Desajuste
En la facultad de Medicina todo era más o menos abstracto: estudiaban casos, procedimientos, supuestos... y los pacientes llegaban ya cadáveres. El problema llegó en el hospital, cuando sus inyecciones precipitaron la muerte de aquel enfermo, antes de que con el tiempo todo volviera a ser más o menos abstracto.
La diferencia entre el mundo de las aulas y el del exterior supone un conflicto que, sobre todo en el caso de algunas profesiones como la medicina, puede generar resultados indeseados. Es por eso que en su preparación, a los estudiantes debe integrárseles en el panorama real de lo que será su desempeño laboral. Una educación a la vez teórica y práctica evitaría equivocaciones como la que planteas en tu excelente relato, Álex.
ResponderEliminarAbrazos.
Vicente
Gracias, Vicente. Aunque es importante recalcar que el protagonista del relato no comete ninguna negligencia, sencillamente esos imprevistos pasan en casos graves, y tiene que haber una primera vez.
EliminarParece un relato orwelliano. Vida mecánica, siguiendo el patrón estableciado y que, tras un tropiezo, se ajusta para seguir con la vida rutinaria que no hace pensar ni sufrir.
ResponderEliminarCon tus relatos no suelo acertar.
Pero besos, te mando muchos.
Sí, a estas alturas ya sabrás que siento cierta debilidad por ese tipo de asuntos. El tema es que algunos médicos tienen que convivir con la muerte, pero supongo que lleva tiempo dejar de culpabilizarse y asumir que son cosas que pasan. Y claro, donde un homicidio evitable (con muchos matices, claro) es "una cosa que pasa", yo veo carne de relato existencialista. ¡Besos para ti también!
EliminarEn todas las profesiones, propias como son de la naturaleza humana, se cometen errores. El problema es que en algunas resultan fatales. Si se llega a producir y ya no puede darse marcha atrás supongo que la única forma de sobrevivir anímicamente es que todo parezca abstracto. En cualquier caso, toda preparación y atención es poca, pero también en otras facetas, como conducir, algo que hacemos muchos y que igualmente puede tener malas consecuencias. No tiene que haber relajación contra la posibilidad de esos desajustes tan indeseables.
ResponderEliminarLo cotidiano y posible narrado bajo una buena perspectiva
Un abrazo, Álex
En realidad este es de los relatos menos imaginativos que he escrito, en el sentido de que cuento una historia totalmente real. Pero técnicamente no se trata de un error, sencillamente a veces las reacciones de un cuerpo gravemente enfermo escapan a toda previsión médica (lo que pasa es que soy así de drástico y lo plasmo como un homicidio, que técnicamente no es menos cierto). Sería el equivalente, en tu ejemplo, a ir perfectamente cauto y concentrado por la autopista y que el coche por lo que fuera se estropeara de tal manera que, combinado con un charco de aceite patinara sin remedio hasta desviarse y matar a otro conductor que iba perfectamente bien.
Eliminar¡Un abrazo, Ángel!
Álex, siempre he pensado que en la facultad no se da una asignatura indispensable: la de la vida real. Por mucha teoría que den, nunca se puede aprender lo que te depara el mundo fuera de esa vida prefabricada de las aulas.
ResponderEliminarBuen ejemplo el de medicina que se puede emplear en cualquier otra profesión.
Chino siempre, bueno y profundo.
Un abrazo.
Pablo
Supongo que ya tenemos años de sobra después de la carrera para aprender del mundo real. En realidad el protagonista de la historia sabía de los riesgos y estaba todo lo preparado que puede uno estar para ese tipo de desenlace pero claro, como todo, luego hay que vivirlo. ¡Un abrazo y gracias, Pablo!
EliminarChino no, como ;-)
EliminarTu móvil es un cachondo, sí. No sé si insinúa que siempre plagio las historias...
EliminarTiene vida propia. Me trae de cabeza. ;-)
EliminarTranquilos, os puedo asegurar que los estudiantes de Medicina distinguen perfectamente los cadáveres con los que hacen las prácticas de Anatomía de los pacientes reales de las prácticas hospitalarias y de Atención primaria, en las que además están continuamente tutelados y no hacen nada más que escuchar y aprender a explorar. En la época en que yo estudiaba las prácticas clínicas estaban mucho menos organizadas y solo veíamos pacientes si un médico te hacía el favor de dejarte "pegarte a su bata", pero éramos meros observadores.
ResponderEliminarHago estos comentarios sin la menor intención de desmerecer el relato de Alex, faltaría más, que me parece impecable desde el punto de vista literario, y con una visión surrealista del tema, totalmente admisible en literatura.
