Dígaselo con flores
La diva, bajo la luz de su estrella apagada, maquilla arrugas antes de actuar por última vez. Luego aceptará al fiel admirador, cuyo amor sacrificó para consagrarse al espectáculo. Aún no sabe que hoy no tendrá sus flores, que será ella quien, regadas con lágrimas, se las lleve al cementerio.
¡Ufff, qué triste!. Pienso en la cantidad de personas que por amor a su profesión, apartan el amor y cuando quieren recuperarlo, sea demasiado tarde.
ResponderEliminarPrecioso Ángel, un placer leerte.
La vocación es importante, más cuando se lleva muy dentro, pero no a costa de dejar raquítica o desatendida la vida personal. Seguro que en la lucha por hallar ese equilibrio estamos muchos, pero hay que intentar tener tiempo para todo.
EliminarMuchas gracias, Rosy, aprovecho para felicitarte por tus éxitos y te envío un abrazo
Tremendo micro, Ángel. Plasmas muy bien la pérdida de ese brillo, ya mortecino, y la soledad que le acompaña, aferrándose tu protagonista tras cada actuación a esa pequeña lucecita que, al final, ha acabado por extinguirse antes que ella. Muy triste pero también muy bien estructurado y narrado. Felicidades y un beso.
ResponderEliminarBien está aferrarse a una ilusión, y sabemos que todo lo que merece la pena suele conllevar algún tipo de sacrificio, pero eso no implica que haya que cerrar los ojos al resto de la realidad, y menos a las personas que, de buena fe, se acercan a nosotros.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, Matrioska. Un abrazo
Estoy de acuerdo con Rosy; muy triste, aunque no por eso menos bella esta historia crepuscular en la que acaba haciéndose de noche. En casos como este cabe preguntarse si mereció la pena postergar el amor. Claro que la respuesta nunca la sabremos.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Ángel, con una primera frase extraordinaria tanto por su belleza como por su capacidad narrativa. Aunque, bien mirado, todo el relato tiene esas cualidades. Enhorabuena por esta otra muestra de tu sensibilidad y maestría.
Un abrazo.
Como bien dices, si hubiese sucedido lo contrario, es decir, que la protagonista hubiera renunciado a su carrera por amor, también tendría un déficit. Lo ideal es saber jugar en todos los campos a la vez pero no siempre es posible o se sabe. La verdad aplastante es que el tiempo no espera por nadie y todo se termina, hasta lo que no ha empezado.
EliminarSensibilidad y maestría la que tú derrochas, Enrique.
Muchísimas gracias y un abrazo
Como bien dice tu título, las flores hablan. Tienen dos tipos de mensaje: el del amor y reconocimiento a un ser perdido o el agasajar, con su perfume, a una persona querida. En tu excelente relato, con un esmerado trato a las palabras, aparecen los dos lenguajes: las que espera la actriz en su ocaso y las que recibe el admirador que llegó, hasta la penúltima función.
ResponderEliminar¡Qué decir que no se te haya dicho ya! Solo me queda volver a leer tu relato.
Un abrazo.
Pablo
Es fácil imaginar las flores en el camerino de esa artista durante muchos años, como también las que adornan cierta tumba del cementerio. En cada uno de los casos hay un mensaje implícito que no necesita palabras, esos elementos vegetales ya lo dicen todo, como bien destacas, un detalle que es parte importante en la relación de esa pareja que no llegó a formarse, en la que parece que no hubo mucha más comunicación.
EliminarCincuenta Palabras no sería lo mismo sin tus amables y versados comentarios, que mi caso te agradezco mucho, Pablo
Ahí te mando otro abrazo
Siempre te digo que eres un maestro. Sigo diciéndolo. Tienes el.don de de presentarnos tus escritos de una manera tan gráfica que, más que leer, parece que estamos viendo imágenes continuamente. Gracias Ángel... mi más sincera admraciòn. Eres un pintor de letras.
