
Poco a poco conseguiremos que los que se divierten viendo a los toros alanceados, acribillados cual acerico, lanzados al agua, aterrorizados por el fuego en su cabeza, atados y arrastrados y un penoso y largo etcétera, dejen de verlo como un animal de segunda, como una masa de carne.
ResponderEliminar¿¡Tanto les cuesta ponerse en su piel!?
Estupendo tu micro, gracias por escribirlo.
Te doy un me gusta con mucho gusto.
Totalmente de acuerdo con tu denuncia Carmen. Pero cada vez estamos más cerca de ganar esta partida, la gente cada vez esta más concienciada con el maltrato animal. Y al final será una mayoría social, una conciencia colectiva la que pueda mejorar la realidad de éstos y otros animales. Un saludo,
ResponderEliminarTu relato me parece todo un acierto Carmen.
ResponderEliminarQué seres humanos tan crueles, que cometen mil salvajadas con los animales, yo desde luego que nunca lo entenderé, no me parece una fiesta, ni creo que sea una tradición que haya que seguir manteniendo.
Queda la esperanza de que algún día, no muy lejano, todo esto deje suceder en nuestro mundo.
Un beso y un me gusta.
Malu.
Me ha gustado mucho, Carmen. Un tema muy actual, por desgracia. No entiendo como se siguen cometiendo atrocidades con los animales por diversión malsana, amparándose en una tradición obsoleta y cruel.
ResponderEliminarEspero que muy pronto todas esas costumbres crueles pasen a formar parte de los capítulos más bochornosos de la Historia.
Un beso.
Relato de denuncia... social y animal. Me ha gustado mucho cómo haces que el lector -al menos eso me ha pasado a mí-, con ese empleo de la primera persona, se sienta toro sufridor, con lo que el rechazo a tremendo espectáculo salvaje se acrecienta.
ResponderEliminarVa mi "Me gusta", Carmen, y con él un saludo inmenso y mi reconocimiento por denunciar estas "tradiciones" mal entendidas.
“Un país, una civilización se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales". Mahatma Gandhi
ResponderEliminarEl hecho de ponerte en la piel del toro te honra y demuestra que eres una persona sensible a su sufrimiento. Un saludo, Carmen.
Uy acertado y hermoso relato. El problema es que en este foro, afortunadamente, todos estamos de acuerdo.
ResponderEliminarCuando llega este debate a la calle, a las ferias o los bares, la sensación es distinta. Los antitaurinos vamos ganando poco a poco por la lógica y el respeto, pero la conversación y el sentir en la calle sigue siendo poco respetuosa con los animales y un diálogo entre taurinos y antitaurinos, hoy por hoy, me parece inviable.
Me encanta la facilidad que tienes para "endulzar" las palabras, Carmen. Cuando caen en tus manos, sean las que sean, tengo la sensación de que susurran sin perder un ápice de fuerza.
ResponderEliminarUn beso grande.
Comparto el comentario anterior.No te puedes expresar mejor.
ResponderEliminarbss