La nueva
La esperábamos expectantes desde temprano, aunque no llegó hasta las once. Vestía elegantemente camisa roja, de raso, desabrochada hasta su insinuante tercer botón; chaqueta color rosa palo, dejada caer por los hombros; falda negra tornasolada, ceñidísima, dibujante de un perfil de infarto. Y unos taconazos...
Boquiabiertos balbucimos:
—¡Buuu…eee…nos días, Señoría!
Boquiabiertos balbucimos:
—¡Buuu…eee…nos días, Señoría!
Por lo visto, la nueva no defraudó. Menuda descripción sugerente de tan sensual señora. Esa "falda negra ... dibujante de un perfil de infarto" ha aprovechado una de mis sístoles para colarse y acelerar mi ritmo cardiaco.
ResponderEliminarErotismo y humor combinados con la maestría que acostumbras en un refrescante y cautivador relato.
Muy bueno, José Antonio. ¡Enhorabuena!
Un abrazo
No me hago responsable, Antonio, de ninguna taquicardia. La culpable... la jueza, su señoría. (¿Es esto una paradoja en sí misma?).
EliminarMuchas gracias por tu comentario y un abrazo para ti.
Me temo que los que resulten inocentes volverán a delinquir para que vuelvan a juzgarlos la nueva. Como siempre, qué placer leer tus relatos que rezuman ingenio y buenas letras, mi querido José Antonio.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.
Pablo
Yo mismo estoy por cometer un delito para que me juzgue su señoría... En realidad creo que lo cometo cada vez que envío un microrrelato, y me lo publican, a un rincón literario tan exquisito como este, que acoge tan buenos escritores -tú mismo, amigo Pablo-, como buenas historias, mucho más ingeniosas que las mías.
EliminarQuedo muy agradecido por tus palabras y te mando un fuerte abrazo.
!Nueva y jueza! Como para decirle algo.
ResponderEliminarTu relato raya la provocacion. Me gusta, porque se mantiene en el filo, sobretodo cuando se sabe el poder que tienen y éste te hace tartamudear.
Saludos.
Me gusta,No. la jueza no, el relato.
ç
Pues muchas gracias, José María, por tu comentario. Al final del mismo me ha dado la impresión de que tú también balbuceas (¡¡Jajajajá!!).
EliminarSaludos cordiales.
Largos años hincando codos para estudiar la carrera de Derecho, no menos que para aprobar unas durísimas oposiciones, no ha mermado el atractivo físico de esta protagonista que tan bien describes, que sabe compaginar su profesión con el gusto por la moda y la elegancia, levantando pasiones cada vez que se desprende de la negra toga. Ella seguro que sabe ser imparcial, los que la miran lo tienen más difícil. No conocía el tono rosa palo, siempre se aprende, y más de un experto en mimar las palabras.
ResponderEliminarUn abrazo, José Antonio
Te confieso, amigo Ángel, que yo tampoco conocía el rosa palo, pero para esta microhistoria tuve que investigar en el mundo de la moda (¡Jajajá!). En realidad, en un programa de radio lo escuché y fue cuando lo descubrí. Parece ser que combina muy bien con el rojo y el negro. Pero si no fuera así, da lo mismo, porque a esta jueza todo le sienta como un guante (negro, para más señas, como a Rita Hayworth en "Gilda") desde sus tiempos de estudiante y opositora.
EliminarUn abrazo para ti y muchas gracias por tu comentario.
¡Protesto, señora Juez... mi más sincera admiración!
ResponderEliminarPues bien, si la justicia no es como la pintan, me gusta el atractivo retrato que de una emisaria suya nos has traido en este cincuenta. Soy culpable.
Genial, José Antonio, igual que siempre.
Abrazos.
Vicente
Gracias, Vicente. Algo bueno (¡¡muy bueno!!) tendría que tener esta maltratada justicia que no termina de ser justa o, al menos, de aplicar las leyes justamente.
EliminarYo también me declaro culpable. Espero que a ambos nos asignen la nueva. Por lo menos nos alegrará la sentencia.
Abrazos para ti.
Esa representante de la justicia no me parece muy justa, ya que lo tiene todo. Vaya descripción tan nítida que has hecho de esa señora "de falda negra tornasolada", ¡vamos que la estoy viendo! Muy bueno, José Antonio. Saludos
ResponderEliminarPues si he conseguido que la veas, Juana, es porque yo tenía su imagen muy clara, nítida. Eso sí, solamente tenía su imagen. Nada más.
EliminarMuchísimas gracias por tu amable comentraio.
Saludos cordiales.
Se me ha olvidado desearte mucha suerte en la final mensual. ¡Gran microrrelato el tuyo!
EliminarCualquier veredicto de esta juez se acepta sin apelación. Los que se saben culpables tendrán el recuerdo de haber sido condenados por una atractiva mujer. Buen relato, bien contado.
