Ojos de cristal
Madre cuelga de la lámpara mirando al vacío con ojos pánfilos. Siempre fue la luz que iluminó nuestra familia, pero cojones, lo extremista que se había puesto. Padre la mira con ojos vacuos acariciando su botella. Yo caliento mis pupilas en una cucharilla de peltre. Un cárabo disecado nos contempla.
En mi opinión, de lo mejor que he leído en 50 hasta ahora. Mi admirada enhorabuena, Luis, y un abrazo.
ResponderEliminarY allí tan pancho el pajarraco de mal agüero, con sus enormes ojos, observando todo hasta que no quede nadie para contarlo.
ResponderEliminarYo que tú, no lo perdería de vista, Luis.
¡Qué bueno!
Si la cara es el espejo del alma, los ojos son el pasaporte directo al interior. Parecen distintos, pero apenas hay diferencia en los cuatro personajes de tu relato, todos están vacíos, no hay vida tras esas pupilas, están hechas de un mismo cristal que nada refleja.
ResponderEliminarQué bueno, Luis. Aprovecho para felicitarte por tus éxitos. Hay que ver lo fuerte has venido después del verano y las maneras que apuntas para el otoño.
Un abrazo, Luis
¡Qué dura la escena!... Y la vida de la mujer, hasta que se la cargaron (lo de ponerse extremista me da que elimina la opción suicidio). De todos los ojos y miradas que aparecen no hay uno bueno.
ResponderEliminarMuy bien explicado.
Saludos.
Carme.
Ingenioso, original y, como siempre, escogiendo milimétricamente las palabras para componer un micro grandioso.
ResponderEliminarMe ha encantado, Luis.
Un abrazo.
Pablo
Me encanta cómo lo cuentas, se palpan las escenas.
ResponderEliminarBuen trabajo.
Un abrazo, Luis
Grande Luis, tiene razón Ángel, que vienes fuerte, fuerte.
ResponderEliminarEl micro es muy bueno, felicidades. Te mando un beso grande.
Malu.
Un relato que nos lanza a bocajarro una escena terrorífica, una luz ya extinta, una lucha perdida y el pago miserable de dos muertos vivientes. Me ha encantado, Luis. Un abrazo.
ResponderEliminarUna vez más estoy en deuda con todos vosotros. Debo ser el mayor deudor que anda suelto. Quisiera contestaros uno por uno, y daros un abrazo. Permitidme que lo haga, Enrique, Patricia, Ángel, Malu, M. Carmen, Rosy, Pablo...
ResponderEliminarUna escena surrealista digna del mismísimo Kafka, dando sentido al desenlace del presunto suicidio de una mujer, madre y esposa de dos seres ajenos a todo sentimiento. Por el camino que llevan, quizá también acaben disecándola a ella y colocándola junto al cárabo. Me pregunto quien será el próximo.
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo, Luis.
"¡Joder qué tropa!", creo que diría la pobre mujer, que ya no pudo más y se colgó de la lámpara. Supongo que no aguantaba ni tan siquiera a esa rapaz disecada, testigo de una casa sumida en la peor degradación posible (alcoholismo, drogodependencia, hastío).
ResponderEliminar¡Gran microrrelato, Luis! Va uno de mis mejores "Me gusta", junto a mi enhorabuena por tu enorme creación.
Saludos muy cordiales.
Estoy francamente contento... de que os guste. La verdad que este formato de "50 Palabras" tiene una complejidad que me encanta. Gracias, Asun y José Antonio. Dos abrazos... para cada uno.
ResponderEliminarTantos ojos y todos sumidos en el vacío, ausentes e inexpresivos, como la vida que arrastran sus dueños. Hasta el cárabo disecado parece mirarlos sorprendido.
ResponderEliminarMagnífico, Luis, me ha encantado la escena.
Saludos.
Me miras con buenos ojos, Mª Jesus. Gracias . Un abrazo
EliminarMenuda escenita nos presentas, Luis. Una habitación llena de muerte y de ojos y existencias sin ninguna vida. Un micro perfecto de primera a última palabra. ¡Bravo! Un beso.
ResponderEliminar¡Cómo te quiero, Matrioska. Un beso
EliminarMuy buen relato sobre lo frías y abisales que pueden llegar a ser ciertas miradas.
ResponderEliminarMe ha gustado especialmente el punto de encuentro que estableces en esos inorgánicos ojos del pájaro, como destino inerte de esa familia de mirada arrebatada, perdida, enajenada.
Me ha gustado mucho, Luis.
Un saludo
Un abrazo, Antonio. Me alegro.
ResponderEliminarBuen relato. Parece que en esa familia deshecha, los sentimientos están exclusivamente en los ojos de cárabo.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Gracias, Crispín. Un abrazo
EliminarUn relato para no perder de vista, Luis.
ResponderEliminar¡Magnífico!
Un saludo
Hola Margarita, Gracias. Un beso
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