En la maleta
Empezó a ligar desde el día que lo descuartizó. Guardó de manera ordenada sus pedazos dentro de la maleta. Debía enterrarlos lejos del lugar del crimen.
Al intentar subirla al tren, un hombre le preguntó mirando sus labios:
—¿Me permite ayudarla?
—Sí, muchas gracias. Esta maleta pesa como un muerto.
Al intentar subirla al tren, un hombre le preguntó mirando sus labios:
—¿Me permite ayudarla?
—Sí, muchas gracias. Esta maleta pesa como un muerto.
¡Este es un cadáver exquisito! Esas palabras finales hacen que saboreé de gran manera tus cincuenta palabras.
ResponderEliminarUn aplauso, me gustó bastante tu relato.
Jajaja, que gran final para tan gran relato Muy ingenioso. Gran estreno. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn beso, Begoña.
Pablo
Ese "empezó a ligar" no me sugiere nada bueno.
ResponderEliminarNo me des ideas, Begoña, que hace mucho que no ligo.
Un saludo y bienvenida.
Vaya, una asesina ligona, habrá que seguir de cerca sus andanzas...
ResponderEliminarSaludos
Ja ja, muy bueno Begoña. Me ha venido a la mente una película de Almodóvar. Un abrazo a través de este medio también.
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