Espero que no te moleste este comentario, Alex, es que por mi profesión no me he podido callar, y no quiero que cunda el pánico en este grupo, confundiendo la ficción con la realidad.
Un abrazo.
Muchas gracias por el comentario, Asun. La verdad es que tenía cierto miedo de que se malinterpretara la historia que, por cierto, está 100% basada en lo que le sucedió a un amigo hace unos días (nada de surrealismo).
EliminarEl caso es que no es que se cometa un error, ni que el protagonista tome una decisión sin fundamento. En primer lugar, ya no es estudiante. Y en segundo lugar, aplica el procedimiento que estima conveniente bajo la supervisión del médico de turno, como en anteriores ocasiones que tuvieron éxito, pero en esta ocasión su paciente (sí, suyo), que ya llega gravemente enfermo, reacciona mal a las inyecciones y su muerte (en teoría evitable) se precipita. Es algo que está a la orden del día en los hospitales, y con lo que muchos médicos tienen que aprender a convivir.
Pero de ficción no tiene nada, Asun. Que, aunque no estudiara Medicina, sí que estudié Periodismo y no me falta rigor ;-)
¡Un abrazo!
Por cierto, y perdón que me meta: En estos últimos días he podido constatar, y no es la primera, la gran profesionalidad que existe en el mundo hospitalario.
EliminarEs verdad que en una ciencia tan inexacta como la vida, todo puede pasar. Yo conozco casos que son lo contrario del relato, y muy de cerca. Mi hijo con cuatro días y desahuciado, fue salvado por una intervención arriesgada de un profesional. De hecho cuando lo veo, al igual que Fernando Trueba piensa que Dios es Billy Wylder, yo creo que es él.
También puede ocurrir lo contrario, como en el relato pero, como digo, la vida no es una ciencia exacta y no todos los cuerpos reaccionan igual de bien a la lógica.
En cuanto a mi comentario anterior, me refiero que en mi caso, como farmacéutico, realmente aprendí cuando terminé mis estudios y me enfrenté cara a cara a los pacientes y sus problemas, esos que no venían en los libros y que tenía que arreglar con un medicamento y mucha psicología.
Ya me he enrollado solo para decir que guardo gran respeto a los profesionales de la medicina, de hecho sin ellos, yo no sería padre del mejor niño del mundo.
Saludos a los dos.
Pablo
Yo la verdad es que tenía intención de suscitar empatía por médicos como mi amigo, que me dijo un poco abatido "He matado a mi primer paciente" y lo andaba superando. Es decir, no quería decir "mirad cómo los médicos pueden matar a alguien" sino "mirad con lo que tiene que convivir alguien que tiene la determinación de ser médico", porque a mí me cuesta muchísimo imaginarme con esa entereza, y me parece de lo más noble.
EliminarA ver si el próximo relato lo hago más halagüeño, que me estoy ganando una reputación un poco chunga...
Afortunadamente no me he encontrado nunca en la situación que refieres de tu amigo, he tenido esa suerte. Pero si he vivido situaciones en que hay que dejar un poco al margen los conocimientos teóricos y dejarte llevar por la intuición. A veces ves algo en el paciente que no sabes muy bien por qué pero no te cuadra, quizás sea un pequeño dato en la exploración que te recuerda un caso que viste hace tiempo, y se te encienden todas las luces rojas de alerta. La medicina no es una ciencia exacta, y tiene mucho de arte.
EliminarPues sí que ha levantado polémica mi comentario, y tú para nada tienes reputación chunga, Alex.
Un abrazo.
Álex, nunca cambies por favor. Así te queremos: tal como eres.
EliminarUn abrazo.
Pablo.
¡No nos pongamos dramáticos! Me refería más que nada a que toco temas chungos y escribo un poco "crudo", por llamarlo de alguna manera. Pero yo soy un trozo de pan, ya me conoceréis algún día :D
EliminarDe lo del trozo de pan, doy fe ;)
EliminarEso se nota nada más tratarte. Eres un trozo de pan al que todo queremos mucho. Y lo sabes.
EliminarUn fuerte abrazo.
Pablo
Señoras y señores, qué digo yo después de leer estas parrafadas que habéis dejado ...
ResponderEliminarLa verdad es que cuando he leído el texto y sin leer los comentarios, lo primero que he pensado es que se trata de una situación que puede pasarnos a todos, ejerzamos la profesión que sea.
Ahora, después de leer los comentarios, solo puedo decir que siento mucho lo de este pobre paciente y lo del médico en cuestión.
Querido Álex, no te estás ganando una reputación chunga, pero para la próxima ya te toca una más de amor o algo más ñoño, no? Ja, ja, ja ... es broma ...
