La tormenta
La luz blanca invadió la estancia rasgando oscuridades.
El sueño huyó de su cuerpo dejándole sumergido en un insomnio tembloroso. Anhelando la calidez de otra presencia se sumió en el más desconsolado llanto.
Unas manos le arroparon y una dulce voz le susurró: "Duerme, mi niño, ya pasó la tormenta".
El sueño huyó de su cuerpo dejándole sumergido en un insomnio tembloroso. Anhelando la calidez de otra presencia se sumió en el más desconsolado llanto.
Unas manos le arroparon y una dulce voz le susurró: "Duerme, mi niño, ya pasó la tormenta".
Hermoso Inma. Tienes que dar el salto a más de 50 palabras Felicidades
ResponderEliminarGracias Diego, eres muy amable. Estos son mis primeros pasos y, creo, debo ir despacio.
EliminarQué bonito Inma. Me llevó a la infancia y esos instantes de miedo que mamá se encargaba de hacer desaparecer. Cuantas veces de mayor nos gustaría que alguien llegara, para hacer pasar la tormenta sólo con su voz... Un abrazo amiga!!!
ResponderEliminarMe alegra que te guste, Carmen.
EliminarY, sí, es cierto lo que comentas, cuánta falta nos hacen las madres para hacer desaparecer nuestros miedos y oscuridades, a pesar de los años. Besos.
Precioso Imma, me gustó mucho!. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Renate.
ResponderEliminarUna hermosa historia llena de ternura... y de recuerdos.
ResponderEliminarMuy bien, Inma. Me ha gustado mucho.
Saludos.
Gracias Vicente. Me gusta que te guste :)
EliminarUn relato del que se podrían extraer dos lecciones. La primera: nunca hay que desesperar, pues siempre que llueve, escampa.
ResponderEliminarLa segunda: todo puede superarse y ha de hacerlo uno mismo, pero se agradece la compañía.
Un saludo
La fría oscuridad del miedo atemperada por la voz de cuna más dulce posible.
ResponderEliminarCon tu tierno relato consigues levantar el casi ancestral poso de la infancia que el tiempo no será capaz de arrebatarnos y que nos invita arropar en su nombre a los ingrávidos temores de nuestros hijos.
Un relato que es un regreso al interior de la infancia. Me ha gustado Inma.
Un saludo
Infinito el poder de una madre, y cuánto la necesitamos aun siendo nosotros también madres/padres.
EliminarGracias Antonio por tus palabras.
Me has llevado a mi más tierna infancia, me daba miedo todo, las tormentas en la noche más todavía. Lo bueno que tenemos es que siempre hay alguien para darnos un besos y decirnos que ya pasó todo.
ResponderEliminarEste texto puede hacerse extensivo no solo a tormentas meteorológicas, sino a cualquier cosa que nos atormenta.
Felicidades Inma, me ha gustado.
Malu.
Gracias Malu.
EliminarLo cuentas tan bonito que hasta los sujetos inanimados están llenos de vida en tu relato.
ResponderEliminarUn saludo, Inma
Muchas gracias Margarita
EliminarMe conmovió,me pasó de pequeña y aun ya crecida me encanta que mi madre me proteja en cualquier situación.Felicidades inma,un fuerte beso
ResponderEliminarGracias Rocío. Me alegra leerte por aquí.
ResponderEliminarInma, que bien narrada la escena que me recuerda a mi infancia cuando se apoderaba de mí ese miedo. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn beso.
Pablo
Una escena muy bonita y tierna, Inma. Cuando eres un crío sabes que no existe nada más efectivo que esa voz dulce y esa presencia para calmar nuestros temores. Un saludo y bienvenida.
ResponderEliminarUn precioso relato: una realidad contada como un cuento de hadas, desde el punto de vista del niño que llora asustado, y su madre que le arropa y le calma; que me hace recordar los abrazos y besos de mi madre cuando, en la misma situación, lloraba asustado. Precioso.
ResponderEliminarSaludos.