Pobre diablo
Que el diablo compra almas ya lo sabemos. Lo que ignoramos es que las compra para ver si alguna es de su talla. La suya está destrozada.
Sabe que las almas que se venden son impuras, pero las sigue comprando porque hasta él cree en Dios y espera un milagro.
Sabe que las almas que se venden son impuras, pero las sigue comprando porque hasta él cree en Dios y espera un milagro.
Sandra: sublime.
ResponderEliminarMe encantan los micros en que la imaginación vuela tan alto, como en el tuyo. La apreciación de que el diablo no compra almas, sin ton ni son, me parece una genialidad, y a la vez, el que no las encuentre, una gran metáfora de la realidad.
De los que más me han gustado en lo que va de mes. Gracias por escribirlo tan bien y compartirlo.
Un beso.
Pablo
Gracias a vos, Pablo, porque siempre es un placer leer tus comentarios y sobre todo tus relatos.
EliminarPuede ser una metáfora de la realidad porque hay quienes creen ser dignos de algo que ciertamente no merecen. Como si el ser más egoísta estuviese convencido de merecer el Nobel de la Paz.
Un beso grande.
Siempre he pensado que, de existi,r el diablo, nunca sería tan malo como nos lo pintan. Sería algo así como el tuyo... con necesidades tan primarias como cambiar de alma... tan humano como que lo engañen en la compra.... He disfrutado leyéndol, Sandta.
ResponderEliminarMe encanta que lo hayas disfrutado, Salvador. Yo también pienso que de existir, no sería muy distinto al protagonista, un pobre diablo que como nosotros sufre, hace sufrir, se esperanza y también se desengaña.
EliminarUn beso y muchas gracias por tu comentario.
Una víctima de sí mismo, o el malo de la película porque nadie más quería serlo y alguien tenía que ejercer el papel. Si resulta que, como todos aunque no lo digamos, espera cada día algún tipo de milagro que mejore su vida, está más cerca del resto de mortales de lo que parece, hasta es digno de cierta lástima. Un pobre diablo como cualquier otro de los que deambulan por el mundo, porque en el fondo poco somos, al que has retratado de una forma que casi nos cae bien.
ResponderEliminarMuy original, Sandra.
Un abrazo
A mi también casi que me cae bien porque, aun sabiendo que tiene todas en contra, no pierde la esperanza. Lo que significa que, o es bastante ingenuo, o no leyó el cartel que Dante colocó justo en la entrada de su humilde y calurosa morada: “Abandonad toda esperanza los que entráis”.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, Ángel.
Un abrazo.
¡Pobre diablo! Dan ganas de sentarse a su lado para rezar el rosario.
ResponderEliminarSorpresa, ternura, humor, imaginación,... Qué bien has mezclado todos los ingredientes, Sandra. Incluso ahora no me da tanto miedo el infierno.
Me encanta.
Un beso
Sí, Margarita, ¡pobre diablo! Recemos juntas para que el milagro se concrete y el diablo, al fin, pueda tener un alma pura. Así se acabarán todos los males del mundo, reinará la paz y el amor que tanta falta y tanto bien nos hace.
EliminarUn besote y mil gracias por tu comentario.
POBRE DIABLO, me parece que no había un título mejor para este relato. Igualmente, creo que se ha elegido bien la temática y la forma narrativa. Hasta el demonio interpreta su papel lo mejor que puede.
ResponderEliminarBuen micro, Sandra.
Saludos.
Así es, Vicente, le tocó interpretar ese papel y lo hace como le sale. A mi juicio le sale muy mal porque no es un diablo diablo. El diablo diablo es malo, no tiene alma y no quiere tenerla tampoco. Este es como un diablo de pacotilla, por eso digo que es un pobre diablo.
EliminarGracias por comentar y me alegra mucho que te haya gustado.
Un beso.
¡Vaya!, pues gracias por descubrirme tantas cosas que no sabia acerca de él. ¡¡¡Y dices que no es ateo!!! ;-)
ResponderEliminarUn micro muy original, Sandra, me ha gustado leerte.
Un abrazo.
Jajaja reconozco que es un diablo un tanto particular. Y te confieso que yo tampoco sabía todas esas cosas de él. ¡Fue toda una revelación! :-P
EliminarUn abrazo, Rosy, y gracias por tu divertido comentario.
Desde luego, duro papel de malo malísimo el que le tocó a ese pobre diablo en el escenario de la creación, suspirando ahora por un alma pura que alivie de una vez la suya atormentada.
ResponderEliminarUn original retrato del diablo anhelando la gracia divina, con cierta tendencia a la redención. Y sobre todo, me ha gustado esa tono gris que aporta la desazón del maligno entre el blanco o negro que nos suele vender la iglesia.
Un abrazo, Sandra.
Yo creo que el diablo siente de verdad esa desazón porque no puede de ninguna manera cambiar su destino. Ese poder no está en sus manos, por eso sufre esperando un milagro que seguramente nunca se cumplirá.
EliminarMuchas gracias por leerme y comentar.
Un abrazo, Antonio.
Siempre pensé que el diablo no podía ser tan malo; pero si hay que tenerle desconfianza porque anda por ahí recolectando almas para acabar con su propio sufrimientos.
ResponderEliminarSaludos, compa!
Es cierto, Paste, yo no confiaría en quien lo único que le importa es su propio beneficio sin fijarse si daña o no a los demás.
Eliminar¡Saludos, compa, y gracias por el comentario!