Un beso fuerte.
Malu.
Gracias, Malu. A ver qué me sale a la próxima, sí... ¡Un beso!
EliminarDesde luego, a un peluquero no le ocurre lo que a tu protagonista; como mucho que te haga un trasquilón. Puede ser una paradoja, pero el sentimiento de culpa, tan terrible, suele afectar solo a los que hicieron el daño sin querer. Buena gente a fin de cuentas que al menos, y a buen seguro, aprenderá de ese fatal error.
ResponderEliminarBuen planteamiento, Álex, dejando como siempre la puerta de entrada abierta al lector.
Un abrazo.
Pues sí, Enrique. Y muchos médicos, ya de por sí, tienen que lidiar con la muerte constantemente, por lo que imagino que hay que tener mucha cintura para que no le afecte a uno. ¡Un abrazo y gracias!
EliminarOtra vez yo ;-)
ResponderEliminarEs cierto que en una relectura sosegada del micro y tras las sabias palabras de Enrique lo que suscita es el mérito que tienen esas personas que dedican su vida a la medicina con los riesgos que conlleva (como dice Enrique, si un peluquero te da un trasquilón el problema es mínimo). Además por lo que cuentas, Álex, para colmo lo que desencadenó la muerte del paciente no fue una negligencia pero, aún así, al profesional se le queda mal cuerpo y complejo de culpabilidad y le dará mil vueltas a la cabeza pensando qué ha fallado cuando realmente, no ha fallado nada, solo el destino eligió ese desenlace.
Creo que ahora, por fin, lo he interpretado algo mejor.
Un saludo y mis respetos a esos valientes que se dedican a la medicina.
Pablo.
A esa reflexión quería yo llegar, Pablo, pero supongo que me ha cegado mi perspectiva y no me he sabido poner bien en el lugar del lector. ¡Un saludo y gracias por darle tantas vueltas!
EliminarPocas profesiones reportan satisfacciones tan intensas a sus profesionales como el hecho de salvar una vida, o tan profundas aflicciones cuando se les escapa de entre las manos. He visto ambas circunstancias en mi entorno profesional. Desgraciadamente, la medicina no es una ciencia exacta.
ResponderEliminarHay todavía circunstancias, cada vez menos, que conducen a pérdidas de salud que no se conocen del todo o directamente se desconocen, y ahí es donde yo coloco tu segunda mención de la palabra abstracto en tu crudo relato. Esto hace que en bastantes ocasiones un médico se centre en atacar a los síntomas y no a un origen que desconoce o no puede tratar; esto hace que deban lidiar con lo abstracto.
Alex, me ha parecido un relato muy original bien estructurado y valiente, con tu ya característico aporte ácido acerca de lo que nos rodea y afecta. Se te nota la querencia periodística ;-)
Un abrazo.
¡Muchas gracias, Antonio! Me parece perfectamente colocado ese segundo "abstracto".
EliminarAl título, por cierto, le di mil vueltas, pero creo que no ha terminado de cuajar. El relato a fin de cuentas se centra en el desajuste que se produce entre la universidad y el momento en el que un médico (de este tipo) es capaz de convivir con este lado de la profesión, en una especie de progresión que he interpretado como abstracto - terroríficamente concreto - abstracto.
"(...) todo era más o menos abstracto: (...)". Esto en la facultad.
ResponderEliminar"(...) todo volviera a ser más o menos abstracto.". Y esto en el hospital.
Este paralelismo de frases, en un espacio concreto y en otro, me lleva a pensar, Álex, que nos has querido hacer ver una historia en la que cuando se estudia medicina, se trabaja con cadáveres, pero en la cruda realidad es con personas que, lamentablemente, pueden terminar cadáveres, sin que por ello haya tenido que haber negligencia profesional (aunque haberla la hay en ocasiones).
Esto mismo pasa con otras profesiones en los que sus profesionales se enfrentan también con personas, y con la imprevisibilidad de estos. ¿O no sucede algo parecido con los docentes y sus alumnos, sean listos o torpes? ¿O con los policías con los ciudadanos, cuando estos no son delincuentes? ¿O con los jueces cuando juzgan, y condenan a inocentes? Y así con otras muchas profesiones (quedan a salvo lo peluqueros...).
Todo lo que envuelve al ser humano es complejo, como él mismo. Por eso se hace harto complicado interactuar, porque no sabemos muchas veces si acertamos o nos equivocamos. Yo procuro pensar en que sucede más veces lo primero que lo segundo. Así me quedo más tranquilo.
