Julia
Notó cómo cada gramo de la comida que le había servido su madre se distribuía por todo su cuerpo, hasta deformarlo.
Tras volver aliviada del baño, en el silencio de la mesa, solo quedó una mirada de culpa y otra de reproche y, sobre cada plato, una lágrima de impotencia.
Tras volver aliviada del baño, en el silencio de la mesa, solo quedó una mirada de culpa y otra de reproche y, sobre cada plato, una lágrima de impotencia.
Enhorabuena Crispín, has reflejado perfectamente un tema tan duro como el de la bulimia (y además anorexia, diría yo), qué impotencia tan grande para esa madre que ve el trastorno tan grande que tiene su hija y qué difícil lo va a tener para ayudarla.
ResponderEliminarHas abierto un gran debate sobre el acoso de las redes y medios a las personas para que luzcan siempre ideales de la muerte... Ahí lo dejo.
Muy buen micro.
Besos.
Malu.
Gracias Malu.
EliminarEl debate está ya en la calle y los oídos sordos también.
Esas lágrimas de impotencia en cada plato son, a pesar de su tristeza, una imagen bellísima para expresar con delicadeza el sufrimiento de cada una.
ResponderEliminar¡Perfecto, Crispín!
Gracias Patricia.
EliminarLa impotencia de una para salir de su propia autodestrucción y de otra para ayudarla es el eje de su relación.
Excelente relato, Crispín. Qué bien has plasmado las miradas y los sentimientos de un gran problema, que como dice Malu, habría que empezar a solucionarlo desde las redes y otros medios a base de sentido común, que es más importante que el sentido de la belleza según algunos iluminados.
ResponderEliminarMuy bueno.
Aprovecho, con tu permiso, Crispín, para deciros a todos que por motivos que ya sabéis, pasarán algunos días sin que entre a comentar. Espero que sea un período de tiempo corto y muy pronto vuelva a retomar los comentarios.
Un abrazo, Crispín. Me ha gustado bastante tu relato y la forma de escribirlo.
Pablo
Vaya, Pablo, confío en que todo esté bien.
EliminarAbrazo.
Gracias Pablo por tu comentario.
EliminarEspero que tu cese provisional no sea por nada importante y volvamos a ver tus comentarios, siempre tan acertados y positivos.
Entiendo que sea bulimia lo que quieres expresar, pero si cada gramo de la comida queda distribuida por su cuerpo, me parece que tiene un error.
ResponderEliminarLa anorexia, la bulimia y el complejo anorexia-bulimia son de gran complejidad. El caso que me ha inspirado el relato es el de una joven anoréxica que me describía sus sensaciones cuando comía algo con grasas.
EliminarGracias por tu comentario.
MI intención no fue molestar, de hecho me dedico a ver pacientes con problemas alimenticios, y la realidad dista mucho de las sensaciones.
EliminarSaludos.
Culpa, reproche e impotencia: un trípode de sentimientos que sustentan tu excelente micro, Crispín, que además muestra cómo ciertas enfermedades nos superan convirtiendo a nuestro cerebro en enemigo.
ResponderEliminarIntensas sensaciones, estupendo relato.
Un abrazo
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarGracias Antonio. Una cuarta pata a añadir al trípode podría ser la incomprensión de la sociedad.
EliminarBuen relato, Crispín. Conmovedor y duro, de los que provoca emoción.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Gracias por tu comentario Notincgas. Tu comentario resume la intención de mi relato.
EliminarExcelente relato en el que se pone de manifiesto esa tremenda enfermedad de la mente que tanto concierne al cuerpo. Lágrimas de dolor y de impotencia sobre el plato de los padres que sufren en primera persona el mal de su hija.
ResponderEliminarEnhorabuena, Crispín, me ha encantado.
Un saludo.
En esa situación toda la familia está involucrada y, para bien o para mal todo gira alrededor de esa situación.
EliminarGracias por tu comentario, María Jesús.