ResponderEliminarSaludos.
Ese buen recuerdo se pueden llevar a la cárcel, Beto. Pero, ¡ojo!, que esta jueza a la par que sensual y bella es implacable. Yo no tentaría la suerte...
EliminarGracias por tu comentario y te mando mis saludos más cordiales.
La has vestido a tu antojo, ¡pero qué pillín estás hecho!
ResponderEliminarDivertido, ameno y con buen gusto, el rosa palo me encanta.
Un abrazo, José Antonio.
¿Tú crees, Rosy? Esta jueza es de armas tomar y no se deja ni que la vistan. Tiene buen gusto, pero es suyo propio.
EliminarMe alegra mucho que te guste el rosa palo. Yo, como ya le he comentado a Ángel más arriba, no conocía este tono. Y sí, tiene un no se qué como color muy agradable y muy de moda (parece ser).
Gracias por tus palabras y un abrazo.
La justicia ahora se viste de "Prada". ¡Muy bueno José Antonio, me ha encantado!
ResponderEliminarUn "virtual" abrazo.
De Prada, de Gucci, de Versace... Si es que nuestra jueza, Inés, cada vez que puede, entre incoación e incoación, sentencia y sentencia, no se pierde pase de moda del que tenga noticias. Es una habitual de la Pasarela Cibeles. De ahí su buen gusto.
EliminarMuchas gracias por tu comentario y por ese "me ha encantado".
Un abrazo para ti, aunque también sea virtual.
Jueza con armas de mujer, preparada para dictar... sentencia. Mariano, vete pensando cómo vas a explicar las obras de la sede del partido, sin tartamudear.
ResponderEliminarQué bueno, J.A.
Un taconeo en tu honor.
Veo difícil que Mariano no tartamudee. ¡Si ya lo hace incluso hasta cuando aparece como plasta (digo plasma)! Ante esta jueza estoy seguro de que sucumbirá y se declarará culpable de todo.
EliminarYa escucho ese taconeo, Patricia. ¡Qué bien y con qué gracia repiqueteas!
Un saludo y muchas gracias.
Contigo, Patricia, también se me ha olvidado desearte mucha suerte en la final mensual. Pero, ¿la necesitas? Porque tu "Cuentos de almohada", para mí, es ¡¡genial y único!! Espero que el jurado, el elegido y el popular, haga justicia. Si no, podría tener un cara a cara con mi jueza. Y ella no se deja amilanar con facilidad.
EliminarVeredicto: culpable. Culpable de seducción, incitación y fascinación de sus pobres subordinados. Eso como poco.
ResponderEliminarMuy bueno, José Antonio. Se ve que tienes el modelo grabado muy bien ahí adentro, en esa cabeza que elabora tan buenos microrrelatos.
Un abrazo
Te ha faltado la elegancia, que esta jueza, cuando entra por las puertas de su juzgado, consigue paralizar la actividad judicial. ¡Si hasta el guardia civil de puertas se le cuadra y le saluda marcialmente! (¡Ah! Que esto lo hace porque es preceptivo).
EliminarGracias, María Jesús, por tus palabras. Me agrada que te gusten mis historias. Las tuyas son mejores. De verdad.
El atractivo de esa jueza que has dibujado no tiene parangón, Jose Antonio.
ResponderEliminarUn abrazo.
"She is the one!" ¡Es única! Y lo sabe (o lo intuye). ¡Jajajá!
EliminarGracias, Asun, y un abrazo para ti.
Oy, oy, oy ... Esta jueza tiene mucho peligro ... Esta jueza es mucha jueza, señor Don Barrionuevo, yo no diré más sin estar presente mi abogado, que me delato y me declaran culpable de ser muy fan suya.
ResponderEliminarUn beso fuerte.
Malu.
¡Jajajá! Malu, esta jueza es peligrosa como una caja de bombas (sí, de bombas, aunque esté como un bombón, relleno incluso). Pero tranquila, que es ecuánime y aplica la ley como bien corresponde. Así que, si no eres culpable, nada tienes que recelar.
EliminarGracias por molestarte en comentar y por ese beso. Otro para ti (pero que no se entere su señoría, no vaya a ponerse celosa y la liemos).
Dulces condenas las que aplicará esta buena jueza, que viene a ser a sus castigos lo que el sabor de fresa al jarabe para la tos. Sea como sea, mejor no verse bajo el peso de su mazo.
ResponderEliminarTienes, José Antonio, un dominio envidiable de la narración en cualquiera de sus campos, con recursos tecnicos y vocabulario muy ricos. Este relato es un ejemplo perfecto de ello.
Vayan mis enhorabuena, me gusta y abrazo.