Y ahora no sé si me he perdido o no en aquello que quería trasladarte y que me ha sugerido tu historia. Ves, también pasa -aunque con ello no se perjudica a nadie, en principio- entre quien escribe y quien lee, que o bien uno no consigue comunicar o bien el otro no termina de entender lo comunicado.
Un saludo y un fuerte abrazo. Y perdón por la extensión de mi comentario y por si me he ido por las ramas.
A fin de cuentas, ese juego entre "más o menos abstracto" y "más o menos abstracto" es lo que para mí justificaba escribir el relato. Si en 50 palabras se repiten palabras es que tiene una importancia crucial en la historia, y en este caso el título, como le he comentado a Antonio, da la clave para interpretarla.
Eliminar¡Un abrazo y muchas gracias!
Yo siempre digo que los médicos deberían ganar mucho más que los políticos, ya que tienen en sus manos la vida de las personas. Pero son médicos, no magos. Entiendo que cuando un médico empieza a trabajar con enfermos, por muy bien preparado que esté, tiene que sentir bastante inseguridad dada su inexperiencia. Así que la primera vez que se le muere un paciente, aunque no sea por una mala práctica por su parte, tiene que ser una experiencia que le deje bastante tocado. Con el tiempo aprenderá a tomar distancia, sino sería insufrible. Supongo que a esto te refieres cuando dices "antes de que con el tiempo todo volviera a ser más o menos abstracto". Muy interesante, Álex. No me gustaría estar en la piel de tu amigo, la verdad. Un abrazo.
ResponderEliminarExacto, Juana, lo de que todo se volviera más o menos abstracto representa la necesidad de tomar una distancia prudente para poder sobrellevar esa parte del trabajo en condiciones. ¡Un abrazo y gracias!
EliminarUn mal trago por el que muchos han tenido que pasar. La pérdida del primer paciente nunca se olvida, los siguientes errores, de haberlos, acaban haciendo callo. Supongo, además, que así debe ser, ya que de lo contrario nadie tendría la suficiente fortaleza como para seguir ejerciendo. Has sabido imprimir en tu micro un trato sincero y aséptico de esa realidad, Álex. Un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Matrioska. ¡Un beso!
EliminarNos pasamos la vida ajustando desajustes: simplificando la complicado y complicando lo simple, poniendo en hora el reloj que atrasa y adelantando acontecimientos, calentado los pies que se quedan fríos y soplando el café demasiado caliente.
ResponderEliminarEn fin, es el principio del movimiento, del aprendizaje, de la constatación, a veces algo abstracta, de que estamos vivos y, en la mayoría de los casos, de que evolucionamos.
Y perdona que mezcle cincurvoluciones que no sé si van o vienen, Álex. pero acabo de leer los prólogos del libro y me pillas intentando ajustar emociones. Y aquí me hallo, sin tener ni idea de cómo darte las gracias, ¿te vale un beso de momento?
¡Me vale, Margarita! Los prólogos del libro eran la sorpresita que os tenía guardada para que os resultara (aún) más entrañable el libro. Muchas gracias por tu comentario, da gusto la facilidad que tienes para jugar con las palabras. ¡Otro beso para ti!
EliminarApreciado Álex:
ResponderEliminarMe encanta ese tono ácido y mordaz que das a tus relatos. Esa relativización con la que el narrador aborda un acto tan grave como causar una muerte por negligencia sería un tronco que podría arder tranquilamente en "La hoguera de las vanidades" de Tom Wolfe.
Abrazo.
Tengo ese vicio de repartir bofetones de 50 palabras a los lectores. Es una forma de contar que parece sencilla pero que en realidad está bastante pensada, y creo que se adapta bien al formato. A mí me gusta mucho el "realismo sucio", como lo llaman, de Raymond Carver y demás, pero tengo miedo de encasillarme un poco.
Eliminar¡Un abrazo y muchas gracias!
Alex, se me acumulan los comentarios, con tanto mensaje en diferentes áreas se me haba pasado el tuyo.
ResponderEliminarMe gusta cómo escribes, porque les llamas a las cosas por su nombre, así sin más.
Bueno, a ver si nos vemos prontito y nos presentamos, con nombres incluidos, ;-)
Un besote
¡Muchas gracias, Rosy! Parece que nos veremos el 21, sí, así que habrá tiempo para charlar largo y tendido. Un beso y hasta pronto :D
EliminarDifícil profesión la medicina, con decisiones a veces muy arriesgadas, y sobre una base nada exacta pues no estamos hechos de cifras preisamente. Obligatorio coger distancia... debe ser por eso que a veces no tratan a familiares.
ResponderEliminarBuena "abstracción" ;-)
Un abrazo.
Carme.