Serte fiel y respetarte
Estuvo mirando a la novia, embelesado, durante toda la ceremonia. Se le notaba muy enamorado después de siete años de tempestuosa relación. Al llegar al ritual de los anillos y del "sí, quiero", emocionado, no pudo evitar liberar unas lágrimas que resbalaron por su casulla mientras les impartía la bendición.
Buen zarpazo, sí señor.
ResponderEliminarImpecable relato, Rafa. En el título, en el lenguaje, en la narración de los hechos y, por supuesto y como mandan los cánones, en el final que sorprende, pero sin rechinar.
Abrazos.
Exageraoooo. A tu comentario hay que alicarle el coeficiente reductor del mutuo aprecio que nos dispensamos.
EliminarAbrazo grande, Carles, y felicidades por lo de Wonderland.
Así que era fiel a Dios, no a la novia. Eso no me lo esperaba yo... de algún invitado o invitada si...del cura, no tanto.
ResponderEliminarBuen relato. Un saludo.
Los de la casulla también tienen debilidades, Raquel
EliminarUn beso.
¡Tomaaaa! Genial, Rafa. Me encanta la historia y perfecto el título.
ResponderEliminarHay que ver cuánto juego dan las bodas ...
Un beso.
Malu.
Y la realidad seguro que supera a la imaginación.
EliminarBeso agradecido, Malu.
Genial, como siempre me quedo con la boca abierta. Eres un maestro!
ResponderEliminarOtra con coeficiente reductor ¿o será que el premio de Wonderland os pone zalameros?
EliminarFelicidades y besos.
Genial!!
ResponderEliminar´No se hable más.
EliminarGracias Paste,
Cómo está el clero... ¡A ver si te excomulgan, que es muy bueno!
ResponderEliminarUn beso, Rafa.
¿Otra vez? ¿Y si llego a tres excomuniones me regalan un viaje al Vaticano?
EliminarBesote, Patricia.
¿Mendelssohn o Wagner? Para ti Rafa, me pongo de pie con mi violín y violoncello, por tu relato mereces eso y más, que bien has tratado la historia, al final me has dejado muda. Un abrazo al compás.
ResponderEliminarComo prefiera la virtuosa; yo guardo reverencial silencio para saborear cada una de tus notas.
EliminarAbrazo melómano.
A este no se le ocurriría preguntar aquello de "que hable ahora o calle para siempre", habría tenido que morderse la lengua.
ResponderEliminarMe ha encantado Rafa, mira que se han escrito micros sobre casamientos, pero el tuyo es de lo más original que he leído nunca.
Enhorabuena.
Un abrazo.
Más que callar para siempre, este, lo que tuviera que decir, se lo diría a ella en privado. ¡Pues buenos son!
EliminarBesos, Rosy.
¡Bravo, Rafa! Muy buen micro, original y con un final totalmente inesperado.
ResponderEliminarUn beso.
Lo realmente inesperado sería que el de la casulla les propusiera un trío.
EliminarGracias, Sandra.
Besos.
En cuanto he leído tu micro he pensando que el mundo es un pañuelo, a veces mental. Digo esto porque resulta que tengo uno escrito con la misma idea, aunque expresado con diferentes detalles. En todo caso, te ha quedado genial, en tu línea de humor fino con traca final.
ResponderEliminarUn abrazo, Rafa
Algún día descubrirás el troyano que conseguí colar en tu ordenador. Gracias a tus ideas sobrevivo por estos lares.
EliminarAbrazo fuerte, Ángel.
Mira que estaba yo tan feliz viviendo la escena… y tuvo que inmiscuirse el cura.
ResponderEliminarGenial, Rafa, me has conseguido sorprender con ese cambio final de protagonista.
Un abrazo.
Bueno, la boda acabó bien y, aparte de la emoción, el cura supo comportarse.
EliminarUn beso, Mª Jesús.
Muy bueno, Rafa. Se puede adivinar la cara embelesada del enamorado cura que además, tiene que tragarse sus lágrimas para dar su bendición al nuevo matrimonio.
ResponderEliminarDa un poco de pena el pobre hombre.
Un abrazo.
El dilema que tendrá el pobre ahora sobre si serle fiel o respetarla. En fin.
EliminarAbrazos, Asun.
Como siempre, muy bueno. Sigues aplicando la pura estructura y filosofía del microrrelato que tanto me gusta.
ResponderEliminarUn abrazo, padrino.
Ahijado, ya sabes que esto solo consiste en aplicar la fórmula, unicamente hay que encontrar los ingredientes adecuados.
EliminarAbrazo fuerte.
