Silenciados
Allí permanecen confinados. La carta de amor perfumada que ella le devolvió sin leer; el tirachinas que hizo añicos el ventanal de su habitación; el martillo que el abuelo creyó extraviar. Secretos ataviados de polvo que el viejo desván custodia, eclipsando durante décadas la verdadera desaparición de la pequeña Lucía.
Magnífico relato. Las cosas olvidadas del desván, cuentan la breve historia que vivió su protagonista. Una preciosidad muy bien escrita. ¡Enhorabuena por hacerlo tan bien!
ResponderEliminarUn beso.
Pablo
Muchas gracias, Pablo, es un gusto percibir, mes a mes, lo generoso que eres. Un beso grande.
EliminarQuiero imaginar confinados bajo el polvo también a los remordimientos por aquel crimen pasional, infantil y salvaje, que promovió un simple rechazo.
ResponderEliminarMe parece muy acertada la elección del desván como custodio de los objetos protagonistas, siempre lo he considerado como el cementerio de las cosas.
Un demoledor relato bien conducido, Matrioska. Me ha gustado mucho
Un abrazo.
Los remordimientos, fuera de ese desván, se mantienen tan silenciados como las pruebas del crimen. Muchas gracias, Antonio, una vez más, por tu presencia y comentario. Un abrazo.
EliminarMatrioska,... Matrioska... El.desván. Siempre el.desván. .Poseedor de secretos..Lleno de simples objetos. Lleno de vida. Lleno de muerte. Me gusta.
ResponderEliminarLos desvanes acogen todo lo que no quieres tirar pero tampoco quieres que siga formando parte de tu vida. En este caso hasta un niño sabía que en ese lugar nadie buscaría nada, ni siquiera el propietario del desván su martillo. Muchas gracias por comentar, Salvador. Un saludo.
EliminarUn 50 con un polvoriento pasado lleno de secretos. Un desván que silencia un crimen. Unas imágenes fantásticas las que nos has presentado para hacernos vivir tu historia.
ResponderEliminarGenial Matrioska. Besos.
Un crimen, el de la pequeña Lucía, que permanecerá enterrado y oculto bajo el polvo y el paso del tiempo. Muchas gracias, Mª Belén.
EliminarMe encanta la imagen que has creado, Matrioska. Ese desván, polvoriento y desolado, es el lugar perfecto para guardar tanta tristeza. Un relato hermosamente escrito.
ResponderEliminarUn beso.
Sospecho que a la bella Lucía le gustaría que alguien, además de su asesino, visitara y desempolvara ese lugar olvidado. Muchas gracias por tus palabras, Sandra. Un beso.
EliminarEspléndido relato, Matrioska, y con misterio final, porque ¿qué fue de esa pequeña Lucía? Y lo bien narrado que nos lo dejas descrito, de una manera escalonada (una carta -perfumada y devuelta-, un tirachinas -para la rabia- y un martillo -¿para qué?-.
ResponderEliminarVa mi "Me gusta" y un fuerte aplauso.
Saludos.
Los restos de la pequeña Lucía aparecieron pero nunca se supo quién la hizo desaparecer y las respuestas siguen ignoradas bajo el mutismo de su desván custodio. Muchas gracias, José Antonio, por todo. Un beso.
EliminarCaramba Matrioska, que horrible crimen nos haces imaginar (cada lector tendrá su versión) , tan sólo con parte de las 50 palabras.
ResponderEliminarEfecto conseguido!
Saludos polvorientos.
Carne.
:) Muchas gracias, Carme, espero que todos coincidan en que el que cometió el crimen lo hizo llevando pantalones cortos. Si es así, sí que lo habré conseguido. Un beso.
EliminarEl desván empleado como tumba de la verdad y prisión de la conciencia de un personaje que, se adivina, tiene mucho que ocultar.
ResponderEliminarMuy bueno, Matrioska. Te aplaudo y te saludo con afecto.
Muy certero tu comentario, Vicente, me gusta cómo has comprimido el micro en pocas palabras. Muchas gracias y un beso.
EliminarEspléndido, Matrioska. Los desvanes tienen un algo de misterioso y de nostálgico muy atractivo. En el tuyo, además, se esconde un crimen de amor.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Misteriosos, nostálgicos y lugares de olvidos. Muchas gracias por comentar, Notincgas. Un saludo y un beso, que ya son un buen puñado los meses que llevamos intercambiando pareceres. :)
EliminarUn relato, para mí, perfecto.
ResponderEliminarAplausos, Matrioska.
¡Guau! Pues que lo diga alguien como tú, Patricia, me halaga un montón. Muchas gracias y un beso.
Eliminar¿Como yo? ¿De loca? Os prometo que esta tanda de electroshocks me la estoy tomando en serio para que se me arregle bien la mollera...
EliminarUn beso, Matri.
Jajaja, pues me vas a tener que decir dónde te los dan porque mira que meto y meto la lengua en todos los enchufes que me encuentro y nada, una buena sacudida pero nada más. Las neuronas siguen levitando tan felices a su bola. ;-) Un besico, guapa.
EliminarEl texto es maravillosos, el mensaje, certero. Comparto todo lo que se ha dicho ya, pero además el título, creo que que es la clave para captar la esencia del relato. Felicidades.
ResponderEliminarMuchas gracias, Juan. Fíjate que otras veces me cuesta más encontrar el título, soy muy mala para eso, pero esta vez salió solo. Gracias de nuevo y un saludo.