ResponderEliminarMaestro sería si tuviese algo que enseñar, cuando lo que tengo es mucho por aprender, así es y así lo siento, lo que no quita que agradezca tus palabras, las de tu amable comentario y las de tus escritos, que ya sabes que sigo con mucho gusto.
EliminarUn abrazo, Salvador
Un tren que ha pasado y al que ya no va a poder subir esta diva marchita que tan bien nos has recreado, Ángel. Un relato melancólico muy oportuno para un día de lluvia. Un abrazo para un gran escritor como tú.
ResponderEliminarUna protagonista otoñal, acorde con la estación. A veces no nos damos cuenta de que deberíamos haber tomado un tren hasta que se ha marchado para siempre. En cuanto a mí. nada de grande, pequeñito siempre y, al lado de tu escritura, microscópico.
EliminarAbrazos, Belén
Ella tardó pero él será feliz durante toda la eternidad. Es un triste consuelo, sí, pero ambos podrán decir que conocieron el amor puro.
ResponderEliminarUn abrazo de tu admiradora incondicional, mi divo amigo.
Desde algún lugar podrá ver que ella le brinda ahora la atención que no le prestó en vida, con esas visitas al camposanto. Esperemos que exista el más allá y que allí puedan encontrarse sin más rodeos. Su amor es puro, desde luego, como también fiel, aunque a la vez triste e incompleto.
EliminarPara admiración la que yo te profeso. Un abrazote
Las lágrimas, las flores, la estrella, esa diva que tapa sus arrugas...Muy bien trazada esta historia en 50 palabras, llena de melancolía y nostalgia.
ResponderEliminarPoco y bien escrito, tienes facilidad y lo sabes, amigo Ángel.
Besicos.
La brevedad, ese recurso que utilizamos para tratar de llegar a un fin que nos proponemos: la intensidad, como intenso es ese mar tan unido a tu existencia cotidiana y a tus letras.
EliminarUn abrazo y muchas gracias
Nunca sabremos si el fiel admirador ha muerto de enfermedad o de desamor. Ella tendrá que aprender a iluminar su nueva vida fuera del espectáculo. Tal vez el recuerdo de él le ayude a conseguirlo. La belleza y la tristeza nunca han estado reñidas, y tu relato lo confirma una vez más, Ángel. Un abrazo.
ResponderEliminarLa larga espera finalmente ha hecho mella en ese hombre, no sabemos si en el cuerpo o en el alma, sensible era, desde luego. En cuanto a ella, si no quiere terminar igual, deberá blindarse con motivos que justifiquen la escasa atención que le prestó.
EliminarMuchas gracias, Juana. Un abrazo
Ya me imagino a Gloria Swanson en el papel de tu personaje con expresión desconcertante cargada de pena, cansancio y resignación ante lo que ya no se puede cambiar ni saber lo que pudo haber sido.
ResponderEliminarBonita historia reflejada en el papel mejor que con fotogramas, pues así nos permite que la imaginación vuele.
Amigo Ángel, como siempre... te diré que me encantan tus relatos.
Como siempre... te mando un fuerte abrazo.
Recuerdo haber visto esa maravillosa película junto con mis padres cuando era pequeño. Alguna vez me he propuesto buscarla para volver a visionarla, pero como tantas cosas, ha quedado en proyecto. Acabas de nombrar a una diosa del Séptimo Arte en su papel estelar, como antes he dicho a Belén (otra mujer en estado de gracia) en respuesta a su comentario, yo, a su ladito, no podría pasar de ser un microbio.
EliminarQue suerte tengo de tener un amigo que me comenta. Gracias, artista.
Otro abrazo fuerte, Isidro
Un relato que supura tristeza porque dos personas no han conocido el amor (al menos el pleno) y ya es muy tarde para ello. Pero aún les quedan las flores...
ResponderEliminarSoberbia tu historia, Ángel, y perfectamente narrada (la imagen de las arrugas maquilladas es espléndida: he visto, por un momento, a la Swanson de "El crepúsculo de los dioses").
