Sólo son niños
Tras largos segundos de total e inquietante silencio, asomó la cabeza. No había parque. Un cráter humeante dominaba el paisaje. En el centro, trozos de lo que fue un juguete y un zapato que aún conservaba su pie.
"Se reían de mí, me llamaban raro porque me gusta la química".
"Se reían de mí, me llamaban raro porque me gusta la química".
¡Brutal! Me ha encantado tu relato, José Mª. Fíjate que hasta que no leí el segundo párrafo, que aclara la historia de manera perfecta, pensaba en que había caído un meteorito en ese parque. ¡Y qué equivocado estaba! Porque a quien tenemos es a un pequeño científico experimentando con su "Quimicefa".
ResponderEliminarVa mi "Me gusta" porque así, te confieso, que ha sido y con él un afectuoso saludo junto, también, con mi más efusiva enhorabuena. ¡Ah, y mi calurosa bienvenida a la familia cincuentista!
Hola, José. Me alegra que te guste el relato, ¡muchas gracias por esta cálida bienvenida!
EliminarCosas de niños!! No se si fue tu intención, pero a mí me hace pensar en las cosas de los adultos, realmente destructivas, por oposición a esas de niños, que solo lo son en un cuento.
ResponderEliminarBuenas tardes, Juan. No fue exactamente esa mi intención, pero sí una crítica a adultos más que a niños. A esos padres que usan el "sólo son niños" para excusar cualquier comportamiento de sus hijos; ya sea una travesura, la falta de respeto a un adulto, el insultar a otros niños...
EliminarEsos niños que se meten y a veces someten a otros sólo por ser diferente bien les viene un escarmiento. Pero nuestro amiguito se ha pasado, hubiera bastado con algún pegamento extrafuerte en la suela de sus zapatos o algún tinte indeleble que alguno de sus objetos cotidianos dejara en sus pieles.
ResponderEliminarUn relato contundente y excelentemente descriptivo. Enhorabuena por tu explosivo estreno, José Mª. Me ha gustado mucho.
Hola, Antonio. Me alegra que te haya gustado el relato. Tienes razón, con pegamento en los zapatos hubiera bastado, pero creo que una reacción más comedida no hace reflexionar de igual forma.
EliminarJa, ja, ja. Tu historia me ha traído muchos recuerdos de la niñez, José Mª. Los juegos de química infantiles eran mi pasión. Muy buen micro.
ResponderEliminarSaludos.
Buenas tardes, Vicente. Me alegra que te guste el relato!!!
ResponderEliminarSaludos.
¡Extraordinario, José María! Me encanta la mala leche de tu criaturita.
ResponderEliminarBienvenido y un abrazo.
Me alegra que te guste el relato, Patricia. ¡Gracias por la bienvenida! Un abrazo.
ResponderEliminarUn personaje que reúne los ingredientes para ser un genio del mal, cualquiera le tose a éste, no me lo quiero ni imaginar en estado adulto. Con esa habilidad y falta de escrúpulos, fabricar un ingenio atómico y darle uso sería para él pan comido.
ResponderEliminarUn relato entre macabro, ocurrente y socarrón.
No estoy seguro de si te conozco de Twitter. En cualquier caso, bienvenido también por mi parte.
Un saludo
Hola, Ángel. Gracias por tus palabras. Sí, en twitter nos seguimos mutuamente. Un saludo.
EliminarEstos niños a los que nadie les pone límites suelen llegar a cometer este tipo de actos. Si son así de pequeños, ya me imagino lo que serán de mayores.
ResponderEliminarMuy bueno, me gusta la crítica hacia esos niños malcriados y esos padres a los que todo lo que hacen sus criaturas les parece bien.
Bienvenido José Mª. Besos.
Malu.
Muchas gracias, Malu. Me alegra que te guste el relato. Besos.
EliminarUna mente infantil con muy malas intenciones que no duda en llevar a cabo. Y a la vez de hacer una demostración pública de sus conocimientos químicos se despachó a gusto con aquellos que se burlaban de él. Espeluznante historia la que nos presentas.
ResponderEliminarBienvenido, José Mª.
Un saludo.
Gracias, Mª Jesús!!! Un saludo.
EliminarUna “chiquillada” que se le ha ido un poco de las manos a tu vengativo protagonista. La descripción de la escena es muy buena, José Mª. Un saludo y bienvenido.
ResponderEliminarGracias por el comentario y la bienbenida, Matrioska. Un saludo.
EliminarAún resuena el estallido en mis oídos, ¡brutal tu explosiva descripción!
ResponderEliminarEse zapato que aún conserva su pie (y no al revés) refleja a la perfección la visión del mundo de esta pequeña e ingenua criatura, que dirían sus padres.
Me alegra verte por aquí, José María.
¡Bienvenido!
Muchas gracias, Margarita!!! Valoro mucho tus palabras. Nos leemos. Besos.
ResponderEliminarSi es que hay cada angelito por ahí suelto que… Pues eso, que muy bien nos has ejemplificado en tu excelente debut. Bienvenido, José Mª.
ResponderEliminarUn saludo.