Muchísimas gracias, amigo Enrique, por tu más que amable comentario, inmerecido por mi parte. Me alegra enormemente que te haya gustado. A mí lo que me ha gustado ha sido lo de tu jarabe para la tos y el sabor de fresa. En la distancia he sido capaz de degustarlo e incluso saborearlo.
EliminarUn fuerte abrazo y mucha suerte en la final mensual.
(Vaya, en tu caso, a diferencia de lo sucedido con Juana Igarreta y con Patricia Richmond, sí me he acordado de tu presencia finalista).
¿Por esas casualidades no se llamará Farala? (je, je, je). No importa el tema que trates, José Antonio, hace tiempo que de sobras sabemos que el resultado siempre es impactante, como la nueva ;) Enhorabuena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Habrá sido el subconsciente, Fina, porque no recordaba lo del nombre de esta chica hasta que tú me la has traído a la memoria. Pudiera ser... Farala o, quizás, Mercedes (Alaya, la del caso de los E.R.E. en Andalucía) o cualquier otro nombre que haga justicia (¡Jajajá!) a esta jueza tan sensual y glamurosa que me ha salido.
EliminarGracias por tu comentario, siempre muy amable.
Un abrazo.
Y, desde entonces, la delincuencia aumentó exponencialmente solo para ser juzgado por su señoría. Originalísimo y exuberante relato, José Antonio. Un abrazo
ResponderEliminarSobre todo exuberante, Salvador. Y ya le pesa al poder judicial que por culpa de tan sensual jueza, el ídice de criminalidad se haya disparado hasta cotas incontrolables.
EliminarGracias por tu comentario y un abrazo de vuelta para ti.
Soy culpable, José Antonio, sin necesidad de que me lo diga "la nueva", de llegar tarde a esta sala de audiencias; pero sobre todo de la envidia que me corroe las entrañas por ese balbuceo que tanto dice con tan pocas palabras.
ResponderEliminarMe voy corriendo a ver si consigo parecerme un poco a ella. Creo que en la biblioteca he visto un libro de leyes...
Ah, que me olvidaba: me gusta (tu relato, no la leguleya, ejem).
Un abrazo
¿Llegar tarde a una sala de audiencias? ¡Qué va, Margarita! ¡Con lo lenta que va la Justicia, nadie llega después de ella! Y tampoco tienes nada que envidiarle a esta jueza, más fachada que otra cosa. Eso sí, una fachada deslumbrante...
EliminarGracias por tu comentario y un abrazo de vuelta para ti.
Una excelente descripción del señorío de su señoría, José Antonio. Ya sabemos quiénes llegarán siempre puntuales, felices y contentos al trabajo. Muy bueno el micro y, puesto que no hay nada que objetar, fallo a su favor. Un beso.
ResponderEliminarAl menos, en la ficción, he conseguido que los funcionarios de ese juzgado lleguen como un reloj suizo. Y además, muy ufanos.
EliminarMuchas gracias, Matrioska, por tu sentencia favorable, a mi entender excesivamente indulgente. ¡Todo un halago!
Besos para ti.
Ay, Ay, que me ha pillado el cambio de mes, y aún tengo pendiente comentar algún relato.
ResponderEliminarPues querido, José Antonio, déjame decirte que en una primera lectura, en lugar de "señoría", había leído "señorita" y me había dado un ataque de celos, pues cuando yo iba a escuela, a las profesoras también las llamábamos "señoritas" y ni por asomo tuve nunca jamás ninguna como la que retratas.
Luego, al ver que te referías a Su Señoría, me he quedado más tranquilo... en ese aspecto, porque el hecho de que haya llegado tan tarde...bueno, en fin,
Y dicho esto, te comento que me ha gustado ese barrido que nos has hecho de la jueza, con Crescendo, pero de arriba a abajo, y a medidas que ibas descendiendo, podía ver cómo se les iban abriendo los ojos y la boca a los funcionarios del juzgado.
Sensacional, José Antonio.
Un abrazo.
Podría ser una "señorita", pero el efecto quizás no hubiera sido tan devastador ni balbuciente como es el que provoca esta exhuberante y despampanante señoría.
EliminarMe alegra mucho que te haya gustado esa descripción sensual de mi personaje (que te confieso que es de ficción total, que nunca, hasta ahora, he tenido que comparecer en un juzgado).
Muchas gracias por tu comentario, amigo Notincgas, tan amable y no sé si justo.
Un abrazo.
Nos vas desgranando una buena descripción de "la nueva" y nos dejas expectantes hasta el final para situarla... Haces trabajar la imaginació del lector.
ResponderEliminarUna jueza así que llega tarde, ¿se habrá entretenido con algún fiscal?
Un saludo.
Carme.
Esta jueza, con ese poderío del que puede alardear, está exenta de llegar puntual a los juzgados. Es más, incluso hasta tiene libertad para irse antes de tiempo.
EliminarGracias, Carme, por tu comentario.
Saludos.