EliminarCon razón es tan importante aportar pruebas para demostrar un delito, tanto, que cuando éstas se sustraen a la investigación todo queda impune. Los objetos que enumeras y el orden en que lo haces dicen mucho sin decir en este interesante relato con tintes detectivescos.
ResponderEliminarUn saludo, Matrioska
Se libró por eso, por la falta de pruebas que, para ser un niño, supo muy bien dónde esconder. Muchas gracias, Ángel, por la visita y por tu comentario. Un beso.
EliminarUn drama que se remonta a la infancia con un enigmático final. Genialmente elegido cada término y extraordinariamente narrado, Matrioska.
ResponderEliminar¡Mi Enhorabuena! Un abrazo.
Muchas gracias por tus palabras, Mª Jesús, sois todos muy generosos. Un abrazo.
EliminarQuerida Matrioska, este mes nos traes un misterioso relato, donde están todas las claves para resolver el asesinato de Lucía. Como siempre, perfectamente contado y dibujado. Felicidades.
ResponderEliminarUn beso fuerte.
Malu.
Otro beso fuerte para ti, Malu, y muchas gracias por estar siempre ahí.
EliminarMe encanta este formato de micro en el que la última frase da sentido a todos los datos previamente enumerados. Tú además lo has hecho de una forma muy bella. Estupendo relato, Matrioska.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Enrique. Es un gusto pertenecer a este gran grupo, todos vuestros comentarios son un regalo. Un fuerte abrazo.
EliminarMagnífico relato... De esos que te dejan con la necesidad saber y montar la película hasta el final. Me encanta!!! Besitos
ResponderEliminarEl caso es que me he animado y estoy siguiendo, con la misma idea, un relato algo más amplio. Muchas gracias por tu comentario, Carmen. Un besico.
EliminarUn desván que lleva décadas haciendo mutis por el foro... y un asesino que se fue de rositas.
ResponderEliminarBuena apuesta.
Un abrazo, Matrioska.
Ahí estamos, Rosy, es una faena, pero no siempre se impone la justicia. Gracias por pasarte por aquí y comentar. Un fuerte abrazo.
EliminarTodos los ingredientes necesarios para un final inquietante.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Muchas gracias, Crispín. Un beso.
EliminarGenial relato, Matrioska, objetos y conciencia están enterrados en ese desván que hace volar nuestra imaginación hacia una historia magnífica. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Salvador, la idea de que cada lector se monte su propia historia me gusta. Un abrazo.
EliminarLlego tarde a comentarte, Matrioska, pero no quiero dejar pasar la oportunidad de darte mi enhorabuena. Tu micro es magnífico, y lo has bordado introduciéndote en el género policíaco y de misterio.
ResponderEliminarUn beso.
Nunca es tarde, además, no podría ser yo quien te lo recriminase porque llevo unas semanas un poco a matacaballo con los comentarios. Me alegra que te haya gustado, aunque lo del martillo cada vez me parece más heavy, jajaja. Muchas gracias, Asun, por tus palabras y por dejar tu comentario, que siempre son bienvenidos. Un beso.
Eliminar¡Cómo me gustan las historias de suspense y misterio! ¡Y qué hazaña la tuya al conseguir transmitir tanto con tan poco! También te digo, Matrioska, que a partir de ahora pensar en un desván no va a ser lo mismo. ¡¡¡No digamos ya entrar!!! ;) Muy buen relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Algunos desvanes dan mucho miedito, por ese motivo este en concreto, es cómplice pasivo y mudo de las pruebas de un asesinato. Muchas gracias, Fina. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Qué chulada, Matrioska! Me da hasta miedo hablar no sea que descoloque una brizna de ese polvo viejo tan perfectamente aposentado en cada detalle.
ResponderEliminarConsigues un silencio y una quietud hipnóticos.
Un abrazo (muy despacio).
Shhhhhh, no despertemos el pasado y nos pidan cuentas. Muchas gracias, Margarita. Un abrazo sin miedos.
EliminarMatrioska, me ha puesto el vello de punta ver a través de tu relato la crueldad de la que es capaz un niño por un rechazo amoroso. Muy bien contado. Me ha gustado mucho. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Pilar. Me alegra mucho que te haya gustado. Un abrazo.
EliminarMuy bueno tu relato, por esto de las prisas del día a día me lo había saltado. Se merece sin duda ser finalista. Yo aunque se que pones desván, me los imagino en el almacén de una comisaría o un juzgado confinados en una caja, porque son pruebas del asesinato de Lucía.
ResponderEliminarMe encanta, enhorabuena :)
Se presentan tantos micros que como te despistes un poco acabas saltándote alguno, seguro que a mí se me habrá pasado más de uno.
EliminarTambién es un buen sitio el almacén de una comisaría, pero estando ahí alguien podría encontrarlas, en el desván de una casa en la que ya no vive nadie es más complicado que salgan a la luz. :) Muchas gracias por la visita y tus palabras, Raquel. Un beso.
Muy bueno tu relato, por esto de las prisas del día a día me lo había saltado. Se merece sin duda ser finalista. Yo aunque se que pones desván, me los imagino en el almacén de una comisaría o un juzgado confinados en una caja, porque son pruebas del asesinato de Lucía.
ResponderEliminarMe encanta, enhorabuena :)