Ni que decir tiene que va mi me gusta y con él un abrazo fuerte.
Si existe un tesoro del que nadie debería privarse si lo encuentra es del amor pleno que has apuntado, demorar la posibilidad del más deseable encuentro entre dos personas no puede traer nada bueno. Las arrugas del rostro pueden disimularse, las del alma no hay quien las enderece.
EliminarMuchas gracias, José Antonio, tú sí que sabes elegir las palabras.
Un abrazo fuerte
Buena historia, Ángel. Sólo espero que con estas lágrimas, la diva no esté buscando un premio Óscar.
ResponderEliminarOtro voto para la enorme Gloria Swanson/Norma Desmond:
"Yo soy grande. Son las películas las que se han hecho pequeñas".
Abrazos.
Intuyo que, por primera vez en muchos años, esas lágrimas no corresponden a un papel como actriz, o quizá cantante, no se especifica, sino que son parte de su propio personaje. Lo vemos a diario en supuestos triunfadores de todos los ámbitos, el endiosamiento les impide valorar como deberían lo que tienen más cerca.
EliminarAbrazos, Vicente
Es el inconveniene de vivir el momento, ese "carpe diem" que coloca anteojeras entre pasado y futuro. Pero los momentos florecen según las semillas plantadas en momentos pasados, y tus personajes parecen condenados a ofrecer flores arrancadas del jardín de la desesperanza.
ResponderEliminarUn relato que fluye calmo y hermoso como el ocaso, con frases que dejan un reguero de poesía hacia ese cementerio de lo irremediable.
Un gran relato, Ángel. Una historia de desamor de una hermosa tristeza.
Como siempre, un placer leerte.
Un abrazo.
Otoño y crepúsculo han sido dos términos que han salido a relucir en anteriores comentarios y que creo muy apropiados para este texto, como no lo es menos el que tu aportas: "ocaso", al igual que la expresión "cementerio de lo irremediable", donde lo que podía haber florecido se ha abandonado hasta marchitarse sin remedio.
EliminarUn comentario para enmarcar, que me hace disfrutar en este momento y cada vez que vuelva a leerlo.
El placer es mio, Antonio, te lo aseguro. Un abrazo
Como hace tu personaje, creemos que podemos manejar el tiempo a conveniencia, elegir para cada circunstancia el momento adecuado, pero el tiempo es voraz y no atiende a cálculos interesados.
ResponderEliminarA tu personaje se le apagaron todos los focos a la vez y ahora debe buscar una nueva fuente de luz en la más oscura soledad.
Bello y triste drama, de los que hacen llorar y aplaudir al final de la función.
Un abrazo, Ángel.
Como bien sabe nuestro amigo Pablo Núñez, experto en The Beatles, hubo un genio llamado John Lennon, a quien acabamos de conmemorar, que dijo que la vida es aquello que nos ocurre mientras estamos en otras cosas. La existencia pasa y la muerte llega sin pedir permiso, de poco sirve planificarse, por lo que deberíamos considerar todo cuanto nos es ofrecido antes de que se esfume.
EliminarAgradezco tu comentario, José. Un abrazo
Qué progresión tan bien hecha la de tus palabras, que van apagando las luces una a una hasta dejarnos en la más completa oscuridad, la de la muerte que aún respira.
ResponderEliminarIncluso las flores se muestran en blanco y negro para dejar todo el protagonismo al resplandor de las lágrimas y que sean ellas las que cuenten la historia.
¡Precioso, Ángel!
Un abrazo
Unas flores que hablan sin hablar, unas lágrimas al final de la vida que gritan desde el silencio el fracaso de una apuesta demasiado radical; los ladrillos de una equivocación mantenida en el tiempo, con los que construyó un muro infranqueable que impidió el paso de unos sentimientos que debería haber alimentado con mimo,
EliminarMuchísimas gracias, Margarita
Un abrazo
Qué historia tan triste, Ángel. El desencuentro amoroso es terrible y sobre todo cuando es causado por la muerte de uno de los dos porque también muere la esperanza.