Me encantan tus relatos, Rafa. Eso sí, nunca reconoceré en público que los estudio con detalle como el claro ejemplo que son de lo que dicen los teóricos que debe ser un buen microrrelato.
ResponderEliminarUn saludo
Nunca imaginé servir de modelo con mi tipo y mi cara, pero mira, sorpresas te da la vida.
EliminarGracias, Margarita, eres un sol.
¡Qué vuelta de tuerca!
ResponderEliminarEnhorabuena, Rafa.
Saludos.
Gracias, Vicente. El celibato es que da mucho juego.
EliminarAbrazo.
Que duro es el celibato, aunque se descubra al final, por el camino de las lágrimas, y que bueno es el relato.
ResponderEliminarMe gusta ese final atravesado e inesperado.
Saludos Muy bueno.
Feliz de que te haya gustado.
EliminarGracias, José María.
Saludos.
Muy bueno.
ResponderEliminarAgradecido por tu calificación, Ricardo.
EliminarSaludos.
Muy conseguida esa sorpresa final, Rafa. Saludos
ResponderEliminarGracias, Juana.
EliminarUn beso.
¡Atiza! Es lo único que se me ocurre decir tras haberme quedado con la boca abierta. Bueno, eso y que tu micro es genial. ¡Enhorabuena, Rafa!
ResponderEliminarUn saludo.
Reacciones como la tuya es la mejor satisfacción que me puede dar un relato.
EliminarGracias, Fina.
Un beso.
Un 50 donde nos encontramos con una boda, donde por primera vez la protagonista no es la novia y ahí está el detalle de la originalidad, destacar a un siempre segundón personaje en estas ceremonias y dotarle hasta de las sensibles y emotivas lágrimas que suelen derramarse en estos casos.
ResponderEliminarMuy buen relato, como siempre un placer leerte y que me sorprendas en cada uno de ellos.
un abrazo Rafa.
Algún día, por variar, plagiaré el de Caperucita Roja, tal cual; así la sorpresa será esa, que no habrá sorpresa. jajaja.
EliminarGracias, Mª Belén.
Un beso.
Yo creo que la mente le jugará una mala pasada y dirá ¿puedo besar a la novia?, jajaja. genial, Rafa. Un abrazo.
ResponderEliminar¿Tú crees que a esas alturas, después de siete años, pedirá permiso?
EliminarUn abrazo, Salvador.
¡Espléndido, Rafael! Tu cura celebrante (y también amante) me ha recordado a aquel personaje de "El pájaro espino", que interpretaba Richard Chamberlain. ¡Menudos pájaros ambos, aquel y el tuyo! ¡Las traían de calle! Aunque el tuyo es menos ambicioso y más enamoradizo.
ResponderEliminarVa mi me gusta por tu perfecta manera de narrar una historia y por tan acertado título, donde con simplemente cambiar el pronombre enclítico ya nos adelantas algo de lo que se va a narrar.
¡Enhorabuena y un abrazo!
En esto de seducir "los pájaros espinos" tienen ventaja. El confesionario les da información privilegiada, ¡cómo no aprovecharla!
EliminarGracias, José Antonio.
Un abrazo.
Qué bien lo sabes hacer, Rafa. Con tres, cuatro palabras finales, consigues cambiar el sentido a todo el micro. Como siempre, excelente. Un beso.
ResponderEliminarEl sentido de la anticipación hace que el lector se vaya por un sentido distinto; ahí está la clave para jugar con él y sorprenderle.
EliminarComo siempre, agradecido por tus generosas palabras.
Besos.
Genial!! Con un giro final totalmente imprevisible, como nos tienes acostumbrados.
ResponderEliminarUn saludo.
Carme.
Bueno, si estáis acostumbrados ya no es tan imprevisible.
EliminarGracias, Mª Carme.
Abrazo.
Ahí está la genialidad Rafa, en seguir consiguiendo la sorpresa final ;-)
EliminarCarme.
Rafa, después de lo que han dicho de tu micro, este humilde admirador de tus letras sólo tiene para decirte que esta historia me ha gustado mucho.
ResponderEliminarSaludos.
Humilde sin causa, diría yo, que tus letras son muy apreciadas.
EliminarMuchas gracias, Beto, un honor agradarte.
Abrazos.
Amigo Rafa, ese sacerdote tiene el cielo ganado o es tonto de capirote por no haber colgado los hábitos a tiempo. Encima es algo masoca. ¡Encima la casa! Total, los designios de Dios son inescrutables.
ResponderEliminarEres el rey del regate final en los micros.
Un saludo, Rafa.
Pablo
Debe ser que lo suyo es vocacional, además de masoca.
EliminarGracias, Pablo.
Un abrazo.