Me ha gustado mucho cómo narras ese infierno en el está metida la protagonista, y que afecta, sin lugar a dudas, a toda la familia.
ResponderEliminarBuen trabajo.
Saludos
Un infierno, como bien dices.
EliminarGracias por tu comentario
La engañifa de ver el propio cuerpo deformado, monstruoso, según cánones ajenos.
ResponderEliminarDoloroso, pero estupendamente contado.
Felicidades, Crispín.
Saludos.
Vicente
Cánones ajenos, que llegan a interiorizar y hacerlos propios.
EliminarGracias por leerme y comentar.
Estupenda la síntesis que haces de la insufrible situación que provoca esta enfermedad, y magnífico el modo en que has resuelto el relato. Enhorabuena, Crispín.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias Enrique, por tu comentario.
EliminarYa en la primera frase queda reflejada nítidamente la obsesión que siente el que sufre dicha enfermedad. Luego vienen la culpa, el reproche y las lágrimas de impotencia. Sufre el enfermo, sufre la familia. Dura situación, pero por desgracia bastante real. Muy logrado este relato, Crispín. Buen trabajo. Saludos
ResponderEliminarGracias Juana, yo también creo que siempre está la impotencia en el trasfondo.
EliminarUn relato que bien podría titularse con la última palabra que lo corona: "impotencia", la de la madre que pese a sus esfuerzos, cariño, paciencia y constancia no ve avances; la de Julia, dominada por una enfermedad de la que le resultará arduo desasirse, para empezar, ni siquiera tiene claro que se encuentra ante un problema, que ha hecho de una equivocada un dogma inmutable.
ResponderEliminarBuen relato, Crispín, desde esa deformidad que la protagonista siente y no existe, hasta el panorama estancado de miradas y lágrimas.
Un saludo
Has plasmado perfectamente lo que yo he querido expresar.
EliminarGracias, Ángel.
Muy bien escrito. Y que duras esas lágrimas.
ResponderEliminarSaludos.
Carme.
Gracias por tu comentario, Carne.
EliminarMe ha gustado mucho Crispin.
ResponderEliminarUn saludo,
Me alegro, gracias Raquel.
EliminarDura historia la tuya que termina de una forma taxativa con esa rotunda "lágrima de impotencia".
ResponderEliminarVa mi me gusta porque narras de una manera exquisita un grave problema de nuestra sociedad actual.
Saludos, Crispín, y enhorabuena.
Grave y desgraciadamente irresuelto problema, que dada vea aparece a edades más tempranas.
EliminarMuy bien escrito, Crispín. Creo que has dado en el clavo, la impotencia es la que más presente está en este tipo de enfermedades, tanto en quienes la sufren, como en quienes conviven con los enfermos. Me ha gustado mucho la sensibilidad con la que lo has tratado. Un saludo.
ResponderEliminarGracias Matrioska por tu comentario.
EliminarA la vista de vuestros comentarios está claro que existe una gran sensibilización ante la anorexia. Ojalá se extendiera a sectores más potentes y de más responsabilidad.
Con muy pocas pinceladas has retratado a la perfección a todas las partes involucradas en este terrible problema social. Te felicito, Crispín, por tu sensibilidad al sacar el tema y por bien resuelto que te ha quedado el texto. Un saludo.
ResponderEliminarEs un problema muy complejo, tanto por la propia enfermedad como por los condicionantes sociales.
EliminarGracias por tu comentario.
Has tratado de una manera exquisitamente delicada esa grave enfermedad fruto de la sociedad en la que nos ha tocado vivir. Ojalá esas lágrimas derramadas por tantas madres consigan abrirles los ojos a sus hijas, y que no sea demasiado tarde. Enhorabuena, Crispín.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias Fina. Lágrimas derramadas por las madres y por las hijas.
EliminarHe saboreado cada palabra, Crispín, hasta la última coma.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias Margarita por leerme y por tu amable comentario.
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