Praxis
Mocasines sin cordones para evitar tropiezos. Los fulares de seda, como las buenas corbatas. El tabaco, no, que mata. Su padre le enseñó muchas cosas. Otras, a usar gafas de sol en los parques infantiles, o que las niñas prefieren caramelos de envoltorios brillantes, las aprendió solo. Con la práctica.
¡Qué sutil y magistralmente nos dibujas ese malévolo personaje! De diez, como siempre.
ResponderEliminarSuerte!
Pero qué majo eres Rafa, qué majo.
EliminarAsí da gusto empezar a responder.
Y un beso, que con la emoción... me olvidé de enviártelo.
EliminarYo también emito mi voto sin más preámbulos: un diez.
ResponderEliminarYa sé que me repito, Paloma, pero me encanta leerte.
Abrazos.
Y menuda continuación Margarita!! Mil gracias por seguir haciéndolo.
EliminarAbrazos para ti también.
Me asombra cada vez más la facilidad que tienes para dibujar personajes en tan solo cincuenta palabras. Vas desvelando, poco a poco, todo el argumento has ta llegar a un impactante final.
ResponderEliminarYo te doy otro diez.
Un beso.
Pablo
Así da gusto. Otro comentario de antología. Pues muchas gracias Pablo.
EliminarUn beso Pablo.
Simplemente genial, Paloma.
ResponderEliminarPresentas una excelente descripción, casi insinuada, de un personaje que encarna el miedo colectivo de muchos padres de familia.
Tu texto me parece perfecto para comenzar un relato más extenso o, incluso, por qué no, una novela de ésas que ahora venden tanto, donde hay uno o varios crímenes por resolver.
En fin, tal vez he divagado un poco pero, resumiendo, me ha gustado y mucho.
Saludos.
Vicente
Puede que te llegue repetido, no sé, pero no importa.
EliminarTe decía que gracias por tus estupendas divagaciones, que ando buscando ideas para una novela...
Y también te daba las gracias por tu generosa valoración.
Y te mandaba saludos.
Fabuloso pone los pelos de punta esa frialdad. Eres una maestra en decir mucho con pocas palabras. Besos y enhorabuena.
ResponderEliminarGracias Belén, me alegro de que hayas sentido ese cosquilleo desagradable que provoca la indignación, era uno de mis objetivos principales.
EliminarBesos para ti también.
Has dibujado un personaje perturbador, de los que dicen tras saberse la verdad:
ResponderEliminar- Era un vecino normal, encantador.
Perdona que me atreva, pero narrado en primera persona hubiera sido aún más inquietante.
Un grandísimo relato, Paloma. Un beso.
La primera versión del micro está en primera, pero lo cambié porque me faltaba verosimilitud, lo revisaré. Eso es lo bueno de este grupo, que siempre encuentras consejos útiles.
EliminarGracias José, un beso.
La perversión envuelta en elegancia, un excelente disfraz para la depravación.
ResponderEliminarEnhorabuena, Paloma.
Un saludo.
Gracias María Jesús. Me alegro de saber lo que te ha parecido el micro.
EliminarSaludos.
Para obtener algún resultado en sus más que oscuros propósitos, un personaje como el que nos presentas no debe parecer lo despreciable que es, todo lo contrario, precisa cultivar la seducción hasta hacerse irresistible e indetectable, algo que en él resulta natural, pues desde edad temprana tuvo el ejemplo y los consejos de su propio padre, que le inició en esas terribles prácticas, sólo que el discípulo, con la propia experiencia, ha terminado por superar al progenitor-maestro al incorporar nuevas técnicas.
ResponderEliminarSencillo, aterrador y genial, Paloma
Un abrazo
Qué bien se te dan los análisis Ángel, qué requetebien. Mil gracias.
EliminarUn abrazo.
Y sin embargo, la perversión la recrea nuestra mente...
ResponderEliminarTú lo has dicho, somos nosotros, como lectores, los que armamos la historia y ese era el objetivo principal del micro.
EliminarSaludos.
Inquietante relato, realmente produce escalofríos. Muy bueno.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias Beto, un placer leer tu comentario.
EliminarSaludos.
Lo peor de todo es que el protagonista habrá engatusado también a los padres y a las madres con su aspecto impecable e inofensivo, habrán charlado y comentado con él anécdotas de sus niñas.
ResponderEliminarHas descrito la actitud de un pederasta de una forma muy elegante.
Un abrazo, Paloma.
Es un tema delicado en el que hay que medir las palabras. Coincido contigo en que muchas veces hablamos con desconocidos sin saber realmente quién se esconde debajo de la piel que vemos.
EliminarUn abrazo.
¡Con qué estilo y elegancia nos describes a un malévolo y depravado personaje! No necesitas más para presentárnoslo y que podamos descubrir y comprobar cómo detrás de la piel de cordero que viste reside un voraz lobo.
ResponderEliminar¡Enhorabuena, Paloma, por tu magnífico relato! Va mi me gusta y junto a él un cordialísimo saludo.
Hay que ver lo bien que aprendió de su padre y cómo le superó. Desde luego que con esta carta de presentación que nos has dejado de este detestable personaje, ya tenemos claro a quién no debemos dejar que se acerque los pequeños e incluso, los no tan pequeños.
ResponderEliminarMuy bueno Paloma.
Un beso fuerte.
Malu.
Con qué habilidad nos has engatusado con esta historia que pasa de lo que en principio parece un emotivo recuerdo, a convertirlo en algo detestable. Perfecto, Paloma. Un beso.
ResponderEliminarA saber qué otras cosas le habrá inculcado el padre, consciente o inconscientemente.
ResponderEliminarEste relato parece un retrato impresionista. Visto de cerca, ves trazos dispersos, pero si lo miras con perspectiva ves toda la maldad de personaje.
Saludos cordiales, Paloma.
Muy bueno tu microrrelato, Paloma. Me ha encantado lo bien que nos das la esencia de tu protagonista con tan pocas palabras. Un saludo
ResponderEliminarComo dicen en anteriores comentarios, sólo con los parques y las preferencias de las niñas nos dejas un mal cuerpo... como para querer verlo a él cubierto con envoltorio brillante (el de los forenses, vamos).
ResponderEliminarUn micro para aprender a contar cosas sin decir las palabras. Fantástico!
Saludos.
Carme.
Tu relato me sugiere una pintura expresionista, en la que los trazos simplemente sugieren la realidad objetiva que pasa a segundo plano ante los sentimientos del autor.
ResponderEliminarGenial esa forma de escribir. ¡Chapeau!
Un beso.