ResponderEliminarMe gustó mucho la trama y cómo la has contado.
Un beso.
Qué triste es que dos personas que podrían haber vivido el milagro compartido de congeniar, estén condenadas al vacío por la mala cabeza de una de ellas, nada generosa, demasiado cerebral y sorda a la llamada de su propio corazón.
EliminarMe alegro de que te haya gustado, Sandra
Un abrazo
No hay tristeza más infinita que la del amor ya imposible por el fin de una vida!
ResponderEliminarLa diva con ese sacrificio por su carrera, no sólo se privó del amor a ella, sino que dejó expectante al admirador que la amaba tanto como para seguirla fielmente sin buscar amor en otro corazón.
Snif.
Muy bien contado.
Un beso.
Carme.
Que algo que se quiere y se necesita resulte imposible de obtener es triste y frustrante, sí además no se puede sustituir con nada, como muestra la fidelidad del admirador y las lágrimas tardías de ella, la desazón es absoluta.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, Carme
Un abrazo
Triste y romántica tu historia de un amor que pudo ser luz para sus dos protagonistas, pero que queda relegado a un segundo plano por esa diva demasiado entregada a su trabajo. Ahora que su carrera ha llegado a su fin se ha quedado sola para siempre, quizá arrepintiéndose por el resto de sus días.
ResponderEliminarMe ha encantado, Angel, tienes una sensibilidad excepcional.
Un abrazo.
Los excesos se pagan, los extremismos nunca son el camino, dejar raquítico u olvidado un aspecto necesario antes o después conduce al derrumbe ante la ausencia de equilibrio. Todos cometemos errores, es inevitable y de ellos se aprende,el problema es cuando ya no hay tiempo para enmendarlos.
EliminarAgradezco tus amables palabras y te envío otro abrazo, Asun
Todo un 50 bañado en melancolía y buen hacer. La última actuación de tu protagonista se vestirá de luto, esas arrugas que han hecho mella por el tiempo se cubrirán de lágrimas y unas flores serán las que ahora hablen por ella tras silenciar su boca toda una vida.
ResponderEliminarFantástico Ángel, es un gusto leerte siempre.
Abrazos llenos abrazos.
Una última actuación regada por lágrimas sinceras; una vida equivocada sin posibilidad de restitución; unas palabras muertas en origen, a las que no se les ha dado la oportunidad de nacer; la perspectiva del final de una existencia en permanente caída.
EliminarTus palabras y tu presencia sí que son un gusto y un lujo.
Abrazos
La vida y sus golpes, muy buena apuesta Ángel. Muy buena.
ResponderEliminarGolpes inevitables que siempre afectan, no necesariamente de forma negativa, pues a veces ayudan a crecer, mientras que otras sepultan bajo la más inapelable losa.
EliminarMuchas gracias, Paloma, deseando leerte estoy.
Un abrazo
Pues a mi no me parece triste este amor no consumado a la manera tradicional. La diva no sólo ha podido completar su carrera hasta el final, sino que ha mantenido un juego de seducción con un admirador durante todo el tiempo, que seguro que la ha hecho feliz.
ResponderEliminarY el admirador, a su manera, también habrá sido feliz, pues nadie aguanta tantos rechazos no queridos.
En cualquier caso, nos has traído otra buena historia, Ángel.
Abrazo.
Tu punto de vista no carece de fundamento, ya que, como asegura el sabio refranero, no hay mal que cien años dure. Si esta situación se ha prolongado tanto es porque no era del todo insatisfactoria para ambas partes. Ya sabes que también se dice que el amor muere de tanto usarlo, mientras que éste ha permanecido puro.
EliminarAgradezca esta y todas tus aportaciones, siempre lúcidas, al igual que tus buenas letras.
Un abrazo
Siempre he considerado un acto de egoísmo, el anteponer el amor a cualquier otra cosa al de las personas; me parece irracional. Ángel, otro excelente micro.
ResponderEliminarSaludos.
No debería haber ninguna duda: en toda ocasión y circunstancia lo primero son las personas. Hacer lo contrario supone equivocar las prioridades, dejarse llevar por ese fácil egoísmo que tan bien has apuntado. Cerrar los ojos ante los semejantes es como hacerlo ante nosotros mismos, algo que antes o después, pasa factura.
EliminarMuchas gracias, Beto. Saludos
La diva ha actuado y nos ha hecho soñar pero se ha olvidado de vivir su propio sueño. Genial relato, Ángel, que nos habla de la importancia del equilibrio en nuestra existencia: trabajo, amor, experiencias, emociones..., vida. Un abrazo.
ResponderEliminarEquilibrio es la palabra, algo sencillo de romper y arduo de conseguir, ese esfuerzo constante para mantenerse en un hilo fino y flojo, el tratar de acercarse a esa virtud que nos hace completos, lidiar con todos los elementos que conforman la vida.
EliminarGracias, Salvador. Un abrazo
Ella eligió un camino y lo siguió hasta el final: la renuncia al amor la permitió vivir su carrera de actriz con plenitud. Ahora sólo le quedan arrugas, lágrimas y flores para recordar.
ResponderEliminarUn bellísimo relato, Ángel, que leo y releo hasta que me salgan arrugas.
Un abrazo.
Sin duda vivió su carrera con plenitud, posiblemente obtuviera el éxito merecido, dada su dedicación exclusiva, pero todo tiene un precio que habrá de comenzar a pagar al final de su vida. Ahora es cuando se dará cuenta de si su elección fue o no acertada, quizá en esas lágrimas esté la respuesta.
EliminarUn abrazo, María Jesús. Muchas gracias
Hay personas que creen que sacrificando el amor se brillará más en el aspecto profesional. Otras, todo lo contrario, ya que piensan que tener una persona al lado dando y recibiendo amor influye muy positivamente en la vida laboral. Yo me inclino más por la segunda opción, será que soy una romántica ... Y también será porque me ha dado mucha pena el final de la historia de esta estrella deslucida.
ResponderEliminarTus cincuenta de este mes, muy potentes, como siempre.
Un beso fuerte Ángel.
Malu.
Estoy seguro de que también valoras mucho los comentarios que intercambiamos aquí, todos aportan y contienen elementos valiosos que enriquecen. Se ha hablado de hallar un necesario equilibrio y de la importancia de las personas. Tú destacas la relevancia del amor, algo que para mí no admite duda, dejarlo escapar si llama a nuestra puerta sería como tirar un tesoro por la borda. Todo puede y debe coexistir al mismo tiempo, pero saber que tenemos a alguien al lado motiva y sirve de complemento a nuestra vida profesional, mientras que los malos momentos, que siempre los hay, son menos si estamos acompañados.
EliminarUn abrazo fuerte, Malu. Muchas gracias por tus palabras
La melancolía con esperanza, tal como supongo que existe en la vida de ambos, no es mala compañía, siempre que no se rompa con un hachazo de infortunio, que tan bien retratas al final del relato.
ResponderEliminarEnhorabuena y suerte.
La esperanza es el cimiento que mantiene vivo el edificio, de tal forma que si desaparece todo se derrumba, ya dicen que es lo último que se pierde, después de ella, sólo el vacío.
EliminarGracias por tu comentario. Saludos
Excelente relato que es además una buena enseñanza.
ResponderEliminarMis felicitaciones Ángel por tu acertado micro.
Saludos.
No cerremos los ojos a lo importante, no taponemos los oídos a la llamada del corazón, no dejemos palabras necesarias sin decir. No hagamos como ese famoso trío de monos que se tapan la boca, los ojos o los oídos. Tales podrían, ser, resumidas, las posibles enseñanzas que podrían desprenderse de este humilde texto, que más que incluirlas yo, las habéis extraído maravillosamente entre todos, cosa que agradezco, como tu amable comentario.
EliminarSaludos, Jean