Mejor que malvivir...
Pasaba su vida al compás del reloj digital de la pared blanca que tenía enfrente. A veces, recordaba recuerdos imprecisos de quien solo aguarda nada... Nada, palabra maldita hecha condena.
En otras ocasiones, huía de esa mano de látex que intentaba sujetarlo para inyectarle no se sabe bien qué sustancia.
En otras ocasiones, huía de esa mano de látex que intentaba sujetarlo para inyectarle no se sabe bien qué sustancia.
Qué gran estreno de mes Rafael. Me imagino a ese enfermo que, desde su cama de hospital, ve pasar el tiempo en una prisión de blancas paredes, mientras espera la Nada. Ese momento que se acerca, a golpe de reloj digital, y que no sabemos qué nos depara.
ResponderEliminarEse guante de látex intentando inyectar algún remedio contra el dolor, quizá no lo acepte pues, mientras sienta ese dolor, sabe que está vivo, y, por otra parte, sabe que ningún antídoto le curará el vacío que le acecha, a la vuelta de la esquina.
Me ha gustado mucho.
Triste. Dependiendo de cómo se piensa o el país en el que vives... el poder decidir sobre una vida y muerte dignas.
ResponderEliminarHas abierto el mes con un tema fuerte, de detractores como partidarios.
Así lo he visto yo.
Un saludo.
Sí, qué triste. Pero la vida nos trae estas tristezas, precisamente en estos momentos de cruel realidad.
ResponderEliminarToca el corazón, Rafa.
Más difícil que la espera es encontrarnos en una situación como la que describes a la perfección en tu historia, en la que ya no queda nada por esperar; cuando se tiene la sensación de que el alma ha muerto antes que el cuerpo.
ResponderEliminarMuy bueno, Rafa.
Un abrazo.
Me gustó el relato. Pueden uno ponerse en varias situaciones, pero en todas ellas hay desesperanza, cansancio y un final gris. Mi imaginación va desde un hospital hasta un laboratorio de animales, siempre es bueno echar la mente a rodar ante relatos como este.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias por todos los comentarios. La tristeza del momento que describo tiene muchas facetas, efectivamente.
ResponderEliminarEterno dilema humano, plantearse de forma inevitable si merece la pena o no vivir una existencia vacía, quebrada para siempre por la enfermedad, mantenida de forma artificial mediante medios químicos y mecánicos, abocada al sufrimiento propio y al de los seres queridos, sin esperanzas y en la que toda lucha es estéril de antemano, donde la única piel que puede contactar con la suya está recubierta de impersonal látex. Duro y triste, una realidad que puede darse y que nadie desea.
ResponderEliminarUn saludo, Rafa
Así es, amigo Ángel, así es...
EliminarUn abrazo
Tus palabras me han recordado una UCI. Y por fortuna, de allí se sale.
ResponderEliminarDel fango de la nada... de eso no me atrevo a decir nada.
Un saludo, Rafael.
Tema duro donde los haya Rafael. He vivido muy de cerca situaciones en las que hemos dicho que es mejor irse que quedarse así de esa manera ...
ResponderEliminarMuy triste pero me ha gustado mucho, te mando un beso.
Malu.
Gracias, Margarita y Malu. Efectivamente, todos pasamos algún momento similar....
ResponderEliminarUn beso