Naipes marcados
La partida de póquer acaba bruscamente. Dos hombres se ponen en pie. Se acusan de hacer trampas. Se miran con odio. Uno le enseña su navaja. El otro lo amenaza con una botella rota. En ese momento, la Muerte ocupa su puesto para repartir las cartas. La banca siempre gana.
Cadilllac, simplemente genial. En una reyerta de ese tipo, la muerte siempre está preparada para ganar. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pablo
Muchas gracias, Pablo. Tienes razón. En una partida como esta, la Muerte solo espera recoger beneficios.
EliminarSaludos.
La muerte sin duda siempre gana.
ResponderEliminarSaludos, Cadillac, ¡buen micro!
Muchas gracias por tus palabras, Rosy. De momento no hay quien pueda con ella.
EliminarSaludos.
Siempre se ha dicho eso de "quien parte y reparte se lleva (pilla) la mejor parte". En este caso, quien reparte es la "Canina", como se denomina a la muerte en Sevilla. Y fíjate, Cadillac, que creo que la Muerte era quien había marcado las cartas; la de la primera partida, la de póquer, y la de la segunda, la de la vida.
ResponderEliminarBuena historia y bien contada.
Va, por tanto, mi "Me gusta" y mi enhorabuena por tu relato.
Un saludo.
La Muerte siempre juega con las cartas marcadas, así que puedes tener razón. Es posible que en este caso se aliase con el Destino. Muchas gracias por tu comentario y felicidades por tus recientes 2500 palabras.
EliminarY lo peor de todo es que los jugadores sabían previamente con quien se la jugaban.
ResponderEliminarSi mil veces viviéramos, mil veces volveríamos a jugar la partida a priori perdida.
Me gusta.
Un abrazo Cadillac.
Nunca aprendemos, Isidro. La ira, el orgullo, la soberbia o lo que sea nos puede. Somos así de predecibles. Muchas gracias por tu comentario.
EliminarSaludos.
¡Qué bueno, Cadillac!
ResponderEliminarMuchas gracias, Patricia.
EliminarSaludos.
La muerte al final siempre gana, no puede ser de otra forma con esas cartas marcadas a su favor, pero la muy ladina, además, sabe aprovechar los momentos de exaltación de los humanos, cuando olvidan que son racionales, para cobrarse sus presas antes de tiempo.
ResponderEliminarBuen relato, Cadillac.
Un saludo
No lo has sabido expresar mejor, Ángel. Y mira que nosotros también lo sabemos, pero somos incorregibles. Muchas gracias por tu comentario.
EliminarSaludos.
Sabemos que no hay quien le gane a la muerte y, sin embargo, a la hora de jugar no dudamos, como si en ese momento fuésemos inmortales, y como si las cartas no estuviesen ya marcadas.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Cadillac.
Un beso.
Muchas gracias por tu comentario, Sandra. Es una lección que nos cuesta aprender, y sin embargo, solo tenemos que echar la vista a atrás para ver a cuántos inmortales conocemos. Es difícil asimilar que nuestra carta también está marcada.
EliminarSaludos.
No se puede decir más sencillamente. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarNo se puede decir más sencillamente. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Gloria.
EliminarSaludos.
Uno enseña, el otro amenaza. Se miran, se acusan. En pie. Dinero y muerte como sórdido telón.
ResponderEliminarBuen ritmo, Cadillac
Un saludo
Muchas gracias por tus palabras, Antonio. Si ya es difícil hacer que un texto tenga un buen ritmo, con cincuenta palabras lo parece más. Si te ha parecido que este relato lo tiene, me siento satisfecho.
EliminarSaludos.
En esta ocasión, como en todas las demás, la muerte no tiene más trabajo que sentarse a esperar. Ella ha visto antes que nosotros las cartas que llevamos. Muy bueno, Cadillac. Un saludo.
ResponderEliminarElla es dueña de la baraja, conoce cada marca y reparte las cartas que quiere. Y además nosotros no podemos hacer trampas. Muchas gracias por tu comentario, Matrioska.
EliminarSaludos.
Qué buen ritmo. Y final redondo.
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario, Elisa.
EliminarSaludos.
La muerte siempre acechando y dispuesta a actuar en el momento que a ella le parece más oportuno y nosotros, simples mortales, jugándonos la vida a la mínima de cambio. Excelente micro, Cadillac. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn saludo.
Parece que se juntan el hambre con las ganas de comer. Así somos. Muchas gracias por el comentario, Fina.
EliminarSaludos.
La muerte siempre está ahí, pero a veces nosotros la buscamos y somos los que ponemos las cartas en la mesa sin analizar (o analizando) las consecuencias.
ResponderEliminarY cuando no, está ella para repartirlas y llevarse lo que quiere. Muchas gracias por tus palabras, Ezequiel.
EliminarSaludos.
¡Qué buena baza, Cadillac!
ResponderEliminarApuesto a que tienes todos los triunfos.
Un saludo
Muchas gracias por tu comentario, Margarita. Una apuesta difícil, sin duda, con tantas bazas ganadoras.
EliminarSaludos.
Genial, Cadillac. Sospecho que es la propia Muerte la que ha marcado las cartas, ansiosa por llevarse esas dos vidas.
ResponderEliminarPero esta vez eres tú el que has ganado la partida con tu micro.
Un saludo.
Tienes razón, Asun. Ella siempre juega con las cartas marcadas. Y yo me siento muy afortunado de que un relato guste a los lectores. Muchas gracias por tus palabras.
EliminarSaludos.