Me ha encantado ese pobre diablo, tan inocente y buenazo que anda desesperado por encontrar un alma pura de su talla.
ResponderEliminarSurrealista y muy original, digno de una artista como tú.
Un beso, Sandra.
Ojalá este pobre diablo, inocente y buenazo, encuentre esa alma pura que tanto necesita.
EliminarMuchas gracias, Asun, por tus hermosas palabras (y no lo digo solo por las del comentario).
Un beso.
Dios y el Diablo compran en el mercado de las almas, pero el jefe del infierno siempre trae más plata en el bolsillo, por esos es quien más se lleva. Sandra, un relato genial.
ResponderEliminarSaludos.
Lamentablemente es así, Beto. Con dinero el diablo es capaz de comprar hasta el alma más “pura”, aunque después se dé cuenta de que no era esa la que buscaba; la que él realmente quiere no se vende, pero no conoce otra manera de obtenerla. Por eso mismo, pobre diablo.
EliminarTe agradezco que que me hayas leído y comentado.
Saludos.
La esperanza de un diablo por un milagro. Me gusta que esas ideas contradictorias queden enlazadas en tus cincuenta palabras.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ricardo. A veces pienso que las contradicciones son un buen reflejo de lo que somos. Y a veces pienso que no. :-p
EliminarSaludos.
Título y texto perfectos para desvelarlos que el diablo no deja de ser un pelele más que, incluso, cree en Dios y en los milagros.
ResponderEliminarVa mi me gusta, Sandra, por tu historia que rezuma imaginación sin perder un finísimo sentido del humor y una gran originalidad.
Un saludo.
Me alegra mucho tu comentario, José Antonio. Y me encanta la palabra “pelele”. Es cierto que este pobre diablo es un pelele más. Te agradezco por haberme leído y comentado.
EliminarUn saludo.
Grande, Sandra. Grandísimo. Enorme. Colosal.
ResponderEliminarMi enhorabuena.
Querida Sandra, qué micro tan original, es un derroche de imaginación.
ResponderEliminarMe ha encantado y me ha dado penita el pobre diablo, genial el título, además.
Un beso fuerte.
Malu.
A mi también me da pena este pobre diablo. Me encanta que te haya gustado y te agradezco por tus palabras que son siempre tan amables.
EliminarUn besote, Malu.
Alguien tenía que hacer de contrapeso para equilibrar toda la creación y le tocó la china a él. Ahora el pobre solo busca su propio equilibrio. Me ha gustado mucho tu micro, Sandra, felicidades y un beso.
ResponderEliminarExacto, Matrioska, el pobre necesita un equilibrio urgente. Fueron muchos siglos de maldad.
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Un beso.
Creía haber hecho un comentario de tu relato, pero, al parecer, algún duende informático ha hecho de las suyas.En él te decía, Sandra, que tu relato es grande, muy grande, enorme, colosal. ahora que lo he releído, añado que es un fuera de serie.
ResponderEliminarEnhorabuena y saludos cordiales.
Qué comentario tan lindo y tan inesperado. Me alegra mucho que pienses eso de mi relato, aunque me cueste creerlo.
EliminarMuchas gracias, Notincgas.
Un beso.
Un giro inesperado para tu pobre diablo al final de tu microrrelato, Sandra. He disfrutado con su lectura. Te felicito. Un saludo.
ResponderEliminarY yo he disfrutado de tu comentario. Muchas gracias, Alma.
EliminarUn beso.
Wauu! Relato antológico y de florilegio.
ResponderEliminarGenial y me dejas sin palabras, así que sólo te puedo enviar un abrazo y un beso y mis más sinceras felicitaciones.
¡Un gran relato!
Menos mal que sin palabras... Con esas del principio ya me basta y me sobra para recordar tu comentario todo el día. Y como si fuera poco le has agregado más y más elogios. No creo estar a la altura, pero muchas gracias, Isidro.
EliminarUn abrazo.
Un diablo que ha asumido la maldad pero que arde en deseos, que no en el infierno, de cambiar su destino. Muy bueno, Sandra. Un abrazo.
ResponderEliminarA lo mejor las llamas del deseo en las que él arde son peores que las del propio infierno.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, Salvador.
Un abrazo.
Me pregunto yo: Si total va a acabar destrozando cualquier alma que pille, para qué la querrá tan nuevecita?
ResponderEliminarAh, un puntazo que crea en Dios :-)
Un beso Sandra.
Carme.
¿Es raro, no? lo que pasa es que él no es consciente de su propia naturaleza y cree que puede cambiar si cambia de alma.
EliminarUn beso Carme y gracias por comentar.
Me parece muy ingeniosa, pero sobre todo muy humana y desenfadada, esta revisión de los dos grandes mitos, dos figuras que, independientemente de que se crea en ellas o no, forman siempre parte de nuestro pensamiento y condicionan en mayor o menor medida nuestra conducta. Me ha gustado bastante, Sandra.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y cómo nos condicionan. Si desde chiquitos nos enseñan que si uno se porta bien irá al cielo y si no, al infierno. Como si en el mundo imperase el maniqueísmo. Pero con el tiempo nos vamos dando cuenta de que la realidad no es tan sencilla, de que el bien de uno puede ser el mal de otro y al revés. Por eso, a lo mejor Dios y el diablo existen, pero no son como nos lo cuentan.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, Enrique. Me alegra que te haya gustado.
